Escenarios en tensión de Alejandra Laviada, es un intento de recuperar la forma primigenia que se empeña en escapar. La historia del arte es el resumen de los esfuerzos del artista por atraparla; lo que queda representado es la pérdida entre lo deseado y lo realizado. En esa pérdida habitan nuestros sueños o nuestros demonios. Ese es el verdadero triunfo del artista, seguir horadando en los otros mundos en busca de esa imagen.
Curada por Guillermo Santamarina, Escenarios en Tensión, ofrece una lectura personal desde la pandemia hasta nuestros días. Como bien lo dice Santamarina, “el aciago presente impuesto por el caos trumpiano, y la trágica cadena de mutaciones que nuestro planeta ahora padece”. Encarnando su visión del mundo, del arte y asumiendo su propia evolución, Laviada ha establecido una relación directa con aquellos artistas que le resultan significativos y que la han influido. De esta manera se conforma un escenario en el que en equilibrio se tensan el pensamiento, el control y sus accidentes. Un recorrido por la galería nos permitirá entrar en este juego de tensiones, tomar su contenido, dislocarlo y emprender con él nuestra historia personal.
Apropiarse, pedir prestado, hacer guiños o robar son atributos no sólo permitidos, también de alto valor en el mundo del arte. Lo sabemos, no existe nada original. El filósofo Ananda Coomaraswamy habla de esa imagen que todos llevamos dentro y que el artista se empeña en materializar; nuestro encuentro con ella no es inédito, es un reconocimiento. En una de sus acepciones objectum significa poner delante “eso” que, ya sea por deseo o por exceso, el sujeto (artista) arroja al mundo. Es la materialización de un pensamiento. Lo auténtico es el proceso de construcción en el que se conserva también lo más valioso: las observaciones, los recuerdos, las ideas, ese texto o tal vez esa pieza que encontramos en algún sitio y que queda como una reverberación. Para Laviada las referencias son puertas que se abren a la historia personal, al pasado, a los abandonos, a nuevos relatos, a los reencuentros aparentemente inesperados. Siempre serán por primera vez.
Su intuición es también un instinto que la ha llevado por los caminos del arte. Tomando fotografías, dibujando, abriendo puertas, apretujando colchones. En la fotografía encontró un remanso para el aprendizaje técnico que le permitió acceder a otros campos como la pintura y la escultura. Con la práctica creció el anhelo de expresar “eso” que irremediablemente termina por implicar al cuerpo y la tensión que genera en la psique. Un proceso que demanda la totalidad de los sentidos y que no siempre llega al sitio deseado.
Luchando con mis demonios toma prestadas las poco conocidas Esculturas de Espuma del artista John Chamberlain; de ellas, Laviada resalta la complejidad del proceso. La resistencia de los materiales la lleva a emprender un juego de fuerzas, especie de danza vertiginosa de resultados azarosos. Controlar, soltar. Pero las mismas piezas pueden evocar también los Mattress pieces de Gary Kuehn. O acudiendo al último rincón del inconsciente traer a la mente los bondages de Nobuyoshi Araki, aunque con una estética impoluta que contradice la intención del fotógrafo. Sin restarles sensualidad, por el contrario, resultan de una transparencia perturbadora. Y es que la obra de Laviada opera a partir de la intuición; es el ¿qué ocurre cuando trato de sujetar la realidad y hacerla como yo quiero, y no lo logro? Una especie de juego psicológico que determina a la obra y que concreta una acción que todos sufrimos en algún momento; quién no ha estrujado, golpeado, pateado un colchón.
El camino emprendido por Laviada a través de la apropiación como gesto de autenticidad plena, se manifiesta en sus fotografías que en algo me recuerdan el placer lúdico de Fischli & Weiss. Objetos encontrados, se agrupan de distintas maneras para construir nuevas realidades. Son los accidentes, eso que no estaba pensado, lo que los conforma. Cada fotografía deviene un acto escultórico, pictórico o performático en sí mismo. Una tregua ante la imposibilidad del control absoluto. Y el deseo de ir por más.
La fotografía también se puede convertir en un juego que coquetea con el Futurismo. Descending Staircase, abre el diálogo con la propuesta duchampiana. Pero Laviada da un paso más, el elemento humano ha desaparecido, sólo queda la estructura de la escalera destruida que es recuperada en el dibujo. En ella está el pasado del arte, el presente en su movilidad y el futuro en múltiples posibilidades.
Para Santamarina, la artista Eva Hesse es presencia ausente, lo es también para mí al recorrer Time cycles, en las que se antoja seguir engarzando el tiempo y, como la artista lo propone, deconstruirlo o dejarlo ser con absoluta libertad, sin registro y sin medida. Un intento de oponer resistencia al inexorable destino, curarlo. Romper con él y tal vez recuperarlo en una tregua, como si en estas piezas pudiésemos encontrar al élan vital del que tanto habló Henry Bergson.
Lo que nos lleva a Blue rope que asocio con el melancólico artista norteamericano Brice Mardem. Una abstracción gestual caligráfica de líneas meditativas, algo que Laviada practica y que nos permite pensar en el budismo como una unidad de pensamiento que lo liga todo. En Agarrar lo imposible sujeta el barro cientos de veces, las suficientes para perderse en su esencia, e intentar por un instante la transmisión de su “yo” subordinando la resistencia que le opone la tierra; el barro es principio, la mano que piensa lo moldea. Qué tan ligero o denso resulte el proceso depende de todo aquello que no se ve pero que es actor principal. Completar esta tarea queda en los bronces Presence/Absence que por un instante paralizan el ejercicio de controlar.
La obra suele ser uno de los intersticios entre el deseo y la técnica, nunca su totalidad. Pérdida de algo que se niega a ser precisado. Como en el caso de los Dibujos, que exigen un trabajo físico exhaustivo que no queda en el taller, aparece en los sueños como una obsesión. Tal vez sean esos recovecos de la memoria infantil negándose a morir; aquella casa que abandonamos y que a pesar de estar vacía de objetos, está llena de recuerdos. En Universos Paralelos basta abrir una puerta para que esas otras realidades cuánticas que tanto atraen a Laviada, entren en vigor. Los recuerdos de lo no vivido, las otras vidas y las que llevamos en el inconsciente. Ahí es donde se cuela la perenne insatisfacción, pero también el deseo de seguir.
El artista busca asir lo que se nos escapa porque no hemos aprendido a verlo dentro de nosotros mismos. Digamos que es la gratuidad del fracaso representado, la imagen primera que resiste a concretarse. En este sentido los eslabones de un tiempo recuperado en fracciones que Laviada nos permite experimentar. @Suscrowley
Nota: GAMA WEEK del 4 al 7 de septiembre en la Ciudad de México. Es un proyecto que intenta, una vez más, celebrar el arte exhibiendo lo mejor de las 26 galerías asociadas. Con una larga trayectoria explorando y promoviendo el arte contemporáneo de México, Julien Cuisset es uno de los fundadores de GAMA Week. En su galería Le Laboratoire se presenta, por primera vez, la obra de Alejandra Laviada.





