
En una columna reciente, los editores del Financial Times - a partir de una serie de entrevistas con analistas económicos a nivel nacional y global - hablan de un panorama desolador para la economía mexicana en los próximos años. Un tema reiterado que se menciona como causante de la falta de crecimiento de México es la Reforma Judicial.
En efecto, esta reforma se considera como una causante directa - en cuanto esté plenamente implementada - de la falta de un clima de negocios propicio para la inversión, tanto nacional como extranjera.
La Reforma Judicial fue una entre varias que propuso López Obrador al final de su mandato y que la Presidencia aceptó promover. Se trata, en cierto sentido, de un experimento, pues la elección directa de magistrados por parte de la ciudadanía - piedra angular de la reforma - sólo se ha practicado a nivel nacional en Bolivia, con resultados muy negativos para ese país.
Realizar un experimento en un momento en que México es considerado el país que más va a sufrir por las nuevas políticas comerciales del Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no parece una buena idea.
Llamarle experimento es de hecho muy generoso. Desde la publicación de los Federalist Papers en 1787 y 1788 argumentos razonables y devastadores en contra de la elección de jueces en Repúblicas de gran tamaño, como la mexicana, han sido esgrimidos sin realmente haber sido refutados.
Destaca, entre ellos, la politización de la justicia a la que inevitablemente lleva la lógica de elegir a quienes administran la justicia. El viejo adagio de que la justicia es ciega es preciso. Es decir, la imparcialidad de los hombres en toga debe ser absoluta, en el ideal. Todo lo que comprometa este ideal milita en contra de una apropiada administración de la justicia.
En este punto, no deberíamos soslayar que las listas de candidatos y candidatas para la elección del próximo primero de junio han sido integradas fundamentalmente por el grupo en el poder. Todo lo cual muestra otro problema: la falta de preparación de muchos de quienes aspiran a impartir justicia en nuestro país. Para quien haya estado poniendo atención no escapará el hecho de que el sistema judicial que emane de las elecciones de magistrados, ministros y jueces será el menos preparado quizás en toda la historia de nuestra República.
Una justicia politizada con personas sin buena preparación al frente no brinda un buen clima de justicia para los negocios, los cuales necesitan de garantías que obliguen a las partes - incluyendo a los gobiernos - a respetar contratos y a someterse a una justicia clara cuando esto no ocurra.
Hay razones por las que los países con sistemas judiciales imparciales son los que generan un ambiente de negocios favorable para la inversión.
Los analistas económicos citados por la influyente columna del Financial Times sabían de lo que estaban hablando.





