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Rubén Martín

19/08/2018 - 12:00 am

NAICM: la vieja idea colonial de “llevar” desarrollo

El debate sobre terminación o no del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) en el antiguo lago de Texcoco, no es sólo una decisión técnica, sino política y hace tiempo que dejó de ser solo una cuestión del Valle de México para convertirse en un asunto nacional. Lo es porque lo que se decida en torno al NAICM marcará al futuro gobierno de Andrés Manuel López Obrador su anunciada Cuarta Transformación de la vida nacional.

El supuesto rescate ambiental de una zona degradada es una de las principales justificaciones. Foto: Cuartoscuro.

El debate sobre terminación o no del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) en el antiguo lago de Texcoco, no es sólo una decisión técnica, sino política y hace tiempo que dejó de ser solo una cuestión del Valle de México para convertirse en un asunto nacional. Lo es porque lo que se decida en torno al NAICM marcará al futuro gobierno de Andrés Manuel López Obrador su anunciada Cuarta Transformación de la vida nacional.

Hay que recordar que en su primer discurso tras reconocerse en su triunfo en la elección presidencial, López Obrador dijo que su gobierno daría prioridad a los pueblos indígena y los pobres y que su gobierno implicaría una separación del poder político del poder económico. Todos estos principios se pondrán a prueba en la decisión de seguir o no con la construcción del NAICM en el actual sitio.

Todo eso está en juego, y creo que en la rueda de prensa donde se anunció la consulta sobre el tema, AMLO y su equipo comenzaron con el pie izquierdo. Los pros y contras que anunció el futuro secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, son esencialmente consideraciones técnicas y económicas; se habla más del costo de la obra que del costo ambiental y del riesgo que implica la reproducción de la vida para al menos 16 pueblos ubicados en torno al vaso lacustre de Texcoco. Parece una falta de respeto que en los pros y contras anunciadas por el equipo de López Obrador no se reconozca que hay una oposición histórica de pueblos del estado de México en contra de esta obra por las drásticas alteraciones a sus modos de vida y la devastación ambiental que ya desde ahora les está ocasionando la construcción.

Comienza mal el proceso de consulta para decidir sobre este megaproyecto, porque se ha dado sin que el próximo presidente se reúna con los pueblos que están siendo afectados directamente ya desde ahora, no en un futuro. En cambio López Obrador sí se reunió con los inversores que tienen intereses en esa obra, como Carlos Slim, los ingenieros, representantes de los inversores y el Consejo Mexicano de Negocios que tienen intereses en que esa obra salga adelante.

El debate sobre el NAICM se ha convertido en un asunto nacional porque desde un comienzo se le ha querido presentar como una obra esencial para el desarrollo nacional. Hay una narrativa del gobierno de Enrique Peña Nieto que la hace aparecer como un asunto esencial para la economía nacional. El 3 de septiembre de 2014, cuando se anunció el arranque del NAICM, Peña Nieto dijo que “se trata de un proyecto transexenal, y que esta Administración no tendrá tiempo suficiente para poner en operación el nuevo AICM, pero lo importante es que México cuente con un aeropuerto de clase mundial para impulsar su desarrollo durante los siguientes años y décadas” (…) “el nuevo AICM traerá importantes beneficios, no sólo para los habitantes del Valle de México, sino para todos los mexicanos”. Resaltó que la obra produciría beneficios económicos al crear empleos, contratos para varias empresas; beneficios sociales al llevar escuelas, áreas inmobiliarias y comerciales a la zona; pero puso especial énfasis en los supuestos beneficios ambientales del NAICM. Así lo dijo Peña Nieto: “Y algo muy importante: el proyecto está diseñado para mejorar la salud ecológica de la región y rescatar integralmente una zona que hoy se encuentra ambientalmente degradada; es decir, se protegerá la zona lagunar más grande del país y se creará un nuevo bosque metropolitano”.

El supuesto rescate ambiental de una zona degradada es una de las principales justificaciones del gobierno para construir el nuevo aeropuerto en el lago de Texcoco. El autor del diseño del NAICM, el afamado arquitecto Norman Foster dijo que “trabajaremos para asegurar que este aeropuerto sea, sin duda alguna, el más sustentable del planeta”.

No es una ironía del destino sino decisiones irracionales del gobierno las que justamente están llevando a cabo una obra con impresionantes impactos ambientales, patrimoniales y en los modos de vida de millones de personas. Tanto los pobladores afectados, como profesionistas de distintas disciplinas han documentado consistentemente todas las afectaciones.

En un documento dado a conocer el pasado 14 de agosto, el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) enumeró al menos 13 impactos negativos que el NAICM está provocando:

1) El suelo de la zona del Lago de Texcoco es el peor para una obra como el aeropuerto, por su situación de hundimiento permanente y desigual.

2) La actividad masiva de extracción de toneladas de tezontle y otros materiales  para la cimentación de los edificios y las pistas del proyecto (…) nos está despojando de cerros indispensables para la filtración de agua que recarga los mantos acuíferos.

3) El plan del Nuevo Aeropuerto no considera de manera seria la variable de la intensidad sísmica que predomina en la zona

4) El estudio denominado Manifiesto de Impacto Ambiental (MIA), aprobado por SEMARNAT es una farsa.

5) El proyecto contempla la desecación del lago Nabor Carrillo, que destruye un espacio de paso obligado en la ruta de la aves migratorias,

6) Eliminar el lago es eliminar un espacio natural que evita inundaciones en los espacios más bajos de la cuenca de México.

7) La continuación de la construcción del Nuevo Aeropuerto y el desarrollo de la Aerotrópolis en la región del lago de Texcoco, entre muchas cosas muy graves, concretará la alteración irreversible de la dinámica hídrica de la cuenca de México.

8) La sustitución del lago por una gran plancha de concreto (…) incrementaría la temperatura y aumentaría el efecto invernadero en el Valle de México.

9) El Plan Regional de Desarrollo Urbano del Valle Cuautitlán–Texcoco define a la  Zona del Vaso del Ex Lago de Texcoco como un área no urbanizable y se considera como Área Natural Protegida

10) Se encuentran amenazados los cuerpos de agua naturales que sobreviven del antiguo lago, lo que provocará más emisiones contaminantes (…) el futuro del aire que respiremos los 33 millones de habitantes de la ZMVM es el de un aire envenenado, un aire de muerte.

11) Se proponen erróneos planes de compensación ambiental

12) El NAICM significaría la destrucción definitiva el último espacio lacustre de nuestra Cuenca de México

13) La obra implica además destrucción de patrimonio arqueológico y paleontológico.

A los impactos ambientales, el FPDT cuestionó que la mayoría de los contratos para la construcción del NAICM fueron por adjudicación directa, que principal beneficiado con el proceso de contratación fue Carlos Slim, y que la gerencia general del proyecto se otorgó sin licitación abierta a la empresa Parsons International acusada en Estados Unidos de malas prácticas.

Y no es que el gobierno y los contratistas no supieran de todos estos impactos ambientales que la obra generaría, alertó Sócrates Silverio Galicia, académico de la Universidad Autónoma de Chapingo, quien de manera sencilla ha explicado porqué técnica y ambientalmente el NAICM no es viable en esa zona. Texcoco es la parte más baja de toda la cuenca y históricamente ha sido una zona inundable y que puede volverse a inundar. Debajo del lago hay mucha agua y además hay mucho lado y arcillas que hacen que los suelos sean altamente salinos y corrosivos.

Los diseñadores saben esto, pero en lugar de evitar la obra ahí, lo que han decidido es en realidad secar el lago con una técnica costosa económicamente y devastadora ambientalmente. Están cimentando la zona con doce metros de tezontle y doce metros de basalto. Eso explica la intensidad extractiva en 100 cerros y la apertura de al menso 160 minas, varias de ellas ilegales.

Pero en todo el diseño de este megaproyecto está imperando la irracionalidad capitalista: ¿se necesita sacar el agua del lago?, pues devastamos cerros y minas para hacerlo; ¿qué la laguna Nabor Carrillo atrae aves que ponen en riesgo las aeronaves que surcarán esos cielos?, pues secamos esa laguna; ¿qué el cerro de Chiconautla estorba para el despegue y llegada de los aviones?, pues rebanamos 26 metros de ese cerro.

Estos datos muestran la lógica que subyace a este proyecto: la lógica capitalista que busca ante todo, un gran negocio con la obra y con el futuro nodo aeroportuario, comercial e inmobiliario que está pensando en el NAICM y en los alrededores.

No importa que la construcción esté depredando los recursos de los pueblos aledaños y menos les importa la voluntad de los pobladores. Los gobernantes y los inversores solo están pensando en los grandes negocios. Es la irracional lógica capitalista de hacer negocios a costa de lo que sea.

Es además una visión colonialista que considera a esa región “atrasada” o “degradada” por lo que se piensa desde el poder central o desde la masa de capital, que hay que “llevarle desarrollo y progreso”, aunque eso implique una enorme devastación de cerros, bosques, materiales, cuerpos de agua. Y es una lógica que no respeta la voluntad de los pueblos y sus modos de vida, y su legítima decisión de reproducir sus tradicionales formas de vida.

Más allá de los impactos ambientales de por sí graves, el principal impacto político sería si López Obrador se decide por el NAICM sólo por cuestiones económicas y presiones de los inversores. Es decir, estaría supeditándose a la lógica capitalista, absurda e irracional de “llevar” progreso a costa de la destrucción y la devastación.

Lo que decida sobre este megaproyecto marcará cuál será la relación del próximo gobierno con los pueblos indígenas, con los más pobres, con los grandes capitales, la cuestiones ambientales, patrimoniales y, esencialmente, si será un gobierno que apueste por la vida y el respeto a la autodeterminación de los pueblos o por políticas que sólo ponen al gobierno de tapete para los grandes negocios privados.

Rubén Martín
Periodista desde 1991. Fundador del diario Siglo 21 de Guadalajara y colaborador de media docena de diarios locales y nacionales. Su columna Antipolítica se publica en el diario El Informador. Conduce el programa Cosa Pública 2.0 en Radio Universidad de Guadalajara. Es doctor en Ciencias Sociales. Twitter: @rmartinmar Correo: [email protected]

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