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Redacción/SinEmbargo

20/12/2017 - 6:00 am

Meade, ¿curado de ciudadanía? / Las coaliciones / Política y religión

Al inicio de las precampañas, todos los candidatos se presentaron como ciudadanos, tanto los que son apoyados por partidos como los que se dicen independientes, aunque la realidad es que todos tienen pasado con los partidos políticos, el único, que en sentido estricto, era verdaderamente ciudadano, era José Antonio Meade, eso sí, en administraciones panistas y priistas, pero sin afiliación a ninguno de esos partidos, y parecería que al interior del revolucionario se empecinan en hacerlo ver como uno más de su partido pues desde el arranque de sus actos de campaña se ha retratado con integrantes del partido de muchos años, lo que cada vez le quita más lo ciudadano, y del tema, esta día en El Universal, el periodista Carlos Loret de Mola, escribe que: “la clase política mexicana usa con bastante desfachatez el término ‘ciudadano’. Resulta que ahora Margarita Zavala es ciudadana, cuando todo lo que es y ha sido se lo debe a un partido político. Resulta que El Bronco también, cuando quince minutos antes de volverse emblema ‘independiente’ militaba en el Partido Revolucionario Institucional, donde construyó su carrera política.

Meade, ¿curado de ciudadanía?
Al inicio de las precampañas, todos los candidatos se presentaron como ciudadanos, tanto los que son apoyados por partidos como los que se dicen independientes, aunque la realidad es que todos tienen pasado con los partidos políticos, el único, que en sentido estricto, era verdaderamente ciudadano, era José Antonio Meade, eso sí, en administraciones panistas y priistas, pero sin afiliación a ninguno de esos partidos, y parecería que al interior del revolucionario se empecinan en hacerlo ver como uno más de su partido pues desde el arranque de sus actos de campaña se ha retratado con integrantes del partido de muchos años, lo que cada vez le quita más lo ciudadano, y del tema, esta día en El Universal, el periodista Carlos Loret de Mola, escribe que: “la clase política mexicana usa con bastante desfachatez el término ‘ciudadano’. Resulta que ahora Margarita Zavala es ciudadana, cuando todo lo que es y ha sido se lo debe a un partido político. Resulta que El Bronco también, cuando quince minutos antes de volverse emblema ‘independiente’ militaba en el Partido Revolucionario Institucional, donde construyó su carrera política. […]. El Frente de Ricardo Anaya también saltó a la palestra como ciudadano y no tenía un ápice de eso; luego le tuvieron que cambiar el nombre. Cuando José Antonio Meade fue designado por el Presidente Enrique Peña Nieto como el abanderado del Partido Revolucionario Institucional para la sucesión se presumió su perfil ‘ciudadano’. Bastante cuestionable, considerando que ha actuado en sintonía con los partidos políticos en las administraciones en las que ha trabajado: primero el Partido Acción Nacional y luego el Partido Revolucionario Institucional. Es un político. Es cierto que sin militancia partidista. Es cierto que con una extraordinaria interlocución con actores políticos de todos los partidos. Pero político al fin. […]. Pero si la estrategia presidencial fue presentar a Meade como ‘candidato ciudadano’, lo que ha venido en las tres semanas subsecuentes ha sido curar al ex secretario de Hacienda de ese ‘mal’ que parecen haberle detectado los priístas. El precandidato único del Partido Revolucionario Institucional se ha dedicado desde el minuto uno de su destape a tomarse la foto y reunirse con todo el Parque Jurásico de la política tricolor, a abrazar a todos los personajes impresentables, anquilosados, añejos, viejos políticos de partido. […]. La duda es si al estar conquistando internamente al Partido Revolucionario Institucional está perdiendo lo que se quería presentar al electorado en general como su principal virtud. Si gana más de lo que pierde. Es difícil de medir. Es intuición, es sentir para dónde sopla el viento. […]. El 27 de noviembre vistieron a Meade con una camiseta ciudadana. En dos semanas se ha dedicado a desteñirla”.

En su proceso de precampaña política, el abanderado del Partido Revolucionario Institucional ha encontrado el apoyo de gobernadores de extracción priista, como se pudo ver en Chiapas y Campeche, que en los primeros días ya le brindaron su apoyo y le dieron muestras de solidaridad, y en Milenio, su columna de trascendidos Trascendió, asegura que: “que el Gobernador de Campeche, Alejandro Moreno, esperó hasta que dieran las 18:30 horas para poder “hacer uso de su derecho constitucional”, consistente en ponerse la camiseta de priista y apoyar al candidato de la coalición Partido Revolucionario Institucional-Verde-Panal, José Antonio Meade, de campaña en la entidad. Cosa de estrategias, estilo o acaso es muy ahorrador el señor, porque, por ejemplo, Manuel Velasco, mandatario de Chiapas, pidió que le descontaran el día en el arranque de precampaña del ex titular de Hacienda, en territorio chamula, el jueves pasado”.

Entre las propuestas y retos que se han estado lanzando entre precandidatos presidenciales está el de hacerse pruebas médicas, físicas, toxicológicas y de confianza, a lo cual, Ricardo Anaya y José Antonio Meade aceptaron, el único que argumentó en contra fue Andrés Manuel López Obrador pues,  dice que está bajo tratamiento para controlar su presión arterial, además de otros problemas de salud, y de este tema, hoy en El Universal, su columna de trascendidos Bajo Reserva, asegura que: “con las tablas que le han dado tres campañas presidenciales, Andrés Manuel López Obrador salió al paso de la propuesta que el precandidato del Partido Revolucionario Institucional, José Antonio Meade, lanzó esta semana acerca de que los aspirantes debían someterse a exámenes de salud física y mental, así como a pruebas toxicológicas y de confianza, como el polígrafo. Aunque muchos aseguran que la propuesta de Meade es insustancial, otros la leyeron como un dardo envenenado contra Andrés Manuel López Obrador, quien todo mundo sabe sufrió un infarto. De entrada don Andrés confesó que tiene un problema de salud, que es hipertenso y que toma muchas pastillas para su enfermedad, pero el tabasqueño no perdió la oportunidad de mofarse del priísta al decir que además de las medicinas, los de la ‘mafia del poder’ no deben hacerle pasar corajes para que no le suba la presión. Además, aprovechó para decir que nunca ha fumado mariguana, aunque aseguró que es buena para la reuma”.

Las coaliciones
En el Reforma, el académico, columnista y politólogo, Sergio Aguayo, escribe sobre las coaliciones que se han formado en México en tiempos recientes, por un lado están las de los partidos políticos, que buscan más poder del que ya tienen, y por otro, las coaliciones ciudadanas, que en el 2018 van a ser fundamentales por muchas cosas, entre las que destaca para revertir la Ley de Seguridad Interior, pues no se debe dejar de ejercer presión sobre el tema hasta que se escuche la voz ciudadana y del tema, hoy nos comenta que: “México se llenó de coaliciones. Las tres de los partidos se caracterizan por el pragmatismo. Otras, menos reconocibles, se forman para defender causas concretas. Me refiero a estas últimas. Hay muchísimos obstáculos a la participación ciudadana, pero estamos mejor equipados que en el México autoritario del pasado. Antes eran puras derrotas y frustraciones, ahora tenemos mejores condiciones para dar batallas y de cuando en cuando logramos victorias. […]. La batalla por la Ley de Seguridad está lejos de haber concluido. Faltan dos etapas. En la primera se le pide al Presidente que vete la ley. Como lo más probable es que nos ignore, vendrá la publicación de la ley en el Diario Oficial de la Federación y a partir de ese momento la Comisión Nacional de los Derechos Humanos tendrá 30 días para interponer la acción de inconstitucionalidad que actualmente prepara. […]. En estos y otros casos han estado muy activas las coaliciones formadas generalmente por cinco actores. Es frecuente que las iniciativas las encabecen grupos civiles y empresariales o instituciones públicas de derechos humanos, es habitual la presencia de organismos internacionales y embajadas de diversos países, también participan ciudadanos, políticos y funcionarios que se suman a los debates en sus espacios y a través de las redes sociales; siempre hay medios de comunicación dando voz a estas coaliciones. […]. Ni el triunfo ni la derrota están decididos en los dos casos; son prioridades de la agenda ciudadana para 2018. Tendremos que dar seguimiento a la manera como el Congreso reglamenta la publicidad oficial así como al enfrentamiento entre el Partido Revolucionario Institucional, sus aliados y la formidable coalición opuesta a la Ley de Seguridad Interior. […]. Como la disputa se librará en año electoral, otra prioridad para la ciudadanía organizada será exigir a los candidatos que se pronuncien a favor o en contra de las leyes que regularán la publicidad oficial y la seguridad interior. Es ridículo que se refugien en el silencio, las evasivas o las generalidades. Nada está escrito. En nuestra imperfecta democracia hay márgenes de acción para la participación ciudadana en los asuntos públicos. La aparición de coaliciones cada vez más diversas y efectivas es una buena noticia. Disfrutémosla durante la pausa navideña”.

Política y religión
En el Excélsior, su director, el periodista Pascal Beltrán del Río, retoma un fragmento de una entrevista realizada al especialista Bernardo Barranco, en la que se habla de la participación de la religión en la política, esto a raíz del apoyo de Partido Encuentro Social a la candidatura de Andrés Manuel López Obrador, ya que la ideología entre partidos es relevante, además de que también el precandidato del Partido Revolucionario Institucional, José Antonio Meade ha pedido a sus simpatizantes que se encomienden a dios, y del tema hoy nos comenta lo siguiente: “durante décadas, a los políticos mexicanos que recitaban el credo del nacionalismo revolucionario –es decir, los priistas, pero también muchos surgidos en el seno de la izquierda partidaria– les daba por posar de comecuras, aunque los domingos fueran a misa y celebraran la Navidad con su familia. […]. El anticlericalismo no se acabó con el destierro de Calles. Lo mantuvieron vivo, en los años del cardenismo, políticos como Tomás Garrido Canabal, Heriberto Jara y Francisco J. Múgica. Durante la presidencia de Adolfo Ruiz Cortines, el jacobinismo alcanzó su mayor nivel de la etapa civilista. Luego comenzó a decaer, pero todavía tuvo poderosos exponentes, como Jesús Reyes Heroles y Carlos A. Madrazo. Con la visita del Presidente Luis Echeverría al Vaticano, en 1974, llegó la era del descongelamiento de relaciones entre el Estado y la Iglesia. Cinco años después, vino la primera visita de un Papa a México. […]. La religión tardó un buen tiempo en recuperar su lugar como actor visible en la arena política, pero lo logró. […]. Hoy, la evidencia sugiere que estamos en el final de esa ruta: el uso político de la religión. ‘Algo está pasando’, me dijo ayer en Imagen Radio el especialista Bernardo Barranco. ‘Estamos viendo una irrupción de lo religioso en lo electoral’. Barranco puso como pruebas los recientes arranques de guadalupanismo de varios políticos, como el líder nacional del Partido Revolucionario Institucional, Enrique Ochoa, y el líder de Morena, transformado en aspirante presidencial por tercera ocasión, Andrés Manuel López Obrador. […]. La ‘fiebre religiosa’ que ha aparecido en la actual arena electoral, describió Barranco, ha alcanzado también a José Antonio Meade, quien recientemente habló en el Estado de México de la vela que se enciende el Domingo de Adviento y pidió a las mujeres priistas encomendarse a Dios. Simultáneamente surgió la polémica por el apoyo que el Partido Encuentro Social […] decidió dar a la candidatura de López Obrador, sumándose a la coalición que lo postula. Dicha acción fue repudiada por algunos simpatizantes seculares del tabasqueño, quienes tacharon al Partido Encuentro Social de partido intolerante y de ultraderecha, calificativos que López Obrador se ha esmerado en rechazar. En la entrevista, Barranco recordó que el Partido Encuentro Social […] fue una de las organizaciones que tomaron la calle, en septiembre de 2016, para manifestarse en contra de la despenalización del aborto y el reconocimiento de los matrimonios igualitarios. […]”.

Del gabinete de AMLO importan los que no están
En Milenio, el periodista Joaquín López Dóriga, escribe sobre la presentación del gabinete que presentó Andrés Manuel López Obrador, que sería su equipo de trabajo en caso de ganar las elecciones presidenciales, y llama la atención que no esté integrado ninguno de los personajes que integran su partido y que más lo han apoyado y defendido cuando ha sido necesario, y del tema nos explica que: “a los dos días de su proclamación como precandidato, […], Andrés Manuel López Obrador dio a conocer a los integrantes de su gabinete presidencial, cuyo principal mérito parece ser la equidad de género, ocho mujeres y ocho hombres, pero creo que ese es un análisis simplista, porque el género por sí solo no determina calidad. De la lista hay algunos conocidos, la ex ministra de la Corte Olga Islas, que batalla con su formación y la amnistía al crimen organizado de su candidato; Esteban Moctezuma, secretario general del Partido Revolucionario Institucional en la campaña de Ernesto Zedillo, en 1994, su primer secretario, breve, de Gobernación y al final de Desarrollo Social; Javier Jiménez Espriú, ex funcionario de Obras Públicas y secretario general administrativo de la Universidad Nacional Autónoma de México, y Héctor Vasconcelos. La constante de los demás es su ausencia de cargos públicos, sin experiencia y sin antecedentes políticos, ajenos a las políticas públicas, pero sin cola que les pisen, pero, sobre todo, no son de su partido ni de sus rijosos como Martí Batres, John Ackerman, Horacio Duarte, Pablo Gómez, Manuel Bartlett y Layda Sansores, por mencionar algunos. […]. También puede verse como una provocación, más que a Ricardo Anaya, al que ha ignorado, a José Antonio Meade, en el que ha centrado sus ataques para que éste haga público el suyo, como si ya lo hubiera definido en lo que comenzaría a pensar en caso de ganar la Presidencia. Por cierto, López Obrador dejó vacantes las secretarías de la Defensa Nacional y de Marina por razones que desconozco, pero que aparentemente no le preocupa porque ha dicho que agrupará a las fuerzas armadas en una guardia nacional de la que él será el jefe. Pero no lo sé”.

¿A quién beneficia o perjudica la Maestra?
En El Universal, el periodista José Cárdenas, escribe sobre las teorías que han surgido después de la prisión domiciliaria que se otorgó a Elba Esther Gordillo, donde la más repetida es que a través de la alianza del Partido Revolucionario Institucional con el Partido Nueva Alianza se dio una negociación para su liberación de la prisión pero, quienes conocer a la maestra, mencionan que no era ella lo que hubiera pedido a los actuales líderes del partido, además, que de parte del Revolucionario Institucional, poco les ayuda que se les relacione con una figura tan odiada por la opinión pública, por lo que de esta situación nos comenta que: “en política no hay coincidencias, aunque en ocasiones las señales pretendan engañar con la verdad. Pocos pueden deslindar la prisión domiciliaria de La Maestra Elba Esther Gordillo de la firma del convenio de coalición entre el Partido Revolucionario Institucional y el Partido Nueva Alianza (Panal) para la contienda presidencial. La primera lectura obvia es que el líder del partido turquesa, Luis Castro Obregón, vendió caro su amor aventurero a cambio del traslado de la profesora a su penthouse de Polanco; eso dicen quienes creen saber que hubo órdenes de ‘muy arriba’ para que la Procuraduría General de la República desistiera de mantener a Gordillo encerrada en un hospital, […]. Sin embargo, la teoría del intercambio negociado, suculenta para la intriga, tiene sus bemoles. Elba Esther Gordillo fue a prisión por dos delitos de defraudación fiscal y un tercero por lavado de dinero y delincuencia organizada. Los dos primeros terminaron con sentencia de inocente. Está pendiente el último, el más escandaloso. No faltan quienes aseguran que en el fondo Elba Esther fue a dar 4 años 10 meses a la cárcel por su oposición a la reforma educativa, cuando el gobierno de Peña Nieto buscaba legitimidad con un golpe político y, sobre todo, enviar un mensaje a los poderes fácticos sobre lo que podría ocurrir a todo aquel que se opusiera a su agenda reformista. […]. El analista Jorge Castañeda presume conocer a Elba. Cree que en el caso de la alianza del Panal con el Partido Revolucionario Institucional no hubo coincidencia alguna con el cambio a la prisión domiciliaria. Asegura que la relación de La Maestra con el sindicato magisterial y el propio Panal quedó totalmente rota. ‘Lo último que ella iba a hacer era pedirles a ellos algo para que a cambio la soltaran y lo último que iban a hacer ellos era hacerle caso, no tenían ninguna necesidad de eso. Considero que Juan Díaz de la Torre y Luis Castro Obregón actuaron como los peores amigo’. Según Castañeda, y otros ‘enterados’, no cuadra la teoría del intercambio. Lo menos que conviene al Partido Revolucionario Institucional y a su candidato ‘ciudadano’, José Antonio Meade, es que los liguen a una de las figuras más odiadas entre la opinión pública. Una cosa es cumplir con la rancia liturgia de pedir el apoyo de los liderazgos jurásicos y otra muy distinta pactar con el diablo… vestido de Prada”.

Nuestro 2017: la violencia
En Milenio, el periodista, novelista e historiador Héctor Aguilar Camín, aborda el tema de la violencia a lo largo del 2017, que inició con disturbios a causa del incremento en los precios de los combustibles y que siguió con las incontables ejecuciones a lo largo de todo el país y que con e paso de los años, más visiblemente desde el comienzo de la “guerra contra el narcotráfico”, la violencia se ha ido normalizando hasta convertirse parte de nuestra vida diaria y este año pasará a la historia como uno de los más violentos en los años recientes, y de esto, hoy nos escribe que: “2017 empezó con un motín por el alza de los precios de la gasolina y termina con la noticia de que la violencia rebasará las cotas de 2011, el año más violento hasta ahora de la guerra contra el crimen. A muchos nos desarma la normalidad con que se asienta en los medios la anormalidad de estas noticias salvajes: sumas de cadáveres recogidos cada día, nuevos pleitos a muerte por territorios entre nuevas pandillas, ejecuciones brutales a la luz del día y autoridades que no dicen una palabra, que no intentan una explicación, que no formulan una hipótesis, que parecen no tener la más remota idea ni de por qué regresa esta violencia ni de cómo echarla para atrás. […]. La respuesta de gobiernos y legisladores a la increíble anormalidad que es la normalidad de nuestra violencia ha sido aprobar una ley de seguridad interior que, en el mejor de los casos, no hace sino legalizar el statu quo, ese que no cesa de moverse hacia peores cifras y que consiste en seguir echando a las fuerzas armadas sobre las llamas y las balas de un fenómeno cuyas entrañas, a estas alturas de la pelea, nadie parece conocer ni puede explicar al público. […]. Nadie pregunta por qué. Nadie exige a la autoridad que enumera los hechos una explicación, alguna hipótesis, la descripción de un pleito criminal en curso: algo que dé a los hechos un asomo siquiera de explicación, un entorno que lo haga entendible, que explique lo que puede estar pasando en el seno de esas comunidades que se mata como si respiraran. Nuestros medios explican mejor los incendios, los huracanes y los frentes fríos, que la salvaje muerte cotidiana de seres humanos asesinados, secuestrados, desaparecidos, decapitados. Es la normalidad de nuestra anormalidad”.

Interesante propuesta
En el Excélsior, su columna de trascendidos, Frentes Políticos, habla sobre la propuesta de que los aspirantes presidenciales presenten exámenes médicos, toxicológicos y de salud, ya que además de elegir presidente de acuerdo a sus propuestas, sería interesante conocer el estado de salud de los aspirantes, y del asegura que: “pedir que los candidatos a la Presidencia de México se practiquen exámenes toxicológicos, de salud y mentales no es una ocurrencia al vuelo y, aunque a Andrés Manuel López Obrador, precandidato de Morena, le pareció ‘banal’ la idea del precandidato del Partido Revolucionario Institucional, José Antonio Meade, para conocer el estado físico de quienes aspiran a gobernar el país, serviría como otro parámetro rumbo a los comicios de 2018. Uno más. Ricardo Anaya, del Frente, aceptó de inmediato. Quizá no sea necesario analizar a fondo sus análisis de sangre, pero baste decir que Andrés Manuel López Obrador llegaría a la Presidencia a los 66 años de edad; Meade a los 49 y Anaya a los 39. La pregunta entonces sería si la confianza del voto es para los experimentados y saludables o para quien ofrezca certezas y mejores propuestas. Eso es lo determinante”.

Lo mismo de siempre
Aprovechándose de la gira de precampaña que está haciendo por diferentes puntos del país, José Antonio Meade dejó entrever el día de ayer que el elegido para contender por la candidatura en Yucatán va a ser Mauricio Sahuí, con quien e le vio platicando muy casual, y de esto, en el diario Reforma, su columna de trascendidos Templo Mayor, asegura que: “como no queriendo, el aspirante presidencial del Partido Revolucionario Institucional José Antonio Meade aprovechó su gira por Yucatán para dejar la candidatura tricolor al gobierno estatal más planchada y almidonada que una guayabera meridana. Los suspirantes que resultaron descartados por el partido […] se juntaron ayer en una famosa heladería del Paseo Montejo para tomarse con él un tradicional sorbete yucateco. Y cuando el ex Secretario de Hacienda llegó, lo hizo caminando y acompañado por el precandidato único a la gubernatura, Mauricio Sahuí, con quien venía platicando muy casual y animadamente. Luego vino todo un acto público de unidad tricolor bieeen espontáneo entre cámaras y micrófonos que registraron todo el numerito. ¡Ah, pero cómo se parece el Partido Revolucionario Institucional de hoy al de… siempre!”.

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