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Arequipa: los secretos de la dama blanca del sur de Perú

21/10/2016 - 12:00 am

La puerta de entrada al mítico Cañón del Colca es también uno de los centros coloniales más interesantes de Latinoamérica, una ciudad encerrada entre volcanes que deja un cielo azul profundo y un paisaje típico andino.

Por Viajar Ahora

Ciudad de México, 21 de octubre (SinEmbargo/ElDiario.es).– Si se llega desde Lima, lo primero que llama la atención de esta ciudad encajonada entre volcanes es el azul profundo de su cielo. Ni rastro de esas brumas perpetuas de las costas. Los más de 2 mil 300 metros de altitud regalan aires limpios y brillantes que acentúan la belleza de la propia ciudad y la verde campiña que la rodea. Lo segundo es el propio emplazamiento del lugar. La silueta de tres volcanes gigantes marcan el horizonte de Arequipa. El Chanchani, el Pichu Pichu y el imponente Misti (de cuyos hielos nacen las primeras aguas de lo que luego será el Río Amazonas) marcan un horizonte típicamente andino de cimas que se acercan a los 6 mil metros de altitud sobre el nivel del mar. Lo tercero es la pulcritud y la belleza de la ciudad.

La Blanca, la llaman, por la abundancia de casas construidas en piedra de un color casi níveo (ignimbrita). Ciudad colonial en mayúsculas y puerta de entrada del impresionante Cañón del Colca, la garganta más profunda del mundo y hogar de cóndores y dioses antiguos. Levantada una y otra vez, a causa de hasta cinco terremotos, con escrupuloso respeto a un pasado del que los arequipeños se sienten orgullosos.

Plaza de Armas de la ciudad de Arequipa, corazón del casco colonial. Foto: Viajar Ahora, ElDiario.es
Plaza de Armas de la ciudad de Arequipa, corazón del casco colonial. Foto: Viajar Ahora, ElDiario.es

Arequipa es la capital del sur peruano. Urbe industriosa y centro de una de las regiones más ricas del país, es también la cuna del Nobel Mario Vargas Llosa y uno de los polos culturales más activos de Perú. Pujante, pero muy respetuosa con el pasado, un aspecto que queda patente cuando se recorren las calles empedradas del Centro Histórico, uno de los mejor conservados de toda Latinoamérica. Como sucede en otras ciudades de traza hispánica, la Plaza de Armas es el epicentro de la Arequipa original. Plaza animada, arbolada y decorada con una fuente a la que se abren algunos de los edificios más importantes del lugar. Como la Catedral o los imponentes portales de Las Flores o San Martín, paseos porticados de dos plantas que nos recuerdan a las ciudades castellanas.

Desde aquí parten en un perfecto damero las calles que desgranan un casco histórico en el que van apareciendo iglesias, museos, casas solariegas y pasajes encantadores. Conviene el paseo sin rumbo para dejarse sorprender por lo que nos va apareciendo. Nadie diría, por ejemplo, que tras una sencilla fachada de la calle Santa Catalina se esconde el impresionante Museo de los Santuarios Andinos donde se encuentra la Momia de Juanita, la ‘niña de los hielos’, una joven de unos 14 años de edad que quedó congelada después de ser sacrificada como ofrenda a las montañas por los incas hace más de 500 años. Junto a ‘Juanita’, que fue descubierta cerca de la cima del volcán Ampato, se encontró un espectacular ajuar funerario que sirve como eje conductor para explicar el cómo y el porqué de los sacrificios humanos de alta montaña en el mundo incaico. Es uno de los mejores museos de Latinoamérica.

Si se quiere seguir buceando en el pasado más remoto de la región se puede continuar la visita por el Museo Arqueológico de la Universidad de Santa María en el que se exhiben más de 10 mil objetos que van desde las primeras sociedades pre cerámicas hasta la época colonial.

CON LA IGLESIA HEMOS TOPADO

Como sucede en todas las ciudades de raíz española, la presencia de la Iglesia Católica en las calles de Arequipa es abrumadora. Enumerar todas y cada una de las parroquias, sus tesoros, sus particularidades y excepcionalidades sería una tarea ardua. Conviene dejarse llevar por la intuición e ir picando acá y allá según se pasea. Pero hay visitas obligadas. La Iglesia de la Compañía de Jesús ocupa media cuadra a apenas unas decenas de metros de la Plaza de Armas.

Cúpula de la Capilla de San Ignacio, en Arequipa. Foto: Viajar Ahora, ElDiario.es
Cúpula de la Capilla de San Ignacio, en Arequipa. Foto: Viajar Ahora, ElDiario.es

Sus espectaculares y preciosistas claustros son una parte más de las calles y paseos de la ciudad, pero lo que se encuentra en el interior supera cualquier expectativa. Obra cumbre del barroco arequipeño, el edificio guarda una verdadera joya única en el mundo: la Capilla de San Ignacio. Este espacio decorado con frescos que nos recuerdan a una selva donde animales de todos los colores se mezclan con árboles, flores, frutos… Dicen que en este lugar se preparaban los misioneros que se internaban en lo más profundo de la selva en busca de las tribus más recónditas de los bosques que se extienden tras las cimas de Los Andes.

El otro ‘lugar sacro’ que hay que ver sí o sí es el Monasterio de Santa Catalina. No es este un cenobio al uso. Más allá de la propia iglesia o los claustros, aquí se creó una verdadera ciudad a intramuros en la que convivió durante siglos, una de las comunidades de religiosas más exclusiva del mundo. Para ingresar en Santa Catalina había que ser rica; muy rica. Y eso se nota. Las celdas se convirtieron en pequeñas casas de tres o cuatro habitaciones y los oscuros corredores típicos de los conventos al uso son aquí pasajes que recuerdan a Andalucía, calles empedradas, pequeñas plazas con fuentes y estanques, zonas de descanso, miradores elevados… Para darse cuenta del ‘nivel’ de las hermanas valga un dato: aquí vivían unas 180 monjas y una corte de más de 350 sirvientas.

Plazas y calles del Monasterio de Santa Catalina, en Arequipa. VIAJAR AHORAFoto: Viajar Ahora, ElDiario.es
Plazas y calles del Monasterio de Santa Catalina, en Arequipa. VIAJAR AHORAFoto: Viajar Ahora, ElDiario.es

LOS ENCANTOS DE YANAHUARA

El Puente Grau sirve para salvar el cauce del Río Chili y cruzar hasta Yanahuara. Apenas hemos caminado un centenar de metros desde las últimas casas del centro histórico de Arequipa. Y estamos en otra ciudad. Pequeña pero intensa. Conviene caminar junto al río a través de la avenida Francisco Bolognesi para internarnos en este pequeño laberinto de callejuelas a través de la Cuesta del Ángel para descubrir uno de los lugares con mayor encanto de todo Perú, que ya es decir. Se repiten las imágenes de casas de piedra blanca. Pero las calles estrechas y la costumbre de adornar las fachadas con macetas de flores nos trasladan de inmediato hasta el Sur de España. La calle escala con rapidez hasta la Plaza desde donde se pueden ver impresionantes vistas sobre el Valle del Chili y los volcanes.

La Iglesia de San Juan Bautista preside el lugar como testigo fiel de la historia de la ciudad y el país. DE su portada dicen que se trata del mejor ejemplo de síntesis de la tradición barroca española y el mundo simbólico y estético de los antiguos incas del sur de Perú. Y también la más antiguas de las edificaciones que mezclaron los dos mundos.

Mucho más sencillo en formas y ornamentos es el Monasterio de La Recoleta. Como sucede al otro lado del Puente Grau, el exterior de este cenobio es sencillo; casi espartano. Pero de puertas adentro se descubren claustros, salas de oración, un interesante museo arqueológico y amazónico y hasta una biblioteca en la que se guardan libros que datan de los tiempos en los que España enseñoreaba estos lugares. No es mala idea dedicar un buen rato al callejeo para descubrir lo que este antiguo barrio de Arequipa ofrece.

Tienda de artículos religiosos en el centro de la ciudad de Arequipa. Foto: Viajar Ahora, ElDiario.es
Tienda de artículos religiosos en el centro de la ciudad de Arequipa. Foto: Viajar Ahora, ElDiario.es

COMER EN AREQUIPA

ChichaMagistralmente conducido por el chef Gastón Acurio, Chicha es una de las mejores opciones para descubrir el fenómeno de la nueva cocina peruana. Platos tradicionales con ese toque de fusión de los nuevos cocineros del país. Aquí fue donde probamos, por primera vez, el cuy. Para darse un capricho.

La Nueva Palomino. Cocina tradicional peruana sin artificios ni añadidos. Buenos precios y raciones. Según los naturales, una de las pocas ‘picanterías’ auténticas que aún quedan en la ciudad.

El Cuy, uno de los platos más curiosos de la cocina tradicional peruana. Foto: Viajar Ahora, ElDiario.es
El Cuy, uno de los platos más curiosos de la cocina tradicional peruana. Foto: Viajar Ahora, ElDiario.es

El Tío DaríoEspectacular ubicación a dos pasos de la Plaza de Yanahuara. Carta centrada en los productos del mar. La selección de piscos especiados es impresionante. Atención de primera y amabilidad.

Pezcadores. Una de las mejores cevicherías de la ciudad. Pescados y mariscos de primera calidad. Para muchos, de lo mejor para probar las especialidades marineras de la cocina peruana. Inmejorable atención. Más que recomendable aunque esté algo lejos del centro.

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