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Javier Solórzano

23/04/2012 - 12:00 am

La mesa que más aplauda

La llamada “Mesa de la Verdad” no tenía futuro. Desde que el PAN mandó el debate al Puente de Vigas, la posibilidad se colapsó. No había manera de un debate bajo esas condiciones, a lo que se sumó una contra propuesta del PRI de no hacerlo en el puente sino en lo que ellos llaman […]

La llamada “Mesa de la Verdad” no tenía futuro. Desde que el PAN mandó el debate al Puente de Vigas, la posibilidad se colapsó. No había manera de un debate bajo esas condiciones, a lo que se sumó una contra propuesta del PRI de no hacerlo en el puente sino en lo que ellos llaman distribuidor vial. Subirse al puente, colocar una mesa de manera improvisada, tener como público a los vecinos y a los acarreados, más la necesaria e infaltable presencia de los medios de comunicación creo un entorno en donde sólo si los “debatientes “asumían una actitud de convencimiento por el diálogo se darían las cosas.

El PRI optó por subir al puente en donde, según palabras de Gustavo Madero, eran “bienvenidos”. Los representantes del PRI asumieron que sino era ahí, no iba a pasar nada, y como ellos fueron los que lanzaron el reto, le dieron continuidad a su propuesta. Si el PRI no hubiera subido al puente, no creo que el PAN hubiera bajado del mismo. Parecía que la única manera en que se dieran las cosas, por decirlo de alguna manera, era si el PRI se acercaba; el otro escenario, que bajara el PAN, al final ni siquiera se consideró.

Parecía que para lo único que podía servir lo que estaba sucediendo era para crear condiciones para un segundo debate. Si algo era necesario y si verdaderamente querían dialogar la clave estaba en pensar en el diseño de nuevas condiciones para un debate de a de verás. Como estaba la “mesa” no había manera de saber si Peña Nieto había cumplido o no el compromiso 127. Al final, no pasaron ninguna de estas dos cuestiones: ni hubo planteamientos firmes para un nuevo debate bajo nuevas condiciones para ello, ni supimos si se cumplió o no el afamado compromiso.

Desde la primera participación de uno y otro partido, más vehemencia panista que priísta, el tono y el uso del lenguaje fue más que de debatientes propios de la arenga política. A esto se sumó que en el público se habían colado entre vecinos algunos simpatizantes del PAN lo cual fue calentando los ánimos aún más. Cada vez que se expresaba alguna idea aparecían voces a favor y en contra. De más  menos escucharse pasamos al ya no se escucha nada.

Independientemente del frustrado debate lo que es un hecho es que la obra lleva cuatro años y no se ve que estén haciendo nada por ella. Los vecinos están hasta el gorro porque en medio de la obra se han ido enquistando ladrones que no los dejan ni siquiera cruzar la calle en ciertas horas del día, sobre todo en la noche.

El “debate no debate” bien podría ser la base para que se termine de una vez por todas la obra ¿Se cumplió o no el compromiso 127?  Todo depende desde donde se vea. Es una obra que lleva cuatro años en construcción y que ha reunido todos los vicios de la política en el país. Si ya no hubo un nuevo debate ni habrá lo menos que podrían hacer es ponerse de acuerdo para terminar el puente o el distribuidor vial. La obra es necesaria y todos, absolutamente todos, incluyendo al Gobierno del DF, están involucrados. Estamos convencidos de que cualquier posibilidad de diálogo arriba o abajo del puente es necesaria, con todo y que al final pasen cosas como las del martes pasado, por eso fuimos y volveríamos a ir.

Javier Solórzano
Es periodista. Conductor de radio y televisión.

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