Lo dijo en el Festival de Venecia: ama más los libros que las películas y por eso cada historia que le toca dirigir está basada en grandes obras de la literatura estadounidense, como In Dubious Battle, novela de John Steinbeck
Ciudad de México, 10 de septiembre (SinEmbargo).- Escribe, dirige, actúa y a menudo engrosa su cuenta bancaria con alguna más que sugestiva publicidad de alcance global.
Es James Franco, el actor parecido a James Dean y quien acaba de presentar en el Festival de Cine de Venecia su película In Dubious Battle, basada en la novela homónima de John Steinbeck (1902-1968), para demostrar entre otras cosas cuánto ama los libros, mucho más incluso que las películas.
La película cuenta con un elenco plagado de estrellas en pequeños papeles, desde la cantante Selena Gomez hasta Bryan Cranston (Breaking Bad), Robert Duvall y Ed Harris, entre otros, con el propio director como protagonista, informó dpa.
Franco, que creció leyendo obras de Steinbeck, dice sentir conexión con la obra del escritor, que también vivió en California, como él. La novela no es una de las más famosas, como The Grapes of Wrath (Las uvas de la ira), pero la eligió porque también tuvo mucho éxito cuando se publicó en 1936 y fue muy leída.
La trama de In Dubious Battle se centra en unos recolectores de manzanas que se enfrentan a su patrón porque les paga menos salario del prometido. Los trabajadores se unen para hacer una huelga, en un conflicto que según James Franco, doctor en Filología Inglesa por Yale, es todavía actual, dado que los políticos “no se interesan por la clase trabajadora y los dejan de lado cada vez más”.
“Amo más la literatura que el cine”, dijo Franco en Venecia, mientras termina su nueva película como director, The Long Home, basada en la novela de William Gay.
UN ACTOR PARECIDO A JAMES DEAN
James Franco nació en California el 19 de abril de 1978. Tiene un notable parecido a James Dean, personaje que encarnó en una serie televisiva que obtuvo excelentes críticas y le supuso el Globo de Oro en 2001.
Con fama de intelectual y un tanto transgresor, sólo se ha dedicado a coquetear con la línea oscura de la marginalidad. Una vez apareció dando una entrevista a la cadena MTV con rastros de estar intoxicado con alguna sustancia extraña.
Sus balbuceos recorrieron la red y el video fue muy visto en YouTube. Otra, también en MTV, mientras oficiaba de presentador con su colega Seth Rogers, subió al estrado portando un cigarro que parecía contener marihuana. Una fotografía tomada al azar lo mostró luego durmiendo en plena clase en Yale, donde cursaba un doctorado en Artes. Y hasta allí.
Quizás porque no son muchos los escándalos que ha protagonizado y tal vez porque ha demostrado ser un gran actor, como lo comprueba el hecho de su postulación a un Oscar como protagonista de 127 horas, la película de Danny Boyle (Slumdog millionaire), es que este chico “bonito pero raro”, ha logrado encantar a propios y extraños, manteniendo un pie firme en la industria del entretenimiento y mucho de su corazón en la alta cultura.
La ruta que recorre Franco, precisamente no es la habitual. El actor de Piña express, Comer, rezar y amar y Milk, entre otras, es un intelectual dedicado a coleccionar títulos universitarios (graduado en literatura, cine y artes por Yale y otras tres universidades), es un lector voraz de Shakespeare y Milton, entre otros grandes de la tradición literaria inglesa, escribe cuentos (ha publicado un libro titulado Palo alto que destruyó la crítica especializada).
Hace unos años animó en el MOMA una performance de la famosa artista serbia Marina Abramovic, que se llamó “The artist is present” (El artista está presente): una persona del público (en este caso, el conocido actor), se sentaba en silencio frente a Abramovic el tiempo que quisiera o pudiese. La escena quedaba documentada mediante una foto en la que se inscribía la cantidad de tiempo que el participante duró. James aguantó 60 minutos.
Las imágenes de James Franco que suelen captar los paparazzi son aquellas en las que la estrella de Hollywood aparece cargando una buena cantidad de libros. Y eso sí que es raro en la Meca del cine.