El ex Presidente Felipe Calderón Hinojosa no ceja en el empeño de mantener firme su presencia en los medios y en las redes sociales. Incluso se da el lujo de presumir sus logros y exigir a la actual administración federal soluciones a conflictos como el de Michoacán, por ejemplo.

Pero al paso del tiempo, y a la luz de los hechos, los dichos de Calderón Hinojosa se tornan cada vez menos creíbles, sobre todo si, como ayer, en una entrevista concedida al diario paraguayo ABC, decide hablar de temas como la corrupción.

Calderón no tiene cara para hacerlo si se enlistan, por ejemplo, los escándalos por desvío de recursos y tráfico de influencias que, en su sexenio, detonaron sus mejores amigos y colaboradores más cercanos.

Al periodista Hugo Ruiz Olazar, el ex Jefe del Ejecutivo federal le dijo, al tocar el tema de la seguridad y la corrupción policiaca que encontró al inicio de su sexenio: “Es una desgracia, pero la corrupción es un mal endémico de México. Acabó la seguridad. Con su poder sobre la policía extorsionan, secuestran empresarios, cobran cuotas a la tienda de la esquina, cobran por protección a los comerciantes, a los ganaderos. Matan periodistas…”.

Sin embargo, el ex Presidente no se refirió a la corrupción que ejercieron sus cercanos, quienes fueron denunciados en tiempo y forma ante las autoridades, ni tampoco las acusaciones que se difundieron sobre su persona, como su supuesta relación con Iñaki Urdangarin, yerno del rey de España, quien está acusado de corrupción y quien, según pruebas entregadas a las autoridades españolas, recurrió a las “muy buenas relaciones” de la Casa Real con el ex Presidente Felipe Calderón para buscar negocios en México, particularmente en proyectos de agua pública, desarrollos turísticos y de energía eólica.

Están consignadas en la prensa, las irregularidades con contratos de Petróleos Mexicanos (Pemex) para beneficiar a la familia del fallecido Juan Camilo Mouriño, ex titular de la Secretaría de Gobernación (Segob) y quizá el amigo más cercano a Felipe Calderón.

El caso de César Nava Vázquez, su amigo y colaborador cercanísimo, quien fue involucrado también en una operación millonaria de desvíos de recursos en Pemex. Está también en entredicho su relación con la ex líder del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación (SNTE), Elba Esther Gordillo Morales, a quien el erario público le entregó cifras millonarias en el gobierno anterior.

Está el caso de la concesión de casinos, dos minutos antes de que concluyera el sexenio calderonista, a los socios de Producciones Móviles, SA de CV y Exciting Games, S de RL de CV, que fueron identificados como “personas relacionadas con la delincuencia organizada” y, pese a que lo sabía, la Secretaría de Gobernación no dudó en expedir los permisos.

Y bueno, entre las decenas de denuncias, apenas en agosto pasado, los medios difundieron que Alejandra Sota Mirafuentes, vocera de la Presidencia y también amiga de Calderón, utilizó su posición para lucro personal y de un grupo de amigos, quienes constituyeron una “sociedad civil”, a través de la cual le cobraron al gobierno federal “asesorías” por 45 millones de pesos.

Ayer, el diario Excélsior divulgó que la Secretaría de la Función Pública (SFP) tiene abierta una indagatoria en contra de Alejandra Sota por los presuntos delitos de peculado y tráfico de influencias.

Si la corrupción “es un mal endémico en México”, como dice Calderón, es precisamente porque gobiernos como el suyo permitieron a los funcionarios servirse con la cuchara grande, principalmente los más cercanos, lo que es un mayor agravio para la sociedad.

Por eso, ahora, que Felipe Calderón venga a denunciar a la corrupción como un cáncer no es creíble para nadie. ¿Con qué cara puede hablar del asunto?

Redacción/SinEmbargo

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