Y, 30 AÑOS DESPUÉS, EL 90% DEL DF SE CONVIRTIÓ EN UNA CIUDAD DE GUETTOS

20/09/2015 - 12:00 am

Durante siglos, la naturaleza ha asombrado al hombre. El océano impone, un volcán asombra y los múltiples ecosistemas presentes en el mundo maravillan; sin embargo, éstos también aterrorizan.

En la historia del mundo existen innumerables desastres naturales. El 12 de enero de 2010 Haití sufrió un terremoto de 7.2 grados donde murieron unas 316 mil personas. Este terremoto ha sido el más fuerte registrado en la zona desde el acontecido en 1770.

Tan sólo uno año después, el terremoto y posterior tsunami de Japón en 2011, denominado oficialmente por la Agencia Meteorológica de ese país como el terremoto de la costa del Pacífico en la región de Tōhoku o Gran terremoto de Japón oriental del 11 de marzo, fue un movimiento telúrico de magnitud 9.0 que creó olas de maremoto de hasta 40.5 metros donde 115 mil 845 personas murieron.

Así, hace 30 años la naturaleza también sorprendió a la Ciudad de México, marcando un antes y un después para toda una nación. El jueves 19 de septiembre a las 7:19 horas el terremoto alcanzó una magnitud de 8.1.

El epicentro se localizó en el Pacífico mexicano, cercano a la desembocadura del río Balsas en la costa del estado de Michoacán, y a 15 kilómetros de profundidad bajo la corteza terrestre. De acuerdo con cifras oficiales, al menos 10mil personas murieron aquel día.

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Gran parte de la población que vive en las afueras del DF lo hace en condiciones inseguras. Foto: Especial: SinEmbargo

Ciudad de México, 20 de septiembre (SinEmbargo).– El 19 de septiembre de 1985 se derrumbaron 12 mil 747 edificios en la Ciudad de México, de los que el 65 por ciento eran viviendas. Pero también aquel día la ciudadanía se unió como pocas veces ha tenido registro nuestra historia y brilló la solidaridad civil en el país.

A pesar del terremoto, la urbe salió adelante, creció y hoy se posiciona como la ciudad más grande no sólo de la República Mexicana sino del continente americano.

30 AÑOS DESPUÉS

La salida México – Cuernavaca

 

Tras el terremoto, que de acuerdo con las autoridades del Departamento de Sismología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), fue un parteaguas en mucho sentidos y le transformó la cara y la vida a la Ciudad de México, las cosas cambiaron: una de ellas fueron los códigos de construcción.

Mientras el centro de la ciudad y sus zonas más acaudaladas presentan construcciones majestuosas e impecables con decenas de pisos, éstas cumplen con las normas de construcción para zonas sísmicas.

Sin embargo, ahora existen en el Distrito Federal miles de inmuebles que fueron diseñados con una normatividad anterior a la del sismo de 1985 y que son catalogados de alta y media vulnerabilidad estructural. La periferia de la Ciudad de México se encuentra repleta de estos inmuebles que presentan características humildes y austeras, y alojan a más del 90 por ciento de la población total.

En la frontera con Hidalgo

Dichas zonas –los “ghettos” del Distrito Federal– ubicados en las periferias y cerros que delimitan la ciudad, son casas en obra negra, con techos de lámina, un tinaco de agua y una antena de televisión. Y en los casos más desafortunados los hogares cuentan con muros de cartón, techos de lona y piso de tierra.

Este modelo de producción en masa para las clases populares representa ventajas a las empresas constructoras privadas ya que la ubicación de los complejos abaratan el valor del suelo, y a la vez que el mercado de destino y la nula regulación estatal posibilita el uso de materiales de construcción de baja calidad.

La salida a Toluca, Estado de México

En las periferias hay espacios resignados a servir a sus habitantes sólo como dormitorio, porque de día se convierten en una especie de pueblos fantasma debido a que sus habitantes viajan diariamente al DF para trabajar.

Además, debido a la ubicación de estos asentamientos, la movilidad cotidiana por motivo laboral se convierte en una de las actividades que más tiempo consume. Llegando a cubrir entre tres y cinco horas de cada día, con lo que se reducen otras actividades fundamentales como el descanso, los alimentos o la convivencia con la familia.

Los límites con Puebla

La abundante población en las periferias no es coincidencia, los proyectos son una inversión garantizada y la única alternativa para millones de mexicanos, porque estas unidades habitacionales son la única opción de acceder a un espacio propio, a un patrimonio familiar, una casa.

La salida a Querétaro

A 30 años del sismo que le cambió la cara y la vida a la Ciudad de México, aún no se tienen las medidas ni normas necesarias para prevenir o mitigar los daños que un desastre como éste podría ocasionar en la gran metrópoli. A tres décadas del desastre natural más impactante y devastador que ha sufrido el país, su capital todavía no se encuentra preparada para enfrentar una tragedia similar.

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