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Gustavo de Hoyos Walther

20/09/2022 - 12:03 am

Desatinos Internacionales

“Llevada hasta sus últimas consecuencias, el modelo obradorista entrañaría que México cerrara sus misiones, embajadas y consulados en el mundo. Una idea absurda, desde luego, pero que se deriva lógicamente de la formulación obradorista”.

Durante su campaña presidencial, el candidato Andrés Manuel López Obrador le propuso a la ciudadanía un paradigma inédito: la mejor política exterior debería ser la política interior. Esto quería decir que México debería voltear la espalda al mundo y dedicarse a arreglar su propia casa. Una interpretación caritativa de esta propuesta sugeriría que, como dice el dicho popular, no es buena idea ser farol en la calle y oscuridad en casa.

Pero como en el caso de otra frase con consecuencias catastróficas -“abrazos no balazos”- la propuesta de López Obrador no resiste el menor escrutinio analítico. En primer lugar y siguiendo a perogrullo: la política exterior es la política exterior y la política interior es la política interior. Querer sacrificar una en beneficio de la otra es irresponsable para un Estado como México. Llevada hasta sus últimas consecuencias, el modelo obradorista entrañaría que México cerrara sus misiones, embajadas y consulados en el mundo. Una idea absurda, desde luego, pero que se deriva lógicamente de la formulación obradorista.

En los hechos, el Presidente Andrés Manuel López Obrador – como era obvio para cualquier observador – no pudo llevar a México a la autarquía. Esto ocurrió casi desde el primer momento de su mandato: su acercamiento a los regímenes autoritarios de América Latina es patente e inocultable. Destacan, por su virulencia, el apoyo diplomático y retórico a gobiernos como el de Cuba y Nicaragua. López Obrador también ha violado su propio apotegma en lo que se refiere a las relaciones del país con dos de sus aliados más estratégicos: Estados Unidos y España. En cuanto al primero, no sólo cometió la pifia de no felicitar a Joseph Biden por su victoria presidencial, sino que sus acciones detonaron y mantienen un litigio comercial que está condenado a estropear lo que debería ser una excelente relación económica. En cuanto a España, los dichos y acciones del Presidente mexicano han causado conflictos diplomáticos evitables.

Últimamente, el Presidente de México ha cambiado su retórica y ya no habla de que la mejor política exterior es la interior. En su lugar, y de una manera extraña, ha pretendido erigirse en una especie de estadista con influencia internacional, que puede resolver complejos problemas globales o internacionales. Sin estar preparado para ello, acude a la ONU para hablar de lugares comunes en discursos llenos de retórica vacía que harían ruborizarse al personaje de Cantinflas en su famosa película Su Excelencia. Al menos en ella, Cantinflas logra ganarse la simpatía de líderes mundiales. En contraposición, los discursos de López Obrador no han conmovido a nadie y sí avergonzado a muchos.

En un último episodio de esto que se parece cada vez más a una ópera bufa si no tuviera graves consecuencias para la imagen de nuestro país, el Presidente mexicano se atrevió a proponer un plan que, según él, podría llevar a la paz en Ucrania. Si lo que pretendía era ser un mediador diplomático, su esfuerzo fue pronto contrariado por el propio Gobierno ucraniano que, mediante un vocero del más alto nivel, hizo saber que el plan estaba mal concebido, pues, entre otras cosas, servía al interés de Rusia. Todo el episodio nos habla de lo mal preparado que está el Presidente de la República para entender la realidad internacional y el papel que le corresponde a México en el mundo.

Es muy posible que el Presidente decida ya no someter su mal pensada propuesta ante la Asamblea General de la ONU, pero si finalmente lo lleva a cabo, estaremos ante otro episodio de vergüenza nacional. México cuenta con un servicio exterior de carrera formado a lo largo de décadas y con un claro entendimiento de los espacios, las posiciones políticas y el papel de México en el concierto internacional. Ojalá, que se les escuche y con ello nuestro país retome el liderazgo que por muchos años distinguió a México.

Gustavo de Hoyos Walther
Abogado y empresario. Ha encabezado diversas organizaciones empresariales, comunitarias, educativas y filantrópicas. Concentra su agenda pública en el desarrollo de líderes sociales (Alternativas por México), la participación ciudadana en política (Sí por México) y el fortalecimiento del estado de derecho (Consejo Nacional de Litigio Estratégico).

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