The walking test: Enlace

20/04/2013 - 12:01 am

Dos, tres, horas para disfrutar y sepultar los cerebros en la evaluación nacional del logro académico en centros escolares, alias, ENLACE. Se busca crear supervivientes para la nueva era de la educación basada en las incompetencias que transforma a los estudiantes adolescentes en zombis con las mordidas del papel y lápiz frente a sus ojos.

Con días de anterioridad, las secuelas del apocalipsis estudiantil basado en las habilidades de comunicación y matemáticas, se preparan para el enfrentamiento. Un rally dispuesto a poner a prueba sus dotes de resistencia los ensaya hacia la batalla final.

La sangre se sustituye por sudor y los muertos resucitados apenas viven sus últimos días entre libros que levantan bajo el soplo de un globo, adivinanzas por atinar, saltos que dar con tal de ser chapulín en medio de la nada, responder un par de preguntas y realizar algunos ejercicios matemáticos. ¿Sus armas? La destreza de cruzar tránsitos del saber con la agilidad corporal y mental que necesitarían para el walking test.

No queda descartado el baile y un thriller se arma en pleno final, pero no con la guía de Michael Jackson, sino PSY y su Gangnam style o el Harlem shake dispuesto a encender los ánimos a los aspirantes a zombies que preparan sus neuronas hambrientas de carne en forma de letras o números, pero satisfecha con un trozo de chocolate.

Llegan las cajas fuertes con toda la artillería dispuesta a enfrentar a miles de alumnos por egresar de ese estado de cuasi abandono, o progreso conocido como preparatoria. Todo está envuelto, incluso en la ignominia de ese pequeño final, donde las faltas de ortografía en la leyenda del centro escolar están a la orden del día y una z hace la diferencia, seguramente el primer mandatario tiene algo que ver con esa pequeña travesura.

La impuntualidad es pecado en esta batalla, en la que estudiantes son cadáveres en movimiento, asesinados por un examen que condena sus saberes y andares. La autoridad suprema les dispara con la boca con tal de que la distracción en minutos no vuelva a suceder por lo menos en esos días, primer triunfo de la dirección con tal de calmar el valemadrismo del tiempo.

Finalmente llega la hora de la batalla, los cuadernillos buscan dispararles a estudiantes, con un vaivén de planteamientos un tanto obtusos, mientras ellos buscan a que profesor morder y desquitar ese cinco incombinable con el par de seises o sietes por elevar en el promedio de vida al menos durante casi tres años.

Termina el encuentro entre interrogantes. Los docentes y prefectos buscan salvarse del hartazgo estudiantil que los vuelve cadáveres vivientes derramando tinta en sus pueriles siluetas. Uno de los profesores pregunta por la suerte de un sobreviviente y al voltearse descubre el rostro deforme, entre gris y blanco esculpido por el polvo corrugado. La criatura insiste en correr hacia su próximo platillo hasta que una mano anónima jala el gatillo y elimina la sobrepoblación que el día de mañana batallará en obtener un empleo digno.

La escuela es una ciudad desierta. Pocos se atreven a cruzarla, ENLACE los deja exhaustos, pues equivale a varias balas y a los más débiles los aniquila en un santiamén, contrario a los más fuertes quienes se vuelven muertos vivientes y siguen resolviendo the walking test.

Moscas giran en la espiral del desconocimiento. Las hormigas se alimentan de las pocas migas humanas que los nuevos egoístas han dejado. Ahora la humanidad es un recuerdo opacado por el olvido de respirar y sentir.

@taciturnafeliz

en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video