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Gustavo De la Rosa

24/06/2023 - 12:04 am

Por qué apoyo a Adán Augusto

Desde luego espero que Adán Augusto logre establecerse en el imaginario de los mexicanos, como la mejor opción para darle continuidad a lo que ha hecho Andrés Manuel López Obrador.

El exgobernador de Tabasco y execretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández. Foto: Daniel Augusto, Cuartoscuro.

Las decisiones políticas individuales deben ser explicadas con la mayor claridad y transparencia posibles, y alguien como yo, que vengo participando en política desde 1967 (55 años) desde una perspectiva marxista, a la cual no renuncio, ni oculto mínimamente para mis hijos y mis cercanos, debo exponer el motivo de mí participación actual. Caminando con Adán Augusto.

Es evidente que Adán Augusto no se propone construir un México socialista, entiendo que la transformación más profunda que él plantea es la continuación natural de lo que Andrés Manuel ha designado como la “Cuarta Transformación”. No me atrevo a considerar que el movimiento obradorista cambie el rumbo de la historia de México, como lo fue La Independencia, la Reforma y la Revolución Mexicana.

Sin embargo, el cambio de destino de los fondos públicos hacia la población, buscar un estado de bienestar,  la lucha abierta contra la corrupción, la liquidación del régimen de Gobierno cleptocrático, gobernar dentro de las reglas del sistema de economía de mercado con un esfuerzo por separar la política de los negocios, son decisiones que urgían a nuestra nación y que en el largo plazo cambian para bien al país, disminuyendo las desigualdades sociales que son intolerables para un país tan rico como México en el Siglo XXI.

Lenin era muy duro criticando a sus adversarios porque acostumbraban sustituir la realidad por sus pensamientos. En el México actual tal vez pudiera acelerarse el paso hacia una sociedad más igualitaria, sin embargo esas son mis ideas y pudieran ser mis propósitos, pero las modificaciones de las inercias nacionales no pueden darse por esfuerzos o propuestas personales, sino que estos esfuerzos para el cambio deben ser impulsadas por un gran sector de la población del país y esa fuerza social en estos momentos camina y se dirige hacia un cambio de la naturaleza del obradorismo.

En el análisis que hago de las dinámicas políticas del hoy, considero que en este largo proceso de selección del coordinador nacional de los comités de defensa de la Cuarta Transformación se esta eligiendo algo más que un candidato o candidata de Morena a la Presidencia  de la república, se está tratando de obtener un consenso nacional para reconocer al líder del gran movimiento reivindicador que pudiera denominarse como “El Obradorismo”, y las ambiciones personales que se concentran en convertirse en Presidente le da toda la importancia a lo secundario.

López Obrador sustituye a Cuauhtémoc Cárdenas como líder de aquel gran despertar político del pueblo mexicano en 1988, y ese liderazgo tan esperanzador se agotó desde mi punto de vista al perder las elecciones en el año 2000. Ese año fue definitorio en el desarrollo de la historia moderna del país. La voluntad de los mexicanos optó por el cambio, y de las dos alternativas que se ofrecieron a la nación para buscar un camino diferente al del PRI –que había venido gobernando según la opinión de mi padre que lo vivió, desde 1920 con la primera elección de Álvaro Obregón– la ciudadanía decidió cambiar votando por quien les pareció más esperanzador, y que generó una dinámica ciudadana a favor del PAN.

Ahí, precisamente en el momento de la elección, nació un nuevo líder de masas que muy pronto, cuando mucho en tres años, desilusionó a todos los que habían confiado que por lo menos iba a ser duro contra la corrupción, y resultó un fracaso. En el mismo año, cinco días después de Fox, tomó posesión como Jefe de Gobierno del Distrito Federal Andrés Manuel López Obrador, y así como en los siguientes tres años se desinfló Vicente Fox, en esos tres años creció y se fortaleció como líder primero del DF y después del país el actual Presidente de la república. Y la misma incapacidad política del PAN lo convirtió el gran dirigente, en la nueva esperanza de la nación para un cambio más profundo, al tratar de desaforarlo y descalificarlo como candidato a las elecciones de 2006.

La campaña de odio en contra de AMLO, las barbaridades cometidas por los dueños del país en su contra y la por lo menos dudosa victoria de Calderón, y todo lo que vino después, lo consolidaron como el guía de la nación hacia una nueva oportunidad de cambiar para mejor.

En septiembre de 2024, Andrés Manuel no solo termina su período como Presidente de la república, sino que al no ser reelecto y ante su decisión de retirarse de la política, al menos hipotéticamente aparece la necesidad social de tener un nuevo o una nueva conductora de todos los mexicanos que estamos dispuestos a seguir impulsando y trabajando por el proyecto de la Cuarta Transformación.

Y esto sucede en este corto plazo de seis semanas, y nos obliga como individuos a pensar y actuar en la coyuntura de construir un nuevo liderazgo que pueda continuar este proyecto político, no sólo como el político más importante de Morena, si no como el líder de esta gran población que aspira a un estado de bienestar, y en estas circunstancias estamos todos, pero también estamos cada uno. Por eso explicó, a quien le interese, por qué razón opté por apoyar a Adán augusto López.

Dentro de las alternativas, para establecer mediante el consenso de esta enorme población, que impulsa los cambios sociales progresistas, me remito a Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mi circunstancia; y si no la salvo a ella, no me salvo yo”, y pues mi entorno y su contexto, mi relación personal, mis vínculos políticos, la suma de mis posibilidades para seguir haciendo política en los próximos años, mis filias y fobias con múltiples personajes que rodean a las diferentes personalidades que aspiran a sustituir en el liderazgo de este gran movimiento a Andrés Manuel, la oportunidad concreta en la situación concreta, para mí es trabajar en los próximos meses por y con Adán Augusto López.

Evalúo que dentro de las seis o más opciones para lograr el consenso mencionado las posibilidades de seguir adelante dentro del camino que llevamos son Claudia y Adán Augusto, las otras opciones me parecen sin posibilidades de acercarse al objetivo de este esfuerzo, y quien está en una circunstancia política tan complicada no puede darse el lujo de asumir una actitud de analista y evaluador con el uso de calificativos o de argumentos que contra los activistas que apoyan a los otros políticos, con los cuales no coincido.

Desde luego espero que Adán Augusto logre establecerse en el imaginario de los mexicanos, como la mejor opción para darle continuidad a lo que ha hecho Andrés Manuel López Obrador, también y esto es muy importante, confío que en el caso de no lograr impactar de tal manera a los mexicanos que por suerte participen en la encuesta, tengan la cordura y cautela para sumarse a quien sea reconocido por los mexicanos como líder de este movimiento que por lo que a mí respecta viene desde antes de 1967.

Y realmente tengo la confianza de que Adán Augusto mantendrá con facilidad las actitudes y acciones políticas que me parecen fundamentales para construir no sólo el nuevo liderazgo, sino la democracia en este gran movimiento.

Cierro esta extraña reflexión, que debería ser totalmente privada, y simplemente decirles que apoyo a Adán Augusto porque así lo he decidido con una frase que intenta ser la síntesis del hombre que se activa en la política: “En esta vida se hace lo que se puede, y se debe intentar hacer lo que se desea, pero finalmente, se realiza lo que la vida te permite”.

Y ofrezco un brindis por un “temprano México-Canadá-Estados Unidos socialistas”.

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.

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