Author image

Hilda García

18/06/2013 - 8:36 am

Obama, a la baja

Nunca había sido tan alta la desconfianza que los estadounidenses le tienen a Barack Obama. Una serie de escándalos que tienen que ver con los planes de gobierno y la seguridad de los ciudadanos ha pasado por el seguimiento fiscal a grupos ultraconservadores: la vigilancia en extremo, escuchando llamadas telefónicas y escudriñando en las visitas […]

Imagen tomada de la red.
Imagen tomada de la red.

Nunca había sido tan alta la desconfianza que los estadounidenses le tienen a Barack Obama. Una serie de escándalos que tienen que ver con los planes de gobierno y la seguridad de los ciudadanos ha pasado por el seguimiento fiscal a grupos ultraconservadores: la vigilancia en extremo, escuchando llamadas telefónicas y escudriñando en las visitas que nacionales y extranjeros han hecho en el Internet. El cambio de actitud preocupa al gobierno de Obama, pues sin la base de confianza de los ciudadanos se dificulta el segundo periodo presidencial del llamado mandatario de la esperanza.

En noviembre del 2008, cuando las calles de Washington y de varias ciudades más en Estados Unidos se llenaron de ciudadanos estadounidenses que con su voto habían dado el triunfo a Barack Obama con la esperanza de salir de ocho años de escuchar discursos que atemorizaban a la población, que veían a todos como enemigos y con el lanzamiento de la famosa Acta Patriota que permitía la extrema vigilancia de los ciudadanos por parte del Gobierno sin que existiera ninguna orden judicial.

En agosto de 2007, en plena campaña electoral, Obama acusaba al gobierno de su antecesor, George W. Bush, de “impulsar una falsa elección entre las libertades que apreciamos y la seguridad que ofrecemos”.

En ese momento, el mismo Obama prometió que, de ser elegido como Presidente, no habría “más escuchas ilegales a ciudadanos americanos, ni más documentos de Seguridad Nacional para espiar a ciudadanos que no son sospechosos de haber cometido un crimen. No es eso lo que hace falta para derrotar al terrorismo”. Todo esto en la política persecutoria que se desató por parte del gobierno republicano tiempo después de los atentados a las torres gemelas de Nueva York en septiembre del 2001.

Sin embargo, pareciera que Obama se dio cuenta de que no era tan fácil aplicar un sistema de seguridad sin vigilar ciudadanos. Como si se hubiera desatado la bestia, el pasado 6 de junio, el diario británico The Guardian y el estadounidense The Washington Post informaron que la NSA tomaba registros diarios de llamadas telefónicas de millones de usuarios de la operadora de telefonía Verizon, en razón de una orden judicial secreta.

Las razones por ahora no se cuestionan. Simplemente las revelaciones pusieron al gobierno de Estados Unidos contra la pared y este lunes CNN presentó los resultados de una encuesta en la que un 54% de ciudadanos consultados desaprueba el trabajo de Obama y por primera vez durante su presidencia, la mitad de la población dice que no cree que sea honesto y digno de confianza.

El mandatario estadounidense ha tenido que lidiar con grupos conservadores, con armar una reforma migratoria que prometió desde su primera elección –sobre todo a los latinos que le dieron su voto–, una economía en el suelo herencia de Bush y muchos otros temas en los que de una u otra forma ha sabido hacer un spin estratégico que le ha permitido manejarse, pero ahora, con las filtraciones que hacen ver al gobierno como el “Hermano Mayor” que ataca la privacidad y todo lo observa como en la novela de George Orwell, las cosas lucen diferentes.

Las filtraciones a The Guardian provienen de un joven estadounidense de 29 años llamado Edward Snowden, ex técnico de la CIA quien trabajó como consultor para la Agencia Nacional de Inteligencia (NSA) de Estados Unidos, denunció las prácticas de espionaje de ese país.

Snowden, quien presuntamente estaría en Hong Kong en estos momentos, trabajó por cuatro años para la NSA como empleado de varias compañías que habrían sido contratadas para trabajar las cuestiones de defensa de Estados Unidos, la última de ellas Booz Allen Hamilton, desde la cual tuvo acceso a la información secreta.

Edward Snowden, reveló el espionaje masivo de llamadas y datos de Internet por parte de las autoridades. Facebook y Microsoft informaron que el Ejecutivo les pidió datos de 19 mil y 32 mil usuarios, respectivamente, en un periodo de seis meses.

The Guardian, en su reportaje, explica que tuvo acceso a una copia de esa disposición judicial que permite la intervención de la privacidad, emitida en abril, y en la que se exigía a la compañía telefónica Verizon que facilitara a la NSA, “de manera continua” y “a diario”, información de todas las llamadas de teléfono, tanto internas como entre Estados Unidos y otros países.

El documento mostraba que bajo la administración de Obama se habían registrado comunicaciones de millones de ciudadanos estadounidenses de manera indiscriminada y sin tener en cuenta si los autores de las llamadas habían o no cometido algún delito.

A partir del  momento en que se hicieron públicas las denuncias, todos los medios en Estados Unidos han hecho eco de las filtraciones y bromas, cartones y portadas de revistas critican con humor el espionaje gubernamental. Incluso hace unos días circula por Internet un montaje en el que, sobre una de las imágenes más famosas de la campaña electoral de Obama, se ha sustituido el famoso eslogan “Yes, We Can” (Sí, podemos) por el “Yes, We Scan” (Sí, escaneamos).

Más allá de los memes y de la catarsis en el Internet, entre los ciudadanos unos se sienten enojados, otros preocupados. Lo cierto es que la confianza en Obama está en el suelo y el mismo mandatario no tuvo manera de defenderse. Al contrario, confirmó las filtraciones.

El 7 de junio, un día después de reveladas las filtraciones, el Presidente, con un tono totalmente diferente al del 2007 comentaba: “En un sentido abstracto, pueden quejarse del “Gran Hermano” y de que éste sea un programa (de vigilancia) potencialmente fuera de control, pero cuando realmente se fijan en los detalles, creo que hemos conseguido el equilibrio adecuado. (…) Las modestas invasiones de privacidad que supone conseguir un número de teléfono y la duración (de una llamada), sin mirar el nombre asignado ni el contenido, merecían la pena para nosotros. No podemos tener una seguridad al 100% y una privacidad al 100%, con cero inconvenientes”, decía contundente un Obama lejano al crítico de Bush y más cercano a la obra de George Orwell.

La denominada Corte Extranjera de Vigilancia de Inteligencia (FISA), que se maneja de manera secreta, concedió la orden al FBI, con lo que daba al gobierno una autoridad ilimitada para obtener datos durante tres meses, periodo que finaliza el 19 de julio.

Además, el programa Prisma (clasificado como alto secreto) permite acceder directamente a los servidores de nueve de las mayores empresas de Internet para vigilar mensajes, vídeos o fotos en el extranjero con los que encontrar, en principio, patrones relacionados con actividades terroristas.

Prisma está diseñado para usarse como una herramienta contra el terrorismo permitiendo a las autoridades estadounidenses acceder a los datos y a la información referente a los sospechosos de amenazar la seguridad nacional.

Esta misma semana, el director de Inteligencia Nacional, James R. Clapper, negó que Prisma espiara a ciudadanos estadounidenses y que eran los medios de comunicación (siempre se termina por decir esto) los que habían tergiversado la información y se ha puesto especial énfasis en que los objetivos analizados han sido en su mayoría extranjeros.

La cuestión aquí no es nada más si se vigila o no a los ciudadanos. Lo que está en evidencia antes que nada es que Obama, al inicio de su segundo término, tiene más retos que en el 2008 que lo cuestionan en dos ángulos. Uno: la falta de confianza de sus gobernados, sobre todo de los más jóvenes quienes, además de ser los más claros en su apoyo durante sus elecciones, son los máximos usuarios de empresas de Internet, con las mismas que se organizaron para apoyar las campañas del mandatario que cuenta con menos del 50% de confianza de sus gobernados.

Los cuestionamientos son muchos. Sin embargo, aún queda un tema más y es el de que más allá del espionaje a la población, de las escuchas y de las violaciones a la privacidad, no se han dado los resultados esperados.

Tan sólo los recientes ataques en el maratón de Boston cuestionan la eficiencia del “Hermano Mayor” y hacen sentir a los gobernados no sólo enojados con un gobierno que los espía, sino temerosos también de que a pesar de que pudieran ceder en su privacidad en beneficio de la seguridad, ésta sigue porosa y peligrosa para los intereses nacionales y la vida cotidiana de los mismos ciudadanos.

Hilda García
Estudio Periodismo en la Universidad Nacional Autónoma de México, obtuvo el grado de Maestría en la Univ. de Miami con el tema de los “Weblogs y la mediamorfosis periodística”.

Los contenidos, expresiones u opiniones vertidos en este espacio son responsabilidad única de los autores, por lo que SinEmbargo.mx no se hace responsable de los mismos.

en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video