México

2023: Un planeta furioso

#Anuario, 8 ¬ Una tormenta tropical se vuelve huracán en horas, y arrasa con Acapulco

27/12/2023 - 9:00 pm

A unas 12 horas de tocar tierra, “Otis” evolucionó como pocas veces se había visto en el Pacífico, e impactó con todo en las costas del mítico puerto y zonas aledañas, llevándose consigo todo. Este es el recuento de la tragedia.

Ciudad de México, 27 de diciembre (SinEmbargo).– La madrugada del 25 de octubre pasado, a las 00:54 horas, el ojo del huracán “Otis” tocó tierra cerca del puerto de Acapulco y de Coyuca de Benítez, en el estado de Guerrero. Lo hizo como un catastrófico huracán de categoría 5, lo más alto en la escala Saffir-Simpson.

Hasta el último reporte, había al menos 51 personas muertas y 32 personas no localizadas, según las autoridades mexicanas.La Fiscalía General de Guerrero dijo a principios de diciembre que ya fueron entregados a sus familiares los cuerpos de 44 personas.

El huracán llegó con sorpresa y devastó el mítico puerto de Acapulco y el municipio de Coyuca de Benítez. Fue uno de los peores meteoros en la historia mexicana, sobre todo porque no dio tiempo a autoridades y habitantes de reaccionar a su furia.

Así se vivió el paso de “Otis”, antes, durante y después de que tocara tierra en el sur mexicano.

ANTES DEL HURACÁN

“Cuando ‘Otis’ nace, realmente pocos le pusimos atención”, relató Jorge Luis García Franco, experto en ciclones tropicales de la Escuela Nacional de Ciencias de la Tierra de la UNAM, “porque ‘Norma’ estaba en Baja California, y las expectativas que teníamos es que el primero iba a ser una tormenta débil, que iba a pasar por la costa un poco, pero no había tantas alarmas”.

Incluso entre 36 y 48 horas después de su formación, “esa era la panorámica” del huracán que acabó rompiendo récords. “Los modelos del martes en la mañana decían que no se iba a intensificar, pero a mediodía, con imágenes de satélite, y cómo amaneció, vieron que algo que no esperaban: el ojo del huracán estaba muy bien definido. Tuvieron la fortuna de que un avión caza huracanes lo cruzó y vio que ya estaba en Categoría 3”, relató.

Y récords rompió. De acuerdo con la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés), el Centro Nacional de Huracanes (NOAA, pos sus siglas en inglés), y el Centro de Huracanes del Pacífico Central del Servicio Meteorológico Nacional de los Estados Unidos, “Otis” es la tormenta tropical de más rápido fortalecimiento jamás registrado en el noreste del Pacífico.

Además el meteoro presentó la intensificación más rápida nunca antes observada en registros modernos; es el cuarto ciclón tropical con vientos más rápidos de la historia a nivel mundial; es el segundo huracán con vientos con mayor velocidad registrados en América; sus ráfagas alcanzaron 330 kilómetros por hora, por lo que fue una de las 15 más fuertes jamás medidas a nivel del suelo en el mundo; es el primer huracán de categoría 5 que impacta en la costa del Pacífico; y es el huracán más intenso en la era moderna en la costa del Pacífico mexicano.

“A 12 horas antes de tocar tierra es que se vio de manera inesperada la intensificación. Era un huracán muy ‘inofensivo’, era una Tormenta Tropical relativamente inofensiva. Entonces esos fueron los factores: la sorpresa de la intensificación rápida y que apenas fuera 12 o 13 horas antes de tocar tierra: no sé si ese es tiempo suficiente para planear algo, no me compete a mí decirlo, pero en otros huracanes similares de Categoría 5 se pueden tener hasta 24-36 horas de antelación la información”, detalló el experto.

“No se predijo por los modelos sino hasta que fue observado que se vio venir, eso fue un componente importante de lo que sucedió”, agregó.

“Los modelos fallaron mucho con verlo con días de anticipación, tienen problemas con ver la rápida intensificación”, explicó la Doctora Christian Domínguez Sarmiento, meteoróloga tropical y experta en huracanes de la UNAM. “Nos faltan más radares, nos falta información que mida en tiempo real qué está pasando con ciclones tropicales y actualmente no hay muchos radares”, completó.

Tan sólo en Acapulco de Juárez, donde se han registrado 45 muertes hasta ahora, de su población de 757 mil 367 personas, el 52.1 por ciento de la población ya se encontraba en un nivel de pobreza, de los cuales el 16.72 por ciento se ubicaba en la pobreza extrema y 35.41 en pobreza moderada, según el último reporte del Coneval.

Además, el 24.89 por ciento —es decir 188 mil 579 personas— de la población fue identificado como “vulnerable por carencia social” y 8.7 por ciento “vulnerables por ingreso”.

En el caso de Coyuca de Benítez, con 74 mil 633 habitantes, el 65.5 por ciento tenía algún nivel de pobreza, siendo el 27.3 por ciento pobreza extrema y 38.3 por ciento pobreza moderada.

Una tercera parte de esta población ya tenia carencia por calidad y espacios de la vivienda al 2020, en tanto que tras el paso de “Otis” el mismo Presidente Municipal Osiel Pacheco Salas confirmó que “muchas familias perdieron su patrimonio”.

Un escenario similar se produjo en Ajuchitlán del Progreso, donde las fuertes lluvias provocaron el desbordamiento de ríos y, por ende, daños a hogares. En dicho municipio, el 64.7 por ciento de la población tenía algún tipo de pobreza y el 29.9 por ciento tenía una carencia por calidad y espacios de la vivienda.

Otras demarcaciones donde se registraron daños son Técpan de Galeana, Atoyac de Álvarez, Chilpancingo de los Bravo, San Miguel Totolapan y General Heliodoro Castillo, que registraron un porcentaje de algún nivel de pobreza de 37.8, 52.9, 55.5, 84.3 y 94.6, respectivamente.

DURANTE EL HURACÁN

En estos días, semanas y meses no hay turistas.

Los estragos de “Otis” fueron más que visibles. Y aunque la ayuda llegó, la gente salió a la carretera a pedir agua y alimentos. Familias enteras hacían señas a los automovilistas; traían cartones en los que pedían alimentos o un palo con una botella de plástico encima.

La ayuda comenzó a llegar horas después de la catástrofe en camiones y tráileres, pero la realidad y la urgencia notoria generaron una sensación de lentitud.

Aunque se trata del punto más importante de turismo interno, el impacto de “Otis” fue en la que ha sido la segunda entidad más pobre de México durante décadas.

El paso del huracán lo hizo más evidente. Más allá de las afectaciones a la Zona Diamante, los habitantes de colonias aledañas vieron devastado el patrimonio logrado en toda una vida.

Esa fue  la magnitud del problema: de un día para otro todos los servicios se vieron interrumpidos, aún cuando hubiera emergencias previas; esas tuvieron que esperar, no hay lámparas, insumos, superficies esterilizadas, medicamentos…

Testimonios recogidos por SinEmbargo coincidieron en algo: nunca se había vivido algo similar.

Margarita confesó, por ejemplo, que ninguna otra tormenta fue parecida a “Otis”, que fue más de viento que de agua. Ella y su familia lograron resguardarse en un “bañito”, pero cuando todo empezó a volar se resguardaron con el vecino.

Los supermercados, tiendas comerciales, de herramientas y agencias de vehículos quedaron vacías. Los pequeños comercios no. Al caer la noche las fogatas iluminaban las penumbras para hacer guardias de seguridad.

“Nosotros limpiamos ayer y antier, pero a mis empleados a uno se le cayó la casa, a otro su mamá está enferma, y no se han presentado a trabajar, por eso hoy llevo ocho días que ya no trabajo, no hemos trabajado, y como quieren saquear los negocios pusimos esto para protegernos en la noche, la poca de mercancía que me quedó”, explicó pocos días después de la tragedia.

“Ahorita no he tenido problemas con saqueos, la verdad, pero debo decir nunca me ha gustado participar. Muchísima gente saqueó, saquearon tiendas grandísimas, todo, pero yo digo que mejor hubieran saqueado comida, no electrodomésticos, puras pantallas, motocicletas, carros, todo eso; y yo puse todo esto y nos quedamos en las noches. Ahí están las fogatas que hacemos en las noches, porque andan [saqueando]”, contó Ángel señalando unas tarimas que hacen un muro en la entrada del local, también tras las primeras jornadas luego de la devastación.

El Gobierno de Andrés Manuel López Obrador encabezó un plan para reconstruir el Puerto que contempló una inversión de 61 mil 313 millones de pesos y un plan que incluye 20 puntos.

El marco de la cobertura para atender la emergencia se distribuyó principalmente en el pago de los programas para el Bienestar, la contratación de 10 mil jóvenes, becas de nivel básico, prórroga por seis meses de los pagos de Infonavit, FOVISSSTE, la exención el pago del servicio de luz, la entrega de la canasta básica semanal para 250 mil familias, el apoyo a viviendas, el apoyo para locales (45 mil pesos cada uno), créditos a la palabra, plan de recuperación de infraestructura urbana y excepción de impuestos.

También se anunció la instalación cuarteles de la Guardia Nacional en las colonias, el otorgamiento de créditos por NAFINSA sin intereses, el otorgamiento del pago de la mitad de los intereses para los créditos otorgados a los hoteles de Acapulco por parte de la SHCP, rehabilitación de infraestructura carreteras y enseres domésticos.

DESPUÉS DE “OTIS”

Además de las afectaciones a vivienda de población que ya se encontraba en algún nivel de pobreza, el huracán “Otis” impactó en servicios básicos como el acceso a la salud al ocasionar daños a hospitales y escuelas tanto públicos como privados, a la infraestructura de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y a telecomunicaciones.

Las cifras de Coneval muestran que en Acapulco, por ejemplo, 123 mil 241 personas ya tenían algún nivel de rezago educativo, y 281 mil 009 carecían de acceso a servicios de salud, ya sea IMSS, ISSSTE, u otro.

Más de la mitad de la población acapulqueña, 419 mil 866 personas en total, no tenían acceso a la seguridad social y 130 mil 963 se enfrentaban a una carencia por la calidad o el mismo acceso a la vivienda, en un momento en que miles de hogares han sido destrozados por el ciclón.

En los municipios, la carencia más profunda fue de acceso a la seguridad social, con el porcentaje más alto de 92.3 por ciento en General Heliodoro Castillo y el más bajo de 55.4 por ciento en Acapulco de Juárez; y lo más bajo en rezago educativo con el porcentaje más alto 34.9 por ciento en San Miguel Totolapan y el más bajo de 14.5 por ciento en Chilpancingo de los Bravo.

“Lo que hemos aprendido [desde México Cómo Vamos] es que, entre menos fortalecida esté la economía de un estado —como es en el caso de Guerrero—, las emergencias son todavía peores para el progreso social”, sumó por su parte Adriana García, coordinadora de análisis de la organización antes citada.

A ello, la analista indicó que dos factores importantes que han sido afectados por el paso del huracán, que son el acceso a la educación y el agua y saneamiento, que ya estaban en condiciones precarias previo al desastre ya que para este último factor, Guerrero se ubicaba en la penúltima posición. Es decir, en la posición 31 de 32 entidades federativas.

“El contexto de Guerrero ya era muy negativo, y ahora tenemos millones de escombros, no hay acceso a agua potable para toda la población y podemos pensar además en la pérdida de hospitales y de clínicas de salud, lo que nos hace prever que es muy probable que existan brotes de enfermedades infecciosas en las siguientes semanas”.

Con respecto al rezago educativo que ya existía en la región, García detalló que en el estado el acceso a conocimientos básicos ocupaba la posición 22 de 32, siendo el caso el problema del analfabetismo el más preocupante en estos rubros, seguido por la matriculación de educación secundaria.

A esto se suma el hecho de que 7 de cada 10 guerrerenses ocupados tienen empleo informal, “pues los niñas y niños abandonan la escuela para poder integrarse a actividades económicas, así sea también en la informalidad, para poder colaborar con el ingreso de las familias”, y “cuando aumenta la deserción escolar es muy complicado que estos jóvenes regresen a la educación”.

¿Habrá cambios en la forma de enfrentar este tipo de emergencias?

Los expertos creen que sí, pero no se requiere solamente del Gobierno, sino de los ciudadanos. “Me gustaría tomar como similitud lo que pasó con los sismos de 1985 y 2017. Y lo que pasó en 1999 con la Depresión Tropical XI, eso dio origen al Sistema de Alerta Temprana de Ciclones Tropicales, pero está muy enfocada en los vientos, necesitamos mejorarlo”, explicó la doctora Domínguez Sarmiento.

“Todos deben saber qué es un Sistema de Alerta Temprana, qué es un radar, para que no vuelva a ocurrir un huracán. Los huracanes se espera que sean más intensos, desde que estaban los mayas, hace 800 años, sabían que existía un fenómeno que los afectaba. Pero ahora con el cambio climático se esperan más peligrosos, se esperan más lluvias de ellos. Debemos saber como sociedad enfrentar ese peligro”.

“Se logra con mejor monitoreo, con la sociedad más informadas, un manejo del pronóstico que sea común, de diario, aunque sea la gente de la costa, se pueden formar de mayo a noviembre, no son fenómenos que tardan mucho. Es cuestión de ver todos los días: necesitamos una sociedad más informada”, detalló.

LO QUE SIGUE

A fin de que la economía local se pueda recuperar, remarcó Mario Campa, es necesario que se revise que el aeropuerto no haya tenido afectaciones de gravedad y de ser así atenderlas, y que los mismos turistas que puedan visitar Acapulco se sientan seguros de regresar a las playas de Guerrero tras el evento.

Además, que haya infraestructura como hoteles y restaurantes para recibir el turismo, en tanto que estimaciones extraoficiales como la de Chuch Watson, director de Enki, empresa ubicada en el Estado de Georgia en Estados Unidos, indican que el costo de reconstrucción ascendería hacia los 15 mil millones de dólares; y Alejandro Domínguez Aveleyra, presidente de la Asociación de Hoteles y Empresas Turísticas de Acapulco, calculó en entrevista con Radio Fórmula que habrá que esperar entre un año y año y medio para que vuelvan a operar varios de los hoteles dañados.

“La riqueza, el ingreso, se refiere a flujos, entonces, ¿qué puede pasar durante un huracán que cae en este caso en una ciudad turística? Se ven mermados los ingresos por distintos motivos, puede haber pérdida de empleo porque las empresas cierran temporalmente porque dejan de llegar turistas, y muchos dependen de esa actividad, sobre todo hay mucho comercio informal, por ejemplo, gente que está vendiendo en la playa algún alimento o algún bien, y si dejan de llegar turistas, hay una pérdida de ingreso”, remarcó Campa.

El analista profundizó que cree probable que recuperar el nivel de turismo previo al huracán tome entre dos o tres años, ya que si bien el Gobierno puede sumar a las labores de reconstrucción y recuperación de la población, otra parte corresponde a las aseguradoras y “otra parte tendrá que irse dando de manera natural con el paso del tiempo”.

“Aunque se quisiera acelerar lo más posible todos los esfuerzos y concentrarlos, es muy difícil reconstruir por los tiempos de la misma construcción y del sector a la vez, porque de entrada falta mano de obra, que se puede traer otros estados, pero son muchas obras las que probablemente se tengan que hacer de manera simultánea, y aunque se quiera reactivar el turismo de la noche a la mañana, hay un proceso en que la gente recupere confianza y que se restablezcan servicios”.

Asimismo, el investigador Rodolfo de la Torre, adscrito al Centro de Estudios Espinosa Yglesias como director de Movilidad Social, indicó que estudios muestran que los niveles de educación, salud e ingreso alrededor del 1 por ciento cuando se produce un desastre natural de características moderadas, pero al tratarse de una magnitud grave como fue el caso de “Otis” las afectaciones pueden ser dos o tres veces mayores.

“Esto es más o menos un retraso de siete años en los indicadores de desarrollo humano de esa región, es decir que habría un retraso de lo que normalmente se atrasa en siete años, en promedio, en un país”, remarcó. “Si nos concentramos en la población con menores ingresos, normalmente con este tipo de fenómenos hay un aumento en la pobreza de alrededor del 3.5 por ciento, pero por la magnitud del fenómeno, y sobre todo por la lentitud y la ineficiencia de la respuesta gubernamental, pues lo que estamos temiendo es que esto pueda aumentar hasta 7 por ciento”.

LAS CRÍTICAS A LA RECONSTRUCCIÓN

Sin embargo, en la tragedia que dejó “Otis” a su paso también se encuentra el aspecto de la crisis climática.

“Este tipo de variabilidad climática sí nos dice en qué años podríamos esperar este tipo de fenómenos con mayor probabilidad. Pero el cambio climático tienen una relación compleja de explicar con los huracanes”, advirtió García Franco, experto de la UNAM.

Familiares de tripulantes de embarcaciones qué están desaparecidos tras el paso del huracán “Otis”, protestaron y bloquearon la avenida Costera a las afueras de las instalaciones de la Doceava Región Naval de Acapulco el 23 de noviembre pasado. Foto: Carlos Carbajal, Cuartoscuro

“Los huracanes se forman por condiciones perfectas de tormenta, de temperatura del mar, de la atmósfera, y no es tan tangible la huella del cambio climático. Lo que sí sabemos son dos cosas, importantes de lo que sucedió con “Otis”: esperamos que en el futuro los huracanes lluevan más, es algo de lo que estamos bastante seguros; y la intensificación rápida, un fenómeno relativamente raro y difícil de predecir, se da por condiciones favorables para esta ‘rareza’, y el cambio climático se espera que haga que estas condiciones favorables se vuelvan más frecuentes”, detalló.

Pero, ante estas expectativas, el tema ni siquiera se tocó con respecto a la reconstrucción del puerto, de acuerdo con los críticos.  La crisis climática ya vive una transición planetaria con efectos más palpables. La gente no ignora esos efectos, pero sí hay una manipulación de jefes de estado para, de cierta manera, no ligar esos fenómenos con la crisis climática. Además, el rol de los medios de comunicación en tener realmente una narrativa que encaje en la crisis climática”, detalló Francisco Serratos, el académico y escritor veracruzano autor del libro El capitaloceno: una historia radical de la crisis climática.

“En Acapulco, por ejemplo, tras ‘Otis’ se abordaron dos puntos: la razón de por qué creció tan rápido el huracán. Y está bien, necesitamos esa información. Y segundo: de la reconstrucción. Pero en ningún momento se cuestionó el modelo de desarrollo que de cierta manera es culpable de que la tragedia fuera peor. No se discutió del modelo de turismo, que destroza los manglares; no se habló del cambio de uso de suelo, de la privatización de las playas para construir resorts que hacen vulnerables estas zonas. Es frustrante porque no se abordan los factores sociales”, cuestionó.

–Con información de Daniela Barragán, Tamara Mares y Manuel González

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