Parcial y subjetivo | Para cruzar la frontera

03/05/2013 - 12:00 am

La migración es un fenómeno complejo. No sólo consiste en la intención de los habitantes de un país por irse a otro. Tiene que ver, también, con la falta de oportunidades en su propia tierra. Basta pensarlo con calma para descubrir todo lo que se pone en juego cuando alguien toma la decisión de partir: caminos extenuantes, falta de certezas, abandono familiar, inserción en un modo de vida desconocido y la sombra constante de la ilegalidad. Y, pese a todo ello, emprenden el camino.

Hoy en día hemos escuchado demasiado en torno a este peregrinaje hacia el norte. Los argumentos los conocemos cuando se trata de nuestros propios migrantes: se deberían abrir las fronteras. En Estados Unidos, por ejemplo, se requiere mano de obra, existe una gran oferta laboral que no pueden satisfacer por ellos mismos. Entonces, ¿por qué no aceptar la migración como un fenómeno necesario también para su causa, por qué no legalizarla?

Las respuestas llegan desde la discriminación y el miedo. Ya sea que argumenten en contra de ella a partir de la pérdida de oportunidades para ellos mismos, ya que lo hagan desde un sentimiento de superioridad o, incluso, desde la falsa percepción de una pureza de sangre inexistente (que, ni siendo cierta, legitimaría sus argumentos). Así, las fronteras se han vuelto murallas, monstruos a los que se debe vencer (o engañar) con tal de llegar al otro lado. Incluso en otro tipo de migraciones el asunto es complicado. Hay países europeos donde no están dispuestos a compartir la seguridad social de sus habitantes e, incluso, donde es imposible para un migrante encontrar trabajo debido a que no está capacitado como lo dictan los estándares laborales.

Al margen de las políticas migratorias, lo cierto es que la migración aporta los recursos necesarios para las familias de quienes no tienen más salida que caminar hacia la frontera. Y eso basta para justificar todos los riesgos. Porque si algo sabemos de cierto es que los migrantes acumulan historias trágicas antes de llegar a buen puerto, si es que llegan.

Las novelas han sabido abrevar de todas estas historias. Aunque, en apariencia, son incapaces de contar todo el horror que se vive en torno a la frontera, sirven para brindar un testimonio de lo que sucede: es la literatura en la más social de sus funciones. Las cinco novelas que enlisto son una prueba para los lectores. Al aventurarse a ellas correrá el riesgo de ser sacudido por un fenómeno que, de tan cercano, a veces se nos olvida.

Señales que precederán al fin del mundo

herrera_senales2Makina debe cruzar la frontera para encontrar a su hermano, quien ha dejado de dar muestras de existencia. Lograrlo no será fácil. Tendrá que pasar una serie de etapas a través de las cuales se topará con entes siniestros de tan reales. En su camino se descubrirá como un personaje poderoso, inolvidable. No sólo porque es fuerte a la hora de habitar un mundo hostil sino porque también sabe recibir ayuda mientras transita por los intersticios que separan un país del de enfrente, una realidad de la otra, lo tangible de lo legendario. Su viaje no sólo será una búsqueda sino una forma de aproximarse a sí misma; un destello en medio de angustias porque descubrirá que su entorno, por sórdido que parezca, también está rodeado de ángeles guardianes. Yuri Herrera no escribe literatura de la frontera. Escribe literatura sin etiquetas. Y lo hace con una propuesta narrativa propia, haciendo gala de recursos narrativos frescos y contundentes.

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La Mara

ramirez_mara2La frontera sur de México es, quizá, mucho más sórdida que la del norte. En ella se inicia el camino de la migración de miles de centroamericanos que también buscan el sueño gringo. Tal vez sea ésa la razón por la que esa zona se ha vuelto un mundo diferente, en donde las convenciones naturales han perdido valor para darle paso a la violencia extrema. Rafael Ramírez Heredia decidió escribir una novela que es, al mismo tiempo, una serie de viñetas habitada por personajes casi inverosímiles. De esta forma es como emprendió la tarea de narrar un mismo horror multiplicado por miles o millones. Cada historia es única y, al mismo tiempo, forma parte de un universo accidentado, en el que parece no haber nadie que salve a sus habitantes de la locura de los maras, de su sed de sangre, por mencionar sólo uno de los males que enfrentan.

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Hot Sur

restrepo_hotsur2María Paz (cuyo nombre real se esconde para proteger su identidad) de pronto se encontró presa en una cárcel norteamericana. La acusaban de haber asesinado a su esposo, Greg, treinta y tantos años mayor que ella, con quien se había casado para obtener la nacionalidad. Colombiana de nacimiento, ella era una más de las mujeres de una estirpe que acostumbraba a nombrarlas con el apelativo de un lugar. Bolivia, su madre, las dejó al amparo de su abuela para probar suerte en América. Fueron cinco años de ausencia en los que la relación entre María Paz y Violeta, su hermana, crecía pese al autismo de la segunda. Cuando creían que nunca más volverían a ver a su madre, ella las mandó traer a la tierra prometida: un lugar donde sus tragedias apenas empiezan. Laura Restrepo ha regresado desplegando todo el poderío de su prosa.

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La frontera de cristal

fuentes_frontera2Las ideas de límite y de frontera están asociadas de manera inevitable. Tan es así que se ha hablado mucho de ese tercer país producto de la zona fronteriza. Carlos Fuentes lo sabía e hizo una aproximación literaria a esa zona. A partir de nueve cuentos que pueden leerse de manera independiente, crea una novela polifónica en la que vuelca, en forma por demás agresiva, a personajes bien definidos, con claras intenciones. Tanto, que consigue crear nuevos referentes sociales. Así, este libro también puede ser leído como un estudio en torno a las implicaciones de la experiencia: ésta se va transformando, y se desarrolla, dependiendo del lado del mundo en que a uno le toque vivir. Así, Carlos Fuentes entrega un libro con muchos niveles de lectura que le permiten al lector ir más allá de los prejuicios que suelen acompañar a las ideas antes mencionadas.

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Amarás a Dios sobre todas las cosas

hernandez_amaras2La trasmigración es un fenómeno tan doloroso como la migración misma. Incluso más. Porque los migrantes centroamericanos deben hacerse a la idea de cruzar todo un país para llegar a su destino. Además, este país de tránsito que es México, se convierte en un monstruo listo para quitarles lo poco que les queda, ya sea en metálico o en especie. Los mexicanos se quejan porque no los dejan ingresar a Estados Unidos. Sin embargo, la crueldad de muchos de ellos llega al máximo a la hora de tratar a los migrantes del sur. Alejandro Hernández ha conseguido escribir una novela que parece documental; tan amplio es el espectro que maneja, tan contundentes son sus descripciones. Bajo la guía de una familia de hondureños, conduce al lector a lo más sórdido de la vida del migrante. Y lo hace permitiendo que cada una de las anécdotas lo involucren de forma tal que sea imposible liberarse del dolor que causa su lectura.

La frontera, su idea, sus leyes y todas sus implicaciones son un objeto digno de los más sesudos análisis. En ellos se pueden encontrar posturas opuestas, razones por las que su existencia está justificada o condenas que hablan a favor de lo humano. Y estos diálogos se multiplican por doquier. La ficción, por su parte, contribuye a mostrar la cara más viva de la situación: la de aquéllos a quienes sus circunstancias han obligado a la migración. Tal vez si quienes deciden en torno al asunto geopolítico se acercaran a la literatura, tendrían un panorama más amplio del mismo.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.
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