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Gustavo De la Rosa

31/07/2018 - 12:00 am

Prevención: prioridad para pacificar al país

El programa “Todos Somos Juárez” construyó mucha infraestructura específicamente para establecer interruptores de la reproducción delictiva, porque era claro que la violencia y delincuencia organizada giraba en torno a la pobreza y falta de oportunidades. Pero no era una fórmula causal porque aunque en la pobreza es donde se genera la delincuencia, no toda la pobreza la genera.

“La prevención del delito es posible si se investigan las causas específicas, medibles e identificables que producen a los delincuentes”. Foto: Nacho Ruiz, Cuartoscuro

La paz en México fue un tema central durante los debates de la campaña presidencial y el primer foro para escuchar a los que han convivido con la guerra se realizará aquí en Ciudad Juárez, donde más de 10 mil 500 personas fueron asesinadas entre 2008 y 2013; normalmente quienes escribimos desde el campo de batalla tenemos dificultades para conceptualizar sobre lo que nos está sucediendo, pero al menos podemos hablar sobre
nuestra experiencia y la reducción de la violencia.

Cuando consideramos que la violencia se había reducido hasta un nivel que permitía hablar del futuro, elaboramos y buscamos aplicar una política eficaz para evitar que volviera la violencia a través de varias medidas preventivas; no nos era difícil entender que la guerra de exterminio de adictos, sicarios e inocentes sólo se había suspendido y debíamos ponernos de acuerdo la ciudadanía y el Gobierno federal, estatal y municipal para evitar que volviera.

El programa “Todos Somos Juárez” construyó mucha infraestructura específicamente para establecer interruptores de la reproducción delictiva, porque era claro que la violencia y delincuencia organizada giraba en torno a la pobreza y falta de oportunidades. Pero no era una fórmula causal porque aunque en la pobreza es donde se genera la delincuencia, no toda la pobreza la genera.

La pobreza afecta a un sector social muy grande, pero solamente una parte muy pequeña de ese sector opta por la delincuencia como proyecto de vida; es una decisión individual la de aquellos que escogen ser criminales porque la mayoría de los pobres buscan ganarse la vida mediante el trabajo y un mejor salario, a veces en condiciones indignas. Ni todos los delincuentes son pobres, ni todos los pobres son delincuentes.

La prevención del delito es posible si se investigan las causas específicas, medibles e identificables que producen a los delincuentes. En una ciudad como Juárez, y después de lo que se sufrió, las autoridades debieron establecer como prioridad evitar que la guerra volviera, pero no lo hicieron; una vez superado la situación escandalosa de la ciudad a nivel mundial el Gobernador se olvidó de que lo mejor de su Administración fue traernos algo de paz y mejor se dedicó a pensar cómo iba vivir después de ser mandatario.

Por otro lado, el Gobierno federal canceló todos los programas que había instalado Todos Somos Juárez (porque eran panistas) y redistribuyó a conveniencia los recursos para la campaña de rescate de zonas de extrema pobreza y de apoyo a jóvenes en situación de riesgo. El municipio se dedicó a disfrutar del periodo de paz que vino después de la guerra y no hubo quien estuviera listo para enfrentar el resurgir del fenómeno criminal.

El año pasado Ciudad Juárez volvió a estar en el top 30 de las ciudades más violentas del país (hay datos que cuentan 100 homicidios en lo que va del mes de julio).

El círculo de prevención que nos atrevimos a exponer consistía en: contención, ubicación geográfica de los puntos generadores de delincuentes, censo de jóvenes con secundaria suspendida, ubicación de familias con historial de violencia doméstica y de las zonas en riña de los barrios, oferta de estudios secundarios con maduración asistida a los jóvenes desertores, colectivización del arte, deportes y socialización dirigida por expertos; oferta de trabajo y estudios de preparatoria, trabajo comunitario para que las familias recuperen las calles como lugar de encuentro, establecimiento de seguridad comunitaria seleccionada por
los propios ciudadanos y formación de los jóvenes detenidos para su reinserción en la sociedad, con oferta de empleo y estudios al salir de los tribunales juveniles.

Este circuito preventivo demora unos cuatro años y los jóvenes que lo experimentan ya no ingresan a las pandillas, y por consecuencia tampoco a la delincuencia. La edad crítica está entre los 12 y los 17 años. El otro problema es el de las adicciones, que debe ser tratado como un problema de salud y reforzamiento psicológico de la personalidad individual, familiar y comunitaria.

Si interrumpimos la reproducción de personas candidatas a la delincuencia y les vaciamos el centro de reclutamiento, los delincuentes se extinguen en su proceso de maduración biológica, y la oferta de amnistía como culminación de otro proceso también complicado puede acelerar el camino hacia la paz, porque todo está preparado para combatir a la corrupción que explota las condiciones de vida de los más pobres en México.

El programa de prevención no es tan caro, sobre todo si funcionan los otros procesos. En una ciudad de un millón de habitantes, el primer año se atenderá a unos 20 mil jóvenes y se invertirá en el arranque del programa, pero para el segundo año sólo se atenderán en la etapa crítica y personalizada aproximadamente 4 mil jóvenes por año, para después ser introducidos al sistema educativo ordinario con becas o trabajo. Sólo necesitan seguimiento y atención, y los costos disminuyen significativamente.

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.

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