Maricela Guerrero: “Cómo te buscas tiempo para escribir”, dice la poeta

24/11/2018 - 12:03 am

Una técnica para conseguir tiempo, un tiempo para la escritura. A eso se dedican las mujeres como Maricela Guerrero, una aclamada poeta, que recientemente ha publicado El sueño de toda celula, por Ediciones Antílope.

Ciudad de México, 24 de noviembre (SinEmbargo).- Maricela Guerrero es una aclamada poeta, como tal ha publicado Desde las ramas una guacamaya (Bonobos CONACULTA, 2006), Se llaman nebulosas (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2010), Kilimanjaro (Mano Santa, 2011), Peceras (Filo de caballos, 2013) y su último trabajo es El sueño de toda célula (Ediciones Antílope).

Además es mujer, docente y feminista y se inventa tiempo para escribir.

Ha hecho recientemente un taller con la cineasta alemana Doris Dorrie, la que le ha enseñado una técnica por la que aprendió a hacer tres libros, a los que ha mandado a concurso.

¿Qué pasa con el tiempo de las mujeres para la escritura? Pareciera ser que tienen la misma cantidad de tiempo que los hombres, pero cuando sostienes el hogar, educas a tus hijos, tienes una pareja, ¿en qué momento aparece ese espacio vital para la creación?

Maricela es guerrera y ahora se pasa a la narrativa. Quiere explicar cómo es la novela de un poeta y que dejemos todos de parcelar los géneros, para vivir la experiencia transformadora de la palabra.

El sueño de toda célula es su poemario reciente. Foto: Facebook

–¿Qué estás haciendo?

–Ahora estoy escribiendo mucho. Hace más de un año tomé un taller con Doris Dörrie, una cineasta alemana, maravillosa, súper jovial, increíble y nos explicó su metodología para escribir, con todas las cosas que hace. Ama de casa, cineasta, profesora, cómo entre todas esas actividades te buscas tiempo para escribir, aplicamos una técnica que consiste en escribir 10 minutos a la mañana sin parar, con cronómetro, para sacar todo lo que te preocupa y todo lo que traes encima, eso lo sueltas y a lo largo del día te vas encontrando minutos libres y te pones a trabajar en tu proyecto. Con esa técnica escribí tres libros este año, todos están en concurso, me divertí muchísimo haciéndolo. La ganancia ya está. Ahora, por fin, le estoy haciendo ojitos a la narrativa, empecé a tirar párrafos a ver qué sale. Es algo que tiene que ver con lo que me hubiera gustado que me dijeran en la secundaria para ser feminista más rápidamente.

–¿Esto de la narrativa entonces también tiene que ver con el feminismo, contar las cosas que pasan con las mujeres?

–Sí, me gustaría escribir algo para mi niña, que tiene 9 años, que ya empezó los temas de la adolescencia y de la incomodidad de no ser lo que se espera que seamos. ¿Cómo acercarnos a estas jovencitas hermosas para que justo recuperen su hermosura y su chispa y no dejen que se las quite nadie? Un poco va por ahí acercarme a la prosa y acercarme a un lenguaje para hablar a estas chicas.

¿Cómo acercarnos a estas jovencitas hermosas para que justo recuperen su hermosura y su chispa y no dejen que se las quite nadie? Foto: SinEmbargo

–¿Habrá un mundo posible donde a los adolescentes se los deje ser adolescentes?

–Ojalá y sí. Hay que luchar mucho porque así sea. Me parece que necesitamos espacio para que ellos exploren, experimenten, conozcan, se sientan queridos y cuidados por una sociedad que a veces parece que les da vuelta la espalda. Una sociedad que no se preocupa por darles espacio para investigar, para crear, para reunirse, para jugar, es muy triste que haya pocas calles jugando ahora, con jóvenes echando la cascarita. Necesitamos recuperar las calles, que los jóvenes las recorran en patinetas, en bicicletas, con un balón, esos espacios son muy valiosos.

–Las escuelas deberían educar a que las chicas se conozcan con los chicos y no tanto dónde está aquel país que te enseñan

–Claro. A respetarse mucho más, sobre todo el tema de convivir, lo que menos nos está conviniendo ahora es separar a los chicos de las chicas, lo que nos conviene más es confiar en que la naturaleza de las personas es generar empatía y tratar de dar estas posibilidades, uno de los grandes problemas es esta cuestión de parcelar, de separarlo todo, necesitamos como esperar lo mejor y no lo peor.

–Eres una poeta reconocida, en esto de volcarte a la narrativa, ¿dejarás la poesía?

–Yo creo que ambas estarán involucradas, mi trabajo para licenciatura fue Una novela como nube, de Gilberto Owen. Es la novela de un poeta, que me divirtió muchísimo, me divertía mucho este personaje fantoche, haciendo jueguitos de palabras y malabares, como Owen describe los celos es antológica…Creo que esa parcelación es del mundo literario también. Los poetas por un lado, los narradores por otro, los ensayistas más allá, los dramaturgos los mandamos a otro canal y la verdad es que el trabajo con la palabra tiene sus peculiaridades, al final de cuenta es como el mismo enfrentamiento, de generar un lenguaje, de generar estructuras que te permitan decir cosas, mostrar una postura en el mundo. Los que hacen guión, que me parece el género plus ultra de la literatura.

–Hay un nuevo proyecto que traes

–Sí, es un proyecto que llevo a cabo con Yolanda Segura, una poeta y además somos pareja. Se llama Pan Caliente Editoras, donde tenemos dos colecciones. La primera se llama Pan para llevar, donde organizamos una lectura y hacemos una plaquete donde el público se la podrá llevar pagando el precio de lo que sale el pan en el lugar que lo estamos organizando. Jugamos con esta cosa del precio y del valor. La otra colección se llama Pan de feria, donde publicamos primeras obras de nuevos escritores. La primera es Monserrat Acuña, una chica muy brillante de Querétaro. Se llama Muñelocos, donde hace una denuncia de la precarización del trabajo de los jóvenes y cómo le da la vuelta y juega con como somos absorbidos por el sistema.

Cuatro poemas de Maricela Guerrero

 Día de precipitaciones I

Y en menos de que lo cuento: mierda

un microbús arrancó la facia con faro con defensa,

asegurada entonces, llegó el ajustador y luego—dos horas después—el

otro,

luego que mierda que los dineros, esas cosas de la vida:

que el deducible, que me lleva el tren y llueve

y yo que me iba al yoga, de monje tibetana al karma serenar,

la precipitación, días de plumaje lluvioso

¿qué se le va a hacer? Un café tres lecturitas y respiraciones

concéntricas

así que el dinero va y viene y entre los microbuses se detiene

libros, respira

precipitaciones en incontinencias gramaticales

acariciables,

respira

palabras que se precipitan más cercanas que ajustador que facia que faro

que defensa.

 

Día de precipitaciones II

 

Y luego que lo del chevy rojo,

mucha agua, me digo, ahora se quita: evaporaciones;

no lleves nada que no amerite el viaje —Kavafis, pienso—

vámonos pronto, allende el mar de las inundaciones, el frío, no hay paraguas a la medida de un deseo, sospecho y escurro;

diluvia todo el santodía

ni en qué atajarse y el resfriado, flor de melancolía o depresión según la sintonía histórica de los involucrados,

probable pero, ¿quién asegura nada? melancolía o depresión:

café y un aspirina, también:

la vuelta a casa, en el parabús como en acantilado al borde,

espera

uno dos tres micros raudos rápidos y salpicones nos remojan:

sólo el perro que me orine —también pienso: melancolía o depresión como uno guste,

luego que lo del chevy: raudo raudo que pronto que uno se acostumbra a un coche y eso que no nacimos en él ni nos     cortó el ombligo.

 

Alaska

Por la avenida Insurgentes pasa un tráiler y suena su claxon como bocina de barco, nos miramos:

de proa a popa

de babor a estribor

hacemos planes: Anchorague, isla de Kodiak

nos embarcamos, the fishing licency en regla: pescamos arenques y salmones, viajamos, bebemos:

zarpamos

aunque más bien en micro al metro, de ahí cada quien para su

casa y sin salmones.

 

Cantiniana

Estoy en el rincón de una cantina

—por supuesto—

allá en la mesa del rincón…..

rincones, líneas que se cruzan como perros silvestres y lúbricos:

¿otra cerveza?

¿un tequilita?

¡qué amargas son las cosas de la vida!

un poco la cerveza, también

ergo

todas las cantinas tienen un rincón

y luego Machado:

un corazón solitario no es un corazón

es un hígado arrinconado —pienso—

y ahorita ya no sé si tengo fe.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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