El Congreso Popular en la Bolsa de Valores

18/03/2014 - 12:00 am

Miguel Concha Malo

César Alan Ruiz Galicia

¿Cuál es nuestra causa? Cambiar a México.

 Por eso, millones están con nosotras y nosotros, y aún no lo saben. Hoy queremos decirles que también llegamos a pensar que estábamos solos. También nosotros dudamos de lo que se dice en el noticiero nocturno, pero nos tapábamos la boca para no desencajar. Al igual que muchos, notamos que comprábamos menos con nuestro sueldo, pero nos contentábamos con la idea de que sólo era nuestra imaginación.

Así pasaron los sexenios. Y la verdad es que vamos de mal a peor. Lo que antes era un yugo, ahora es un privilegio: nos dicen que deberíamos agradecer que tenemos trabajo, aunque sea informal. Que celebremos el acceso a créditos, aunque nos cobren interés sobre interés. Nos convencen de que somos afortunados porque podemos rentar un departamento, si bien ya pasaron los tiempos de soñar con una casa. En México gobierna la lógica del empobrecimiento. Si no le ponemos un límite, pronto tendremos que sentirnos orgullosos y aplaudir porque comemos tres veces al día. Luego, la mayoría solo comeremos una vez. ¿Hasta cuándo?

Aunque todos nos damos cuenta, no escuchamos que estas cosas se denuncien. Pasa que en este país hablan los opinólogos, hablan los políticos, hablan los banqueros, hablan los empresarios… y el pueblo debe permanecer callado.

Nuestro error es que le entregamos la política a los políticos; le encargamos la economía sólo a los economistas, y dejemos la administración del país exclusivamente en manos de los administradores. Nos engañaron con la historia de que nuestros problemas son “técnicos”, y que sólo pueden resolverlos los “especialistas”. Por eso hoy tienen tanto poder los poderosos: nos hicieron creer que no podemos. Apostaron a que delegáramos a “expertos” la solución de nuestros problemas. Nos arrebataron a la política como forma colectiva de resolver el deterioro social y la descomposición del modelo en que vivimos.

Por eso interiorizamos que no hay alternativa. Nos bombardearon con la idea de que la democracia es dar carta en blanco a personas que sólo conocemos por las fotos de su propaganda. Debimos escucharlos una y otra vez repitiendo que todo mejoraría de alguna manera inesperada. Ya no les creemos. Sus palabras son conjuros sin magia.

Hoy sabemos que, o hacemos política, o la hacen por nosotros.

Los ciudadanos tenemos poder constituyente, pero recién estamos comprendiendo que también contamos con poder destituyente. Siempre estuvo ahí, pero nos hacían voltear la mirada a otra parte. Las primaveras árabes y las protestas de los indignados de muchas partes del mundo, nos recordaron que cuando el pueblo se une contra un gobierno ilegítimo o indigno, no hay régimen que resista.  El artículo 39 de nuestra Constitución es por eso como el paracaídas de la República, que no debemos activar cuando todo marcha bien, pero que sirve para salvarnos en casos emergencia.

Si bien queremos la democratización de la política, también necesitamos la democratización en la economía. No podemos permitir que nuestras vidas sigan en manos de poderes económicos locales e internacionales. Nuestro derecho a la alimentación, la salud, la educación, el trabajo y la vivienda no pueden estar condicionados por intereses ajenos al bien común.

Es necesario que reaprendamos, que nos eduquemos a contrapelo de las mentiras que se repiten hasta que parecen verdades: nuestros recursos estratégicos no son pieza de subasta, sino el principio de nuestra Soberanía. Lo común, lo que es de todas y todos, no es una mercancía para el mercado de negocios, sino el patrimonio de esa familia extensa llamada México, y México no está en venta.

¿Debemos esperar a que los legisladores que han ofertado nuestros recursos cambien de opinión porque alguna iluminación les recuerde cómo es el vivir a ras de piso? Las soluciones no vendrán del mismo lugar de donde surgieron los problemas. Es necesario que actuemos nosotros, como ciudadanas y ciudadanos, como pueblo. Si bien confrontar a quienes nos han ignorado y vuelto la espalda es necesario, nunca es suficiente. Hay que organizarnos.

Si el Estado Nacional ha sido ocupado por intereses particulares, de nosotros depende recuperarlo. Somos parte de una sociedad que a lo largo de su historia ha peleado batallas incansables para establecer leyes e instituciones que respondan a las problemáticas y necesidades del país. Es posible una vida justa, democrática, equitativa, digna y libre. Este momento de quiebre para nuestra Nación es la oportunidad para superar el miedo: que ahora el pueblo ejerza el poder, y que se preocupen los que nos habían amordazado.

Queremos convertir en leyes y nuevas instituciones nuestros deseos colectivos. Vamos por la revalorización de las promesas. Urgimos una enmienda profunda de los pactos.

Por esto -¡y tanto más!- estaremos este martes 18 de marzo en la Bolsa de Valores.

@Congres_Popular

 #18Mmx

César Alan Ruiz Galicia
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