La imagen en todos los medios: el presidente Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto confirman la transición con un apretón de manos… o más que una mera transición, ¿es que acaso hay una alianza entre el PRI y el PAN para no permitir que nada cambie? Ambos sonríen para la fotografía histórica en la que la frase del día es el a cuerdo de realizar una transición “tersa, transparente y eficiente”.

Me considero una persona democrática. Una persona que cree en transiciones pacíficas y que piensa en el civismo no es sólo una materia escolar perdida entre la tecnología y el inglés, sino que hoy más que nunca se hace necesario para poder convivir en sociedad… en democracia, no en mera alternancia de partidos.

Sin embargo, hoy a pesar del marco legal para que los ciudadanos podamos votar por el Presidente y los demás puestos de representación, y a pesar de toda la inversión en tiempo y económica que significa realizar un proceso electoral en México y considerando los a los compatriotas en el exterior, el costo social parece cada vez más elevado.

Mientras que Calderón, en su mensaje conjunto, expresaba que tiene por objeto que la transición sea lo más tersa posible y en un entorno de estabilidad política y económica, el ex candidato a la Presidencia de la República por la coalición Movimiento Progresista, Andrés Manuel López Obrador, llamó a sus seguidores a participar en el Zócalo el próximo domingo en la Asamblea que buscará “definir lo que sigue”.

Y ¿qué sigue? ¿Qué es lo que puede seguir ahora cuando vemos sellada la transición y cuando la alianza entre el PRI y el PAN, en combinación con los intereses corporativos y de medios de comunicación se hacen más que evidentes?

Esto no es algo que se dice sólo por parte de los perredistas o de los analistas políticos. Incluso el PAN de Guanajuato quiere abrir un juicio en contra de Vicente Fox por declararse abiertamente a favor de Peña Nieto debilitando la figura de su ex candidata presidencial.

Con esto no quiero decir que el PAN tuviese que estar necesariamente del lado del PRD, pero en una jornada como la que se dio el pasado mes de julio y en la que voces y poderes establecidos en Acción Nacional como las del ex presidente Fox se declararan a favor del PRI o que el poder mismo se haga de la vista gorda no es una buena señal.

Que no se perciba o no se quiera ver que hay una buena parte de la población que está en contra del resultado, no porque perdió, sino por las condiciones en las que la jornada electoral se dio es ignorar que México está abriendo la puerta a la ingobernabilidad.

Peña Nieto señaló esta semana que estaría dispuesto a sentarse a hablar con Andrés Manuel si lo reconoce como Presidente. Se le agradecen las ganas de querer acercarse, pero va más allá del ex candidato.

El mismo movimiento #YoSoy132 surge no necesariamente porque apoyaban a Andrés Manuel, sino en contraposición al ahora oficialmente Presidente de México que no supo cómo responder a los cuestionamientos de los estudiantes de la Universidad Iberoamericana durante un acto de campaña. Peor aún, quedó demostrado que sí eran estudiantes y no porros como los quiso calificar desde el inicio el partido que próximamente gobernará a los mexicanos.

Si bien una buena porción del movimiento apoya a Andrés Manuel, lo cierto es que es un movimiento que se generó ante la impotencia de ver cómo los medios y el poder se coludían en dar una versión tergiversada de los hechos. Es un movimiento que sigue ahí… No se han retirado y Peña Nieto ni siquiera aceptó en su momento participar en el debate organizado por los jóvenes.

Igualmente existe el Movimiento por la Paz de Javier Sicilia, quien está haciendo una extensa y simbólica caravana por Estados Unidos para mostrar su indignación y la de muchos mexicanos más con los resultados de la lucha antidrogas emprendida por el aún Presidente y la cual ha dejado más de 70 mil muertos y seguimos contando… No solamente se ignoran las demandas que durante este periodo hubo de políticos, académicos, sociedad civil por cambiar la estrategia. A esas voces siempre se les callaba diciendo que eran enemigos de la ley y más amigos de los narcos por estar en contra de Calderón. Peor aún, en los últimos discursos ya ni se dan cifras de muertos o de desaparecidos por esa causa. No existen daños colaterales. Sólo la lucha y los resultados de detenciones, no el costo social, económico y de convivencia civil que los mexicanos estamos pagando.

Los dos protagonistas de la transición. Los dos responsables de movimientos a los que parecen ignorar.

¿Qué sigue? Esa es la pregunta que dice Andrés Manuel que resolverá para sus seguidores el próximo domingo, pero esa debería ser la pregunta que los gobiernos y partidos en transición deberían hacerse y responder a los mexicanos que nos sentimos llenos de interrogantes, que nos sentimos vulnerables ante las noticias y ante cualquier rumor infundado a través de redes sociales. Es como si cualquier situación que se de en México pudiera encender los ánimos. Y en la tersa transición que se propone no se ve que haya una salida dialogada, negociada.

Es importante que más allá de las alianzas y de los muros en contra de Andrés Manuel y sus propuestas el gobierno que llega, porque ya llegó y parece que no habrá mucho por hacer, se vuelva incluyente y moderno.

Los mexicanos no queremos regresar al viejo adagio salinista de “Ni los veo, ni los oigo”. Es momento de ver y escuchar la realidad mexicana. Es momento de ver y escuchar a los ciudadanos con demandas cada vez más crecientes de inclusión social, económica y política. Las viejas prácticas pasaron de moda, los viejos liderazgos no son posibles hoy en el mundo moderno.

¿Podrá el nuevo gobierno y sus opositores transitar hacia una democracia tersa, transparente y eficiente tal y como lo indicaron en su discurso? O vamos hacia la cerrazón, la rispidez y la exclusión de quienes no piensan como los actores políticos de la vida contemporánea de México.

Hilda García

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Estudio Periodismo en la Universidad Nacional Autónoma de México, obtuvo el grado de Maestría en la Univ. de Miami con el tema de los “Weblogs y la mediamorfosis periodística”.

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