Jaime García Chávez

Bartlett de nuevo a escena

"En la vida de Bartlett se combinan, y confunden delincuencia y política, simulación y traición, y una gran suerte para moverse en esas circunstancias sin que nada le pase, sin que ninguna auditoría lo revise o le finque responsabilidades."

Jaime García Chávez

25/08/2025 - 12:03 am

Manuel Bartlett Díaz, exdirector general de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Foto: Andrea Murcia Monsivais, Cuartoscuro.

Manuel Bartlett no es un hombre polémico, es un político de certidumbre. Lo que quiero decir es que de él ya se conoce lo esencial. Prohombre del régimen priista que surgió fuerte en la época de Luis Echeverría e hizo escoleta para convertirse en intelectual orgánico del PRI en un tiempo en que eso era incluso innecesario. Es, como Miguel Alemán Valdés, hijo de militar caído en desgracia y rehabilitado generacionalmente por el sistema consagrado de las cooptaciones de las que el partido oficial de entonces era maestro notable.

Lo que se sabe de Bartlett está sintetizado en el día en el que declaró que “se cayó el sistema” como un momento histórico para dar pie al fraude electoral descomunal que privó al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas de su legítimo triunfo en 1988. 

El entonces Secretario de Gobernación ya tenía el precedente del fraude de la elección gubernamental de Chihuahua de 1986, mediante el cual se impuso a Fernando Baeza Meléndez. Su vida corría bajo la lógica de Fidel Velázquez de que si habían llegado al poder por las armas, sólo por las armas se irían. Obvio que ya no se trataba de soluciones de fuerzas como esas, sino de las prácticas de la truculencia y la violación flagrante de la ley.

Lejos de que 1988 fuera su sepultura política, el poder siguió nutriéndolo con secretarías de estado, la gubernatura de Puebla; y en la etapa de la transición democrática, con cargos legislativos, en ejercicio de los cuales quiso lavar su imagen y su historia.

La política de acumulación de fuerzas que practicó Andrés Manuel López Obrador que lo llevó a la Presidencia de la República, fue el caldo de cultivo mediante el cual se volvió a encumbrar hasta ocupar su último e importante encargo al frente de la Comisión Federal de Electricidad, donde prohijó una corrupción de la que es corresponsable Guillermo Nevárez Elizondo, quien fuera su director general de Distribución y que inexplicablemente no está dando cuentas a la justicia mexicana de su despotismo y arbitrariedades. 

En la vida de Bartlett se combinan, y confunden delincuencia y política, simulación y traición, y una gran suerte para moverse en esas circunstancias sin que nada le pase, sin que ninguna auditoría lo revise o le finque responsabilidades. 

Es más que evidente la certidumbre de que Bartlett ha estado en el centro de las relaciones entre el narcotráfico y las políticas de estado. En ese contexto se le asocia al homicidio del agente de la DEA, Enrique Camarena, en los tiempos de los muy poderosos Félix Gallardo, Ernesto Fonseca Carrillo y Rafael Caro Quintero. 

Para el político poblano este tema ha sido su piedra en el zapato, y lo es ahora que de nueva cuenta la agencia norteamericana antidrogas pretende reclamarlo por el final que tuvo su agente Camarena en México. Esto en la época trumpiana puede significar muchas cosas: que empleen el tema para acosar o que realmente tiene miga en el sonado homicidio. Cualquier cosa es posible. 

Lo que llama mi atención ahora es que en pleno proceso de discusión de una reforma electoral que pretende llevarnos a aquellos tiempos de la “caída del sistema” sólo se examine el escándalo Camarena, y no la trayectoria del político en los sistemas de defraudación y simulación política.

Es una obviedad que ahora que se discute en MORENA a los huéspedes incómodos que llegaron por esa abigarrada acumulación de fuerzas a ese partido sólo se traiga al ojo público el asunto que preocupa en los Estados Unidos y no la presencia política de quien personifica, como nadie, los comportamientos más antidemocráticos imaginables, como es torcer una elección como la de 1988 para impedir un triunfo electoral legítimo.

Ahora resulta que intelectuales simpatizantes de MORENA se están convirtiendo en abogados defensores oficiosos de un político de certidumbre por sus fraudes y por la negra historia de la época más bochornosa del PRI. Más me extraña que esa defensoría tenga como tribuna una columna en Reforma. Lo defienden de la DEA, pero lo ocultan como el siniestro hombre cuyo momento es 1988.

Jaime García Chávez

Jaime García Chávez

Político y abogado chihuahuense. Por más de cuarenta años ha dirigido un despacho de abogados que defiende los derechos humanos y laborales. Impulsor del combate a la corrupción política. Fundador y actual presidente de Unión Ciudadana, A.C.

Lo dice el reportero