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Tomás Calvillo Unna

20/03/2024 - 12:04 am

El altar del silencio: su biología

“Lo no pronunciable, está presente en los umbrales del conocimiento”.

“La llave del paisaje”. Pintura: Tomás Calvillo Unna

Para quienes desde la UASLP y la Casa Colsan Xilitla Ixba, hicieron posible el Coloquio: Metáforas en Ciencias y Artes.

 

I

La respiración es el origen del ritmo,

las pausas de la cadencia del ser;

el cuerpo esculpido por la química,

el recinto donde se condensan

los intervalos

y la ruta del movimiento.

El silencio

es el manantial de la metáfora:

un espejo nocturno,

que nos permite descubrir

las líneas de las manos.

El generoso vientre

donde las palabras emergen

de su vital humedad.

A veces flotan,

o vuelan,

a veces son relámpagos,

truenos,

hasta gritos,

antes de mutarse

en susurros y en mensajeras

de secretos.

El espejo nocturno

en la soledad del ser;

la bóveda de su conciencia;

zurcidos pensamientos en imágenes,

vitrales de sus relatos

en la nada

del identificado vacío.

II

La respiración es la lámpara

que alumbra en la madrugada

las veredas de la quietud;

el balcón de la memoria

sus paisajes;

la desnudez de las oraciones

al descifrar su presencia:

vibraciones que derrumban

los muros de dudas y pasiones;

las arenas movedizas del tiempo.

Los orígenes borrados afuera

el eco, su espiral, dentro;

en la arqueología solitaria

de una comunidad

que retorna a las catacumbas

de la prudencia y el amor;

del fuego convertido en rosa,

de la rosa trasmutada en espada,

de la espada recargada

en la espalda.

La cartografía interior

que preserva

los antiquísimos caminos

del alma.

El alma tan desdeñada

y tan a la mano;

sabia en su humildad suprema

de ignorarse a sí misma,

hasta que la oscuridad

da cuenta de su luz,

no la desesperación.

III

El alumbramiento,

su alumbramiento,

disciplina de la aparición.

Contemplar

es el arte

de la espeleología del ser.

En esos límites,

las palabras abren las puertas

de lo inefable que acompaña

nuestro viaje:

La desaparición,

el desafío vencido.

Lo no pronunciable,

está presente

en los umbrales del conocimiento,

en las tradiciones;

el silencio es su vestimenta.

La metáfora pretende rasgarla;

es la fisura profunda

de la conciencia

donde se ha edificado

nuestro mundo cada vez

más perplejo.

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