Los 119 perros y 22 gatos que viven en el centro de la Brigada de Rescate Animal en la ciudad de México comparten historias similares: todos fueron rescatados del maltrato, del abandono y de la crueldad. Muchos de ellos apenas se recuperan de las secuelas que les dejó en muchos casos un humano. La Brigada lleva ya 11 años trabajando, pero a la fecha no cuenta con las facultades legales suficientes para rescatar a un animal maltratado. Aunque depende de la Secretaría de Seguridad Pública capitalina, sus elementos no pueden entrar a un hogar y llevarse a un animal en situación de peligro, la Ley no lo permite. La legislación aún considera a los animales objetos y propiedad privada.

Ciudad de México, 2 de octubre (SinEmbargo).– ¿El perro es el mejor amigo del hombre? Sí. Aunque eso no quiere decir que el ser humano le corresponda siempre a quien incondicionalmente está dispuesto a acompañarlo con alegría. Decenas de canes, algunos con grandes cicatrices, cada uno con historias distintas y algunas desconocidas, otras simplemente desgarradoras, comparten la oportunidad de comenzar una nueva vida lejos del sufrimiento.

La Brigada de Rescate Animal, programa dependiente de la Secretaría de Seguridad Publica de la Ciudad de México (SSP-CdMx), alberga actualmente a 119 perros y 22 gatos que tienen algo en común: fueron alejados del maltrato, el abandono y la crueldad, pero hoy tienen la oportunidad de retomar su vida en un nuevo hogar.

Las historias de esos animales les dejaron a su paso grandes cicatrices, secuelas conductuales e incluso mutilaciones que, en ocasiones, los pusieron al filo de la muerte. La Brigada atiende diariamente entre 35 y 40 denuncias que, de acuerdo con Carmelo Hernández, Jefe Operativo del programa, corresponden hasta en 98 por ciento a una situación de maltrato o crueldad, principalmente hacia los perros.

En el albergue ubicado en Xochimilco, Onix, una perrita de 6 años de edad, lleva dos terceras partes de su vida en una jaula de aproximadamente tres metros cuadrados, compartida con tres perros más. Ella fue enterrada viva, por lo que un año completo tuvo que ser tratada con medicamentos y un proceso de rehabilitación conductual, ya que no soportaba que los humanos estuvieran cerca, cada vez que alguien intentaba aproximarse, se orinaba o defecaba como muestra de temor; sin embargo, hoy está lista para ser adoptada.

“Es un vivo ejemplo de lo que sucede en la Ciudad de México, de cómo una persona es capaz de llegar al punto de enterrar a un animal vivo y obviamente reintegrar a ese animal es complicado”, dice Mario Bárcenas, doctor responsable del área médica de la unidad, quien desde hace ocho años colabora en el tratamiento para la mejora física y mental de los animales que llegan allí.

Para el Jefe Carmelo, como lo llaman en la única unidad policial en Latinoamérica dedicada a la protección y cuidado de los animales, el maltrato hacia estos seres es un antecedente que puede desencadenar violencia contra las personas en un futuro. Por ello considera necesario “romper con los círculos que dañan a la sociedad” y con la Brigada se “previene el delito más allá de que nos gusten o no los animales”.

“La mayoría de los criminales comenzaron matando animales”, enfatiza, de ahí la urgencia de que la sociedad sea más responsable sobre el alcance de la violencia en contra de seres indefensos.

Hernández y Bárcenas hicieron un llamado a la ciudadanía a crear cultura, a generar conciencia, sensibilización y a ser responsables de que adoptar a un perro o cualquier otra mascota “es llevarse a un ser sintiente que va a requerir de atenciones y cuidados hasta el final de su vida”.

¿CÓMO DENUNCIAR?

La Brigada, que opera desde hace más de 11 años en la capital del país, no cuenta con las facultades legales suficientes para rescatar a un animal maltratado, pues el Código Civil Federal en su artículo 753 los señala como “muebles”, así que difícilmente un policía puede intervenir, por ejemplo, en caso de que un perro se encuentre hambriento, sediento y encadenado bajo el sol o la lluvia, pues al estar dentro de un domicilio se considera propiedad privada.

El Jefe Carmelo explicó que para el rescate de un animal en situación de maltrato dentro de un domicilio, todo depende si el ciudadano denunciado quiere atender a las autoridades. Si no lo hace, añade, “nuestro trabajo no se puede completar porque la Ley no nos permite ingresar a un domicilio particular” .

“La vida de los animales no está tutelada en alguna Ley como la de los humanos, esa es una limitante. Todo lo que sea en vía pública le corresponde a la Brigada, pero al interior de un domicilio particular es difícil porque nos limita la Ley y el ciudadano está en su derecho a podernos recibir o no”, agrega.

Por ello destacó la necesidad de que la Constitución de la Ciudad de México incluya a los animales como sujetos de derecho:

“Es necesario proteger su vida, sus derechos como seres sintientes y el respeto a sus libertades. Los animales requieren de un estatus dentro de la sociedad, es una necesidad social […] Deberían ser objetos de derecho en la nueva Constitución de la Ciudad de México”, afirma.

Pese a las limitaciones legales de la Brigada es importante que la ciudadanía denuncie este tipo de situaciones porque ellos sí pueden acudir a negociar con los habitantes de la casa para que hagan la entrega voluntaria del animal; de negarse, el caso es canalizado a otras instancias y así –bajo la orden de un Juez– las autoridades correspondientes actúan para buscar el bienestar del animal.

Las personas que sean testigos de una situación de riesgo para algún animal en las calles de la Ciudad de México pueden denunciar –de forma anónima, si así lo desean– vía telefónica ante la Unidad de Contacto del Secretario, al número 52 08 98 98, donde el ciudadano debe describir el hecho, después, la queja se canaliza a la unidad y la policía acude al lugar para ejecutar el rescate.

Una vez en manos de los oficiales, el animal es trasladado a la brigada donde los veterinarios se encargan de darle el tratamiento adecuado hasta lograr su total recuperación y finalmente sean candidatos a la adopción por una familia que les dé una segunda oportunidad, pero sobre todo, un trato digno.

Si el caso involucra una especie de la vida silvestre, la Brigada se comunica con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y con la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) para que allí se determine cuál será el destino del animal.

APADRINA A UN ANIMAL DE COMPAÑÍA

Los 74 elementos policiales y cuatro veterinarios, así como “un presupuesto insuficiente” –de acuerdo con el Jefe Carmelo– no detienen el trabajo de la Brigada. Sin embargo, la participación de la ciudadanía también ha sido fundamental para brindar una mejor calidad de vida a los animales.

Cada domingo, el centro ubicado en avenida Manuel Ávilla Camacho Anillo Periférico, sin número, en la colonia Ciénega Grande, delegación Xochimilco, abre sus puertas al público desde las 09:00 de la mañana y hasta las 13:00 horas para que las personas pueden convivir con los animales y comenzar con el proceso de adopción de alguno de los 70 perros y/o 20 gatos que están listos para ir a un hogar, todo mediante el programa “Apadrina un Animal de Compañía”.

El Jefe Carmelo explicó que los adoptantes deben llenar un contrato de adopción, firmarlo y soportar el dicho con un comprobante de domicilio e identificación oficial para verificar que los datos coincidan con la información proporcionada, además de permitirle a la brigada hacer visitas aleatorias para así comprobar que los animales viven en buenas condiciones.

Todos los animales que se dan en adopción son previamente esterilizados, con el fin de detener la sobrepoblación y evitar que más animales vengan al mundo a sufrir situaciones de abandono y maltrato.

Pero, si el ritmo de vida no permita a los interesados atender las necesidades de los animales en sus hogares, el programa abre la posibilidad de apadrinarlos mediante la donación de alimentos, juguetes, medicinas e incluso el pago de análisis clínicos o de cirugías que requieran para su recuperación.

Además, los padrinos tienen la posibilidad de ayudar a promover la adopción entre sus familiares, amigos y conocidos para que las decenas de animales logren encontrar una familia que les brinde amor, atención y cuidados hasta el final de su vida.