Chile es quizás el país modelo de América Latina. Se dice que se trata de la nación más europea en el Hemisferio Occidental.

Sin duda es una de los países donde la democracia liberal ha tenido un lugar privilegiado para florecer en América Latina, aunque no sin problemas de diversa índole. Durante un tiempo la estrecha nación sudamericana con una gran ribera hacia el Pacífico fue un tiempo gobernada por lo que se conoce en la historia como La República Presidencial, un periodo democrático que va del 18 de septiembre de 1925 al 11 de septiembre de 1973. Esto terminó con el golpe de Estado contra el Presidente Salvador Allende. A partir de ahí comenzó la época de la dictadura militar encabezada por el General Augusto Pinochet, que aunque brindó a Chile gran desarrollo económico, lo hizo desde el autoritarismo castrense. Esto cambió en la década de los ochenta, cuando se comenzó a gestar un gran movimiento democrático y republicano.

Este anhelo se concretó en la celebración del plebiscito de 1988, que abrió el camino de Chile hacia la democracia. Fue así que el país logró transitar institucional y pacíficamente hacia un régimen que promovió la prosperidad económica, el liberalismo político y el republicanismo. Los gobiernos de Patricio Aylwin, Eduardo Frei, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, constituyeron un gran momento democrático en el país.

Sin embargo, este desarrollo, en las condiciones latinoamericanas, no fue el más perfecto. Algunos sectores sociales fueron relegados respecto a otros en su crecimiento económico y bienestar material. Fue así que un grupo amplio de descontentos iniciaron una serie de revueltas, de Santiago a la Patagonia, en 2019. Este proceso político desembocó en un referéndum para aprobar una nueva Constitución de inspiración izquierdista que desaprobó la mayoría ciudadana. Algunas propuestas eran realistas, otras no. Quizás se pedía demasiado al Estado chileno. La frase “desde el nacimiento hasta la muerte” fue vista por muchos chilenos y muchas chilenas como una utopía financieramente inalcanzable.

Cuatro años después, un nuevo referéndum, esta vez para apoyar una nueva Constitución, pero de inspiración derechista, volvió a ser rechazada por la ciudadanía chilena. El principal cambio propuesto era otorgar al sector privado un mayor papel en los ámbitos de la salud, la educación y la seguridad social.

Los chilenos ahora están en un periodo que se podría describir como de cansancio reformista. Este sentimiento fue expresado recientemente por el Presidente Gabriel Boric, quién indicó que, por el momento, lo mejor para los chilenos sería continuar viviendo con la Constitución promulgada durante el gobierno de Augusto Pinochet. Se trata de una situación que quizás a nadie le guste pero que, ante las opciones presentadas, han probado ser más razonable. Quizás la mayor enseñanza de esta historia es que no todo el pasado debe rechazarse ni toda innovación es, en sí misma, conveniente.

Gustavo de Hoyos Walther

https://www.sinembargo.mx/author/gustavodehoyos

Abogado y empresario. Ha encabezado diversas organizaciones empresariales, comunitarias, educativas y filantrópicas. Concentra su agenda pública en el desarrollo de líderes sociales (Alternativas por México), la participación ciudadana en política (Sí por México) y el fortalecimiento del estado de derecho (Consejo Nacional de Litigio Estratégico).

Los contenidos, expresiones u opiniones vertidos en este espacio son responsabilidad única de los autores, por lo que SinEmbargo.mx no se hace responsable de los mismos.

#Entrevista ¬ Claudia le dijo NO a Massive Caller en 2018. Ahora “pronostica” “triunfo” de Xóchitl