
Para los antiguos griegos, las almas vagaban por una llanura silenciosa en espera de nacer. Una especie de antesala donde el destino se delineaba aún sin cuerpo. Aquella imagen contiene una verdad contemporánea: la vida empieza antes del primer llanto.
Más allá del proceso biológico, lo que ocurre en el cuerpo gestante —nutrición, salud física y emocional, acceso a cuidados dignos— deja huellas profundas al futuro ser humano. Nacer no representa un punto de partida neutral, es la culminación de condiciones sociales previas al alumbramiento.
Cada año, más de 287 mil mujeres en el mundo mueren por complicaciones relacionadas con el embarazo o el parto, según la Organización Mundial de la Salud. La mayoría de esas muertes podrían prevenirse. Las principales causas son enfermedades hipertensivas, hemorragias obstétricas, abortos inseguros y embolias. En el fondo está una pregunta política urgente: ¿cómo se protege una vida desde su origen?
La OMS es clara: no basta con garantizar partos seguros. Se requiere un enfoque integral de cuidado físico, emocional y nutricional desde las primeras etapas del embarazo, incluso antes de entrar a la gestación. Es ahí donde la Ciudad de México ha comenzado a delinear una política social pionera a nivel mundial.
El programa “Mujeres Sanas, Infancias Protegidas”, impulsado por la Jefa de Gobierno Clara Brugada, representa un viraje en la concepción de las políticas públicas. Parte de una idea tan sencilla como revolucionaria: la desigualdad no puede erradicarse si no se atiende desde el vientre. “La igualdad y el bienestar en esta ciudad, como en cualquier parte del mundo, se construyen desde el primer latido”, dijo la mandataria local ayer en el Monumento a la Revolución al entregar apoyos económicos a nueve mil 400 embarazadas.
Este programa no se limita a gestionar emergencias obstétricas. Se propone acompañar de forma integral durante todo el embarazo. Atención médica, salud mental, orientación nutricional, protección contra violencias, apoyo emocional y, sobre todo, tiempo digno.
El modelo se complementa con la creación del nuevo Sistema Público de Cuidados, una red con 300 centros comunitarios para atender a niñas y niños, personas adultas mayores y personas con discapacidad.
En otros países se han dado pasos similares. Suecia otorga 480 días de licencia parental compartida. Japón y Corea del Sur garantizan acceso universal a salud y educación desde la gestación. En Chile, el acompañamiento comienza desde el primer control prenatal.
Pocas políticas públicas revelan tanto de la justicia social como aquellas protectoras de la vida antes del nacimiento. No se trata de idealizar la maternidad ni romantizar el embarazo, sino de construir igualdad desde el primer latido.





