
Tres fotografías en el libro de la Presidenta Claudia Sheinbaum, Diario de una transición histórica, son elocuentes respecto a la cercanía con el expresidente Andrés Manuel López Obrador. La imagen de la portada, donde ambos se miran y sonríen mientras caminan por uno de los pasillos de Palacio Nacional; la segunda del capítulo "Archivo Fotográfico I", tomada en Nuevo Laredo, Tamaulipas, al transitar en una aduana en fraterno abrazo, y la del cierre, durante la transmisión del Poder Ejecutivo.
El poder de la imagen capaz de sintetizar el tránsito terso entre presidentes —diametralmente opuesto a la vieja costumbre de tomar distancias— detallado en 220 páginas llenas de anécdotas y referencias políticas y sociales.
“Nunca en la historia del país se había visto una transición como esta. Ni siquiera en los viejos tiempos del priismo. En el pasado el Presidente electo solía marcar distancia de su antecesor, trazar un nuevo rumbo”, señala Sheinbaum en el primer capítulo.
La historia le da la razón. En los 70, José López Portillo envió a su “amigo de toda la vida”, Luis Echeverría, a la embajada en Islas Fiji, a casi nueve mil kilómetros de distancia en línea recta. Veinte años después, Ernesto Zedillo orilló a Carlos Salinas de Gortari al exilio en Irlanda, un país sin tratado de extradición.
Tal vez por eso resulta muy difícil para algunos aceptar una relación entre la Presidenta y el expresidente sin necesidad del rompimiento que legitime a la sucesora o el marcaje de distancias ideológicas para definir un rumbo político propio. En la página 178 Sheinbaum aclara razones: “Él [AMLO] es el origen. Nosotros, la continuidad”.
Dentro de esta estructura de continuidad, el trabajo desde el territorio cobra relevancia capital. Hay reconocimiento a la gestión que como Alcaldesa de Iztapalapa tuvo la ahora Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, con tres programas centrales que transformaron la vida cotidiana: Caminos para Mujeres Libres y Seguras, las Utopías y Mercomuna. “Una gran dirigente, honesta, creativa, gran organizadora y buena gobernante”, escribe de ella la Presidenta.
La unidad del movimiento se sostiene, incluso, en la diversidad de perfiles. Sobre las especulaciones de su apoyo a un aspirante en la contienda interna en la CdMx, entre Omar García Harfuch y Brugada, Sheinbaum fue clara: “nunca apoyé personalmente a uno u otro”. Morena agrupa un amplio sector con diversos perfiles, donde el legado del Obradorismo y su movimiento, a decir de la misma autora, “no pertenece ni a mí ni a sus hijos ni a sus nietos”.
Diario de una transición histórica no sólo documenta el paso de una administración a otra, sino la construcción de una forma distinta de ejercer el poder en México.





