ENTREVISTA | El rock es crimen y es pasión en la novela “Clowns”, de Felipe Ríos Baeza

28/01/2017 - 12:04 am

El catedrático chileno ha presentado su ópera prima. Una novela en clave del rock chileno, un costado poco explorado por la literatura pero que tiene grandes cosas para decir, sobre todo a mediados de los ’90, cuando transcurre la historia.

Ciudad de México, 28 de enero (SinEmbargo).- Felipe Ríos Baeza es un experto en Roberto Bolaño. Como tal ha presentado el sustancial libro Una narrativa al margen. Claro que por una narrativa al margen también incluye a Enrique Vila-Matas, a Michell Houllebecq, a Martin Amis y como digno representante de esa corriente, ha realizado su ópera prima dedicada al rock.

No a cualquier rock, sino al rock chileno, un costado poco explorado por la literatura, pero que tiene muchas cosas para decir a mediados de los ’90, cuando transcurre la historia.

Nacido en 1981, Felipe es un hombre dedicado íntegramente a la literatura. Ahora da clases en la Universidad de Querétaro y antes supo sacar brillo a su cátedra en la Universidad de Puebla. Como joven, es un viejo ceñido totalmente a los ritmos de los tiempos establecidos por los libros y es también un hombre atado a un futuro donde el horizonte se mide por las letras.

En la novela de Ríos, los integrantes de la banda de rock Artaud viven con intensidad su pasión por la música. La banda está formada por Jano, ambicioso músico, desesperado por convertirse en estrella de rock pero al mismo tiempo deficiente letrista que se roba las letras de los diarios de su novia; Blas, baterista y pornógrafo; y Mona la bajista, el personaje sensible de la novela, gracias a cuyas letras la banda parece exitosa.

La novela transcurre en esa etapa donde la democracia comenzó a hacer sus andadas en Chile, luego de la tremenda y larga noche de la Dictadura pinochetista. Para antecedente, un pasado rockero y olvidable del autor. Aquí, la nota.

Creo mucho en el rock chileno de mediados de los ´90. Foto: Especial
Creo mucho en el rock chileno de mediados de los ´90. Foto: Especial

–¿El rock es crimen?

–Sí, yo creo que sí. Pero debe de ser esos crímenes blancos, debe de ser esos secuestros donde se devuelve el cuerpo. Es un arrebato de la realidad cotidiana, igual que la literatura y el cine, en forma intensa. No es paulatino, no es suave.

–¿Cómo nació esta historia?

–La historia nació como suelen nacerme las historias, a través de un disparador, de una imagen que me despierta ciertos intereses. Surgió viendo un grupo de rock en Puebla, entonces estaban tocando ellos en forma muy precaria, pero ver la energía que proyectaron en el escenario me sorprendió mucho. Me retrotrajo a mis experiencias a principios del siglo XXI en Chile, de querer abrirme un espacio con mi banda. Esa fue mi primera motivación contar los entretelones que suceden en un grupo de rock, que no siempre es grato. Siempre vemos a los payasos, pero no lo que se cuece detrás. A mí me gusta mucho las biografías de rock, porque es donde te enteras de las cosas que no sueles enterarte en forma pública.

–Tú eres muy joven y podrías estar formando ahora una banda de rock

–Pues mira, ahora me interesan otras cuestiones, pero la verdad es esencial en su momento cuando yo formé la banda era la amistad. Tenía esa idea de no defraudar a mis amigos. En cuanto a mi historia, quería contar los entretelones de una banda de rock y conforme iba escribiendo la novela se iba haciendo la necesidad de hacerse más oscura, más tremenda. Que fuera explorando la locura de estos tres personajes y que ellas terminaran en la locura o en el crimen.

–Hay una mirada del crimen en la chica, que es como que el rock esconde un poco esa locura

–Me interesaba mucho describir la situación de los dos varones en torno a ella, pero también me interesaba mucho desarrollarla a ella en términos de resistencia. Por eso se traducen sus diarios de vida, que es como poner al lector en la jugada. Hay cosas que como lectores tú sabes, que los otros dos personajes no. La idea era que ella manipulara, jugara, se hiciera la tonta a veces, por ejemplo el momento en que se va de la casa al hotel, que es uno de los momentos que más me gustan de la novela, ese estado de ruptura espontánea.

–¿Es una novela de personajes, verdad?

–Sí, creo que después de haber leído cómo echar a andar una historia, esta novela Clowns es de personajes. Surgió la obsesión de cada uno y ver cómo se desenvolvían juntos y que se desarrolla en torno a la reacción de cada uno de ellos.

–Son personajes que se desenvuelven también en torno a una historia, llegan al Estadio Nacional, por ejemplo

–Sí, hay dos miradas en la novela. La primera parte está poblada por personajes casi anónimos, que hasta románticos te parecen y la segunda parte los ves en el fuego fatuo del rock, les llega muy rápido el dinero, les llega muy rápido la fama, las grouppies y ya la cima lo único que te queda es bajar. El tema es descubrirte como escritor, tengo amigos a quienes les funciona el método Vargas Llosa, de tener todo planificado, a mí en cambio me funciona sentarme a escribir sin ningún plan y ver cómo los personajes me sorprenden con sus destinos. La chica vestida de clown se me apareció en la primera parte y sólo después en la segunda surgió como un personaje de quiebre. Fue un elemento que funcionó afortunada y fortuitamente.

–¿Tú tienes una confianza absoluta en el rock chileno? ¿Verdad?

–Bueno, al menos en el rock que describo sí. A mediados de los 90, a principios del 2000, la música chilena comenzó a sacar unas bandas de rock que sonaban de la misma manera que las bandas gringas, argentinas o colombianas. Lucybell, Los Tres, Los Prisioneros, Machuca, que en términos de calidad y de propuesta fueron muy importantes. Ahora el rock chileno se ha diluido un poco, no creo que estemos en un buen momento.

­–¿Por qué se llama Artaud la banda?

–Me interesaba cómo hacer la conexión entre los dos personajes, Mona y Blas: ella lo reconoce en la primera parte porque él lee un autor común a ella. Luego me interesaba el Teatro de la Crueldad, no es que todas las historias de las bandas de rock hayan sido así, pero las que son más intensas y conflictivas, tienen conciencia de que están haciendo daño, de que son manipulables, también tiene que ver con la locura, con lo irracional, con la idea del doble…

–Y con que el primer disco de Spinetta se llame Artaud

–Claro, por supuesto. Era uno de los discos que me sonaban constantemente mientras escribía la novela. Me gusta mucho ese tipo de escritores, que ponen un pararrayos y luego alrededor de él los diferentes temas. En este caso fueron los clowns, eso de que Chile creía en el principio de la democracia que había que sacar el arte a las calles, sacar a los payasos…

–¿Pudiste hacer un soundtrack del libro?

–Cuando terminé la novela sí. Mientras tanto, no. Una de las escritoras de Puebla, Isabel González, armó su soundtrack.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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