CRÓNICA | Un tumor, la pérdida de la vista y 13 años preso no derrumban a Patishtán

01/11/2013 - 12:04 am
Tras 13 años de prisión, Patishtán recupera su libertad. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
Tras 13 años de prisión, Patishtán recupera su libertad. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

Ciudad de México, 1 de noviembre (SinEmbargo).– Alberto llegó de una pieza a pesar de que lleva 17 sesiones de radioterapia para combatir su tumor cerebral. Llegó entero pese a que está perdiendo la vista.

Cruzó el pasillo a través de una valla de brazos, aplausos, porras y gritos de euforia.

Tomó su lugar para presidir su primera rueda de prensa, libre de la prisión a la que fue condenado hace 13 años, acusado de un múltiple asesinato y junto a él, se sentaron sus hijos Héctor, a mano derecha y a la izquierda, Gabriela, con la pequeña Génesis, nieta de Patishtán, en brazos.

Justo al lado de Gabriela, estaba Martín López, el incansable amigo de infancia de Alberto que lo acompañó en la lucha por su libertad durante la última década.

El maestro indígena mantuvo la sonrisa y besó y abrazó a su nieta cuando Gabriela Patishtán dijo que aunque ella no había disfrutado a su padre en infancia, ahora le tocaba a su pequeña hija contar con su abuelo, en casa, en libertad.

“Yo tenía nueve años cuando se lo llevaron y ahora lo tengo a mi lado. Quizás no puedo recuperar esos 13 años, pero mi hija tendrá a su abuelo para disfrutarlo”, dijo.

Gabriela, que iba a la escuela cuando le avisaron que “unos hombres se habían llevado a su padre”. La misma que creyó, siendo una niña, que habían asesinado a su papá. La joven que estudia la Licenciatura en Derecho motivada por liberar a Patishtán y ayudar a otros indígenas que padecen en las cárceles de Chiapas por no hablar español y por una defensa inadecuada.

Héctor Patishtán, hijo del Profe, rompe en llanto. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
Héctor Patishtán, hijo del Profe, rompe en llanto. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

Alberto sonrió y abrazó, pero fue cuando Héctor habló, el jovencito de 17 años que perdió a su papá a los cuatro, cuando el profesor rompió en llanto y entrelazó a su hijo.

“En estos 13 años aprendí a luchar, a no quedarme callado, a levantar la voz, a estar del lado de los pobres, de los míos. Regresaré a mi pueblo, a mi casa, junto a mi padre, junto a un luchador”, dijo Héctor antes de voltear hacia su padre enrojecido, con el nudo en la garganta para finalmente llorar emocionado y lanzarse a los brazos de Alberto.

Héctor, que no concluyó sus estudios de preparatoria. El niño que una vez lloró amargamente por aquella soledad que sentía, sin su padre y después, sin su mamá que los dejó con sus abuelos porque se volvió a casar y se mudó a otra comunidad.

El muchacho que Manuela Ruiz Patishtán, su tía abuela, recuerda cuando acudía a su vivienda, en El Bosque, Chiapas, para pedir un poco de café caliente y pan.

Héctor solitario. Héctor que con los años, a pesar de su soledad, se convirtió en un jovencito incansable que se mudó al Distrito Federal, una ciudad que “sentía extraña”, para buscar más brazos y manos para luchar, esos que hicieron valla al paso de su padre en libertad.

Con Patishtán estaba Juan Collazo tratando de repeler la avalancha de los fotógrafos: Juan uno de los presos que Alberto liberó en julio de este año.

“Yo conté a los presos que Patishtán ayudó. Fueron 108 en total, que estamos libres gracias al profe”, recordó Collazo en la víspera de la liberación de Alberto.

Juan aprendió a leer y a escribir en la cárcel bajo la instrucción de Patishtán. Aprendió español y ahora es un fiel seguidor del maestro y traductor en El Bosque y en los pueblos aledaños en Chiapas. También estudia inglés.

Pero sobre todo es fiel al maestro. Le sigue igual que Pedro López Jiménez, Alfredo López Jiménez y Rosa López Díaz, ex reclusos del Centro de Readaptación Social (Cereso) Número Cinco de San Cristobal de las Casas que Alberto apoyó para su liberación.

Activistas que lo acompañaron en su lucha. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
Activistas que lo acompañaron en su lucha. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

Con Alberto estaban distintos colectivos naciones e internacionales que ayudaron en la campaña por su libertad. Estaban sus abogados y también los activistas de San Salvador Atenco que un día también vivieron en carne propia la injusticia.

Los activistas le reglaron dos machetes y un paleacate rojo como muestra de reconocimiento, de hermandad, que Alberto emocionado recibió.

Alguien le preguntó a Patishtán que, ahora que es un símbolo, se definiera.

–¿Símbolo de qué? –le preguntaron.

–Patishtán es un símbolo que quiere decir, que todavía hay muchas cosas que hacer –contestó.

“No sólo oigo, sino escucho”.

“¿Quién es Pathistán? Pathistán soy yo. Una persona que no sólo oigo, sino escucho. Soy una persona que está perdiendo la vista, pero lo veo claramente”, dijo Alberto después de pedir que se reprodujeran exactamente sus palabras dirigidas a todos aquellos que creyeron en él.

“Es uno que solamente vio lo que estaba pasando, quedó mirando, quedó viendo lo que estaba pasando en aquellos años, en que nuestros gobernantes han dicho que ya no hay esclavitud. Pero me topé que como indio existe el olvidó y la marginación de los pobres”.

“¿Qué significa la libertad? Yo sentí que desde el primer día que llegué a la cárcel estoy libre… estoy libre en conciencia, y ante los ojos de Dios. Si dejo de reír, es un día perdido para mí”.

Esas fueron las primeras palabras públicas en libertad del profesor tzotzil Alberto Patisthtán Gómez, libre después de 13 años de cárcel por el asesinato de siete policías que la justicia mexicana nunca comprobó, pero aun así tampoco lo declaró inocente.

El Profe celebra su libertad. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo.
El Profe celebra su libertad. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo.

PATISHTÁN HABLA CON DIFICULTAD EL ESPAÑOL 

El maestro originario de la comunidad de El Bosque, Chiapas, denunció que en el 2000 y antes de esa fecha, la gente pobre, la gente que no sabe español, se refugiaba en las personas que sabían un poco más, podían leer un documento o expresarse.

“En aquel tiempo, me acuerdo, que me topé con una autoridad, o tirano en otras palabras, quiso esclavizar a la gente. Dije: ‘hasta aquí nomás’. No me queda otra que alguien tiene que salir por ellos, y salí a defender a mi pueblo cuando el Presidente Municipal, Manuel Gómez Ruiz, hacia malos actos… esa fue la causa por la que fui a la cárcel”, recordó.

Todo estaba listo para destituir al Alcalde en mayo de 2000, pero 15 días después vino la emboscada y a consecuencia de eso lo llevaron a la cárcel y lo sentenciaron, narró.

“Pero soy inocente ante los ojos de Dios y ante mí mismo”, afirmó.

Ahí comenzó una batalla por no aceptar esas cosas, sino por defender al pueblo oprimido, añadió. “Pero para esas personas que siempre tienen el poder para joder consiguieron dejarme en la cárcel”. “Encontré llantos”, dijo.

“Tuve que desempeñarme como sacerdote para orar por los enfermos. Fue sicólogo, abogado, doctora, cosas que no es, pero lo hizo para ayudar a los presos indígenas”.

En la cárcel, dicen las autoridades, “se acabó la ley, pero eso no es cierto. Es el comienzo para iniciar la lucha”, dijo.

Somos espurios dentro de la cárcel”, añadió, “pero no es cierto… somos cosa sagrada. A lo bueno le llaman mal y a lo mal le llaman bien.

Por eso me sacaban de una cárcel a otra. Mucha gente tacha a los que están en la cárcel de delincuentes, pero no todos: “Habremos la mitad que sí cometió mal, y la mitad que estamos de pilón”.

Nunca había subido en un avión, “mi estreno fue cuando me llevaron a Guasave”, bromeó.

“Gracias. Sigamos construyendo, pero lo importante es que no estamos comenzando, sólo hay que continuar… Y otro: que aprendamos a amarnos los unos los otros. Pero podrán decir: ¿pero eso no basta? Ustedes han escuchado lo del indulto: me están dando la libertad no por el delito, sino por las graves violaciones a los derechos humanos en mi proceso”.

“Como agregado puedo decirles: siempre digamos la verdad, si no perdemos credibilidad en nosotros mismos… Gracias a todos”, concluyó.

Alberto llegó en un auto particular a la conferencia de prensa en la Casa de la Solidaridad, en el auditorio “Tatic” Samuel.

“¡El pueblo organizado / su libertad logró / a Alberto Patishtán / nadie lo indultó!”, gritaron algunos los asistentes.

“¡Alberto vive!”, gritó alguien.

Corearon: “¡La lucha sigue, sigue!” Alberto Patishán sonrió mientras seguía con la vista aquél remolino de reporteros y activistas.

También gritaron: “¡Viva el EZLN, viva el Subcomandante Insurgente Marcos!”.

Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

NO FUE INDULTO, FUE EL PUEBLO

Una hora antes de que Patisthán se presentará ante la prensa, el titular de la Secretaría de Gobernación (Segob), oficializó la libertad del profesor por medio de la Ley de Indulto, la cual fue promulgada el miércoles.

“El Presidente reconoce la trascendencia de esta reforma y ordenó por ello su inmediata publicación en el Diario Oficial de la Federación y su entrada en vigor ocurre el día de hoy”, dijo el funcionario federal.

Osorio Chong recordó que Alberto Patishtán fue sentenciado a 60 años de prisión hace más de 10 años. Después de ello, el profesor agotó todos los medios de impugnación que le permite la ley.

Por ello, “el Presidente Enrique Peña Nieto en ejercicio de sus facultades contenidas en la Constitución y en el Código Penal, ha determinado otorgar el indulto al profesor Alberto Patishtán y notificarle su libertad inmediata”, dijo.

Sin embargo, sus abogados aseguraron que el indulto que se le otorgó al profesor, no fue un perdón como se conoce, sino un reconocimiento de las graves violaciones a su proceso.

“No se reconoce que el profesor fue culpable, sino que hubo graves a los derechos humanos durante todo su proceso”, dijo Sandino Rivero, abogado de Patishtán.

Aunque el profesor dijo que no guarda rencor, que regresará a su pueblo El Bosque, con su gente y que se concentrará en su tratamiento para combatir el tumor cerebral, representantes del Centro de Derechos Humanos Frayba de Chiapas, indicaron que buscarán la reparación del daño y pedirán una investigación completa sobre el asesinato y la situación de los indígenas en Chiapas ante la Corte Interamericana de los Derechos Humanos.

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