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Germán Petersen Cortés

21/04/2015 - 12:01 am

Carencias frente al espejo

Las elecciones no solo son momentos de competencia por cargos sino que además revelan los problemas de fondo de un régimen político. Son ventanas que se abren por un tiempo limitado y muestran los defectos de todo el edificio. Mirando a través de estas ventanas, se observan déficits importantes de las instituciones democráticas mexicanas. No […]

Las elecciones no solo son momentos de competencia por cargos sino que además revelan los problemas de fondo de un régimen político. Son ventanas que se abren por un tiempo limitado y muestran los defectos de todo el edificio. Mirando a través de estas ventanas, se observan déficits importantes de las instituciones democráticas mexicanas. No se trata solo de rezagos que impiden considerar consolidada a nuestra democracia, sino de carencias semejantes o idénticas a las de hace décadas, en plena época autoritaria.

Tan solo en este proceso electoral se han incumplido características básicas de la dinámica democrática, como la separación de poderes; el compromiso con la ley de parte de quienes debieran impartir justicia; y el uso ilegal de los recursos del Estado. De suyo, la situación es delicada, pero sería aun peor si no se aprovechara la visibilización de estos problemas para discutirlos y plantearles soluciones.

Lo del papá del gobernador de Jalisco no solo va en contra de los principios democráticos básicos, sino también del orden constitucional más elemental, cimentado en la separación de poderes. Leonel Sandoval, padre del mandatario y además magistrado del Supremo Tribunal de Justicia, era uno de los dirigentes de facto de las campañas del PRI e incuso instó a la violación de la ley para favorecer a los candidatos del tricolor: “es una acción ilegal (…), pero eso nosotros no lo vamos a andar diciendo”, sentenció Sandoval en una reunión con operadores electorales. En este solo hecho se pusieron en jaque la separación de poderes, la imparcialidad del poder Judicial y el compromiso público con la ley de parte de un servidor púbica cuya tarea central es –paradojas– impartir justicia.

Otro ángulo de estas carencias lo ofrece el escándalo en que se vio envuelta la semana pasada la candidata del tricolor a la gubernatura de Sonora, Claudia Pavlovich. Según reveló Reforma, la senadora con licencia utilizó para propósitos personales y políticos el avión del empresario Samuel Fraijo, beneficiario, presuntamente por intercesión de la senadora, con contratos de obra pública.

Este caso de Pavlovich es el enésimo de presunta corrupción y un recordatorio más –innecesario– de la urgencia del Sistema Nacional Anticorrupción. Lo más grave del asunto es que, a juzgar por las pruebas ventiladas, las gestiones de Pavlovich a favor de Fraijo pudieron haberle provocado un daño patrimonial a las finanzas públicas, toda vez que la SCT habría terminado pagándole a Fraijo más de lo que hubiera tenido que pagar de haber contratado a otra empresa para hacer el mismo trabajo.

No obstante, quizá no haya muestra más grave del rezago mexicano en la construcción de instituciones democráticas que el clientelismo. Cualquier político sabe que difícilmente se gana una elección en México sin repartir beneficios directos a los electores, en especial a los más necesitados. Lo hacen una inmensa cantidad de candidatos y de las más distintas maneras. Una de las estrategias más burdas de cara a estos comicios fue el reparto de televisores de parte del gobierno federal. ¿Cómo sorprenderse de que lleguen tantos gobernantes sin la más peregrina idea de qué hacer con el poder si ganaron por las mochilas, costales de cemento y despensas que repartieron o que prometieron que repartirían una vez en el poder, y no por sus propuestas?

Hay otro lastre que se ha visibilizado en esta coyuntura: la incapacidad del INE y del Tribunal Electoral para castigar a quienes incumplen la ley al contender por el poder. La manera en que el PVEM se ha burlado impunemente de las autoridades electorales es propia de una democracia de ínfima calidad. En cualquier auténtico Estado de derecho, un partido que debe su expansión a la violación sistemática de la ley, como es el caso del PVEM, hubiera desaparecido hace muchos años.

En un momento nacional en el que muchos pugnan por instituciones eficientes, políticas públicas eficaces y mecanismos de rendición de cuentas amplios, las elecciones nos recuerdan que el país aún tiene carencias en aspectos básicos, que debieron haberse subsanado hace varios años.

¿Cómo reformar las instituciones para plantarle cara a estos problemas si muchos de quienes tendrían que impulsar estas reformas desde el ámbito del Estado son sus principales beneficiarios?

@GermanPetersenC 

Germán Petersen Cortés
Licenciado en Ciencias Políticas y Gestión Pública por el ITESO y Maestro en Ciencia Política por El Colegio de México. En 2007 ganó el Certamen nacional juvenil de ensayo político, convocado por el Senado. Ha participado en proyectos de investigación en ITESO, CIESAS, El Colegio de Jalisco y El Colegio de México. Ha impartido conferencias en México, Colombia y Estados Unidos. Ensayos de su autoría han aparecido en Nexos, Replicante y Este País. Ha publicado artículos académicos en revistas de México, Argentina y España, además de haber escrito, solo o en coautoría, seis capítulos de libros y haber sido editor o coeditor de tres libros sobre calidad de vida.

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