Las respuestas de Carmen Salinas a sus detractores no están fuera de contexto. Así se ha manejado siempre. Que alguien pretenda en su absoluta imbecilidad, creer, que con el solo hecho de llegar a Diputada el rayo iluminador de Dios la guiaría se equivoca.

Claro que no deja de ser sintomático del país en el que vivimos. No es ella el problema, es la perversión del sistema que permite una cantidad estratosférica de diputados y senadores de representación proporcional.

Esas quizá sean las posiciones más ambicionadas por los políticos. No hay necesidad de hacer campaña ni desgastarse. Pueden nadar de muertito el trienio o el sexenio que al final de cuentas no le deben su candidatura más que a su partido.

Una apuesta interesante sería saber que tanto han influido en la aprobación de las reformas todos estos. Por pura curiosidad deberíamos preguntarnos en que porcentaje los proporcionales no como partido, sino como bloque de votos han decidido asuntos trascendentales que nos perjudican.

Leí hace muchos años (me duele no encontrar la fuente, agradecería si alguien me ayuda) que en un país europeo, si en un distrito electoral no votaba cierto porcentaje, la curul quedaba vacía. Imagino que nos ahorraríamos muchísimo dinero si ese ejemplo se pudiese seguir en México. Por supuesto que en nuestro país los primeros en salir en defensa de los plurinominales serían los directamente perjudicados o beneficiados de ello.

Ya los imagino hablando hasta por los codos de la necesidad de respetar la integridad de una democracia que solo existe en su cabeza.

El caso de Carmen Salinas es indignante por donde lo veamos. Es una cachetada al ciudadano común, que soñaría con tener una oportunidad como esa. Quizá ese sea el meollo del asunto. En lo más recóndito de nuestro ser nos molesta que una persona tan poco calificada llegue a una posición de poder sin más mérito que salir en la televisión.

Umberto Eco dijo que no salir en televisión es un signo de elegancia. Es claro que los medios masivos crean agendas cuya mayor consecuencia es ver a personajes no solo como la señora Salinas, que por supuesto  no  es la más impresentable, hay hasta presidentes con historias de telenovela.

El hombre es un ser político por naturaleza, y es claro que no descubro el hilo negro al hablar de grupos de control, que avanzan una agenda en contra de sus gobernados.

Un sistema democrático es un engranaje complejo de instituciones que se vigilan entre sí (Fukuyama dixit), nuestro sistema es lo más alejado de eso.

La democracia ha muerto cuando los personajes de la televisión gobiernan el país, cuando lectores de noticias pasan por intelectuales y se hacen millonarios de contratos con el gobierno.

Vivimos el peor de los mundos. Una extraña dicotomía donde el Presidente ve un país de primer mundo y sus ciudadanos de cuarto.

Y más de la mitad de la población en pobreza es el elefante en el closet. Mientras eso sucede, ya hay una petición con más de cien mil firmas, para que le quiten la diputación a la señora Salinas. Ella ha respondido con clásica elegancia.

Y nosotros firmaremos indignados desde la comodidad de una computadora, que en sacarla, sí señor, se nos va el futuro de la patria.

Ramiro Padilla Atondo

https://www.sinembargo.mx/author/rpadilla

Ramiro Padilla Atondo. Ensenadense. Autor de los libros de cuentos A tres pasos de la línea, traducido al inglés; Esperando la muerte y la novela Días de Agosto. En ensayo ha publicado La verdad fraccionada y Poder, sociedad e imagen. Colabora para para los suplementos culturales Palabra del Vigía, Identidad del Mexicano y las revistas Espiral y Volante, también para los portales Grado cero de Guerrero, Camaleón político, Sdp noticias, El cuervo de orange y el portal 4vientos.

Los contenidos, expresiones u opiniones vertidos en este espacio son responsabilidad única de los autores, por lo que SinEmbargo.mx no se hace responsable de los mismos.

#Análisis ¬ Taboada y Xóchitl usan la tragedia de la L12; familias piden no lucrar