Tomás Calvillo Unna

La fe es una entrañable conspiración del alma

"Las ideologías desfasadas por la inmersión de una realidad que avasalla en su velocidad digital, y convierte a la multitud en marionetas diurnas y en nocturnos maniquís; al conquistar el territorio de la mente expande el agotamiento existencial que se derrama ya por doquier: ¡Aguas! Sostener la palabra más allá de la imagen, es el desafío: el volumen del ser."

Tomás Calvillo Unna

28/05/2025 - 12:04 am

El árbol de las rosas amarillas. Pintura: Tomás Calvillo Unna.

I

El corazón del atardecer

reposa en la lealtad

de quienes conocen

su hondo silencio.

 

El abrazo del entendimiento;

ya sin palabras,

solo la sonrisa que confirma

el fruto dulce del encuentro.

 

Las huellas del presagio

en la luminosa mirada

más allá de cualquier ruido,

extinguiendo las dudas

y los hostiles rumores de la envidia.

 

Así, en sencilla y dúctil conversación,

las manos mismas sin saberlo

confirman el pacto;

milenario y novedoso

de un compromiso

que ya es fuego

y caudaloso río,

de cumplidas promesas

nacidas en la infancia,

ocultas por décadas,

y conjugadas en sabiduría plena

de un hoy que asume el tiempo.

 

La marea de la tierra en la piel;

las manos recorriendo

la entrelazada ternura y fuerza

del destino.

Saber escribir el nombre

y decirlo así,

al conjugar los afectos del más allá,

aquí, en las andanzas del día a día.

 

II

La tertulia sostiene

cada biografía,

reconoce sus laberintos

y también la contemplación

de sus balcones.

 

Conversar,

es un arte de humanidad,

cuya filosofía advierte

la familiaridad y la extrañeza

en la pátina de la sagacidad compartida

de todo hallazgo.

al pronunciarse

y reconocer la contundencia

del asombro que se renueva.

 

III

Un Ojo de Agua

cercado de crueles fantasmas

que no ceden en su ambición

de diseñar los escenarios

del fracaso;

las innumerables confrontaciones

de inútiles reclamos

que pretenden horadar

el arte más sutil y valioso de la amistad;

la confianza;

la plática que prodiga

el calor de los afectos.

en la intempestiva ausencia.

 

Confianza

cuya plenitud es la dicha misma

de los días entrelazados,

en la cordial danza de una cotidianidad

asumida, en su impecable exhibición

de prudencia y audacia entramadas

en el devenir de las tareas y sus rutinas.

 

IV

Cuando acallamos,

al alzar los brazos,

las manos apuntan a esa altura sin fin

que guarda el secreto de nuestra dimensión

y sus múltiples aristas.

Estas conductas, los caracteres,

atrevimientos y temores por igual;

desconfianza de espeleólogos de la infancia

y certeza de alpinistas del alma

al descubrir la llave de la eternidad

en el territorio de la devoción.

 

Extraña sacralidad

en el seno del mundanal ruido:

donde los poderes

impregnados de lo inmediato

agonizan.

 

Rendija:

El puente colgante del humor, donde hemos encontrado el oxígeno necesario para compensar mínimamente, con una mejor actitud, el entorno asfixiante del crimen, la soberbia política y la inmadurez ideológica perenne, ya no es suficiente. La fractura de las élites advierte de una disonancia sistémica: economía y política se desgajan sin ton ni son: la ambición sin límites empoderó la crueldad como instrumento para la rutina de la expoliación social.

Las ideologías desfasadas por la inmersión de una realidad que avasalla en su velocidad digital, y convierte a la multitud en marionetas diurnas y en nocturnos maniquís; al conquistar el territorio de la mente expande el agotamiento existencial que se derrama ya por doquier: ¡Aguas! Sostener la palabra más allá de la imagen, es el desafío: el volumen del ser.

Tomás Calvillo Unna

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Lo dice el reportero