
El sino del escorpión ha caminado media docena de textos de análisis del “fenómeno Trump”, hasta encontrar en la visión de Shahid K. Bolsen la interpretación más convincente y radical del porqué al caos y el sinsentido del trumpismo como fenómeno político. Para este controvertido intelectual musulmán originario de Estados Unidos, Trump está aquí para administrar el desmantelamiento del imperio estadunidense, su erosión y vaciamiento, y para venderlo a su electorado con el marketing de “hacer América grande otra vez” y reconstruir el imperio estadounidense. “El gran engaño americano ha terminado”, asegura Bolsen, y Trump está ahí para gestionar y supervisar el desmembramiento del imperio. Trump es el enterrador de Estados Unidos tal como lo conocimos hasta ahora.
Pero Bolsen va más a fondo y nos advierte que todo esto era inevitable y hubiera pasado de cualquier manera, con o sin Trump, pues Estados Unidos ha llegado al final de su ciclo de vida como superpotencia hegemónica, su decaimiento es una “necesidad histórica”, explica, retomando ese concepto propio del materialismo dialéctico hegeliano, primero, y luego marxista. Con esta referencia, podemos entonces advertir la caída y descomposición que vienen como parte de un proceso natural. Bolsen insiste en que a Trump —por más odioso a nuestros ojos—, no se le puede culpar por eso como tampoco darle crédito por nada de lo que está ocurriendo. Su trabajo es hacer pensar a los estadounidenses que nada de esto está pasando, incluso mientras ocurre frente a sus ojos. Y ese trabajo (además de vender Teslas), lo está haciendo muy bien, añade el alacrán.
El desmantelamiento del megaburocrático aparato estatal estadounidense lo está llevando a cabo el gabinete trumpista aun siendo tan incompetente e ignorante. La desaparición del Departamento de Educación y la televisión y radio públicas, el despido masivo de empleados federales, cortar la ayuda y las pensiones a los veteranos de guerra, acabar con las oficinas y las políticas de diversidad, inclusión e igualdad; borrar hasta de los archivos digitales todo lo que contenga la palabra “gay”, atacar a la comunidad trans, perseguir a los activistas políticos, expulsar del país hasta a quienes tienen visa y tarjeta verde (green card), negar visas y la entrada a ese país a quienes tengan en su teléfono propaganda antiTrum, perseguir a las comunidades afroamericanas, enviar ilegalmente a inmigrantes fuera del país. Todo nos habla del “desgarramiento del tejido social y de la textura comunitaria estadounidense” (Zizek, dixit) que se había logrado tras innumerables luchas y movilizaciones políticas en el último medio siglo.
Las cosas se van a poner muy difíciles en Estados Unidos, observa el venenoso. Bolsen denuncia también que la mayoría de la gente en Occidente ya está viviendo en condiciones duras, pero en Estados Unidos, que ya padece criminalidad, adicciones, pobreza, desempleo, la gente va a sufrir por las consecuencias de las acciones tomadas por sus élites. Esto es difícil de aceptar, pero ya está ocurriendo.
Añádase a lo anterior la destrucción de la cadena de suministros de la industria automotriz y la subsecuente crisis y alza en los precios por los aranceles. Es también obvia la incapacidad estadounidense para trasladar de regreso las gigantescas plantas automotrices que han diseminado por México y Canadá. Y vendrá también pronto una crisis energética: el “drill, baby, drill” de Trump, “perfora, perfora”, inundará el mercado de petróleo y bajará los precios por barril hasta hacerlos incosteables a los productores estadounidenses. Lo que perfila la venta de la infraestructura de petróleo y gas estadounidense, su quiebra. Estados Unidos va a estar aislado, se va a retirar y ya no va a ser competitivo globalmente.
Pero se insiste en que esta es sólo la consecuencia lógica del capitalismo depredador occidental. Así como Gorbachov no fue quien realmente desmanteló a la Unión Soviética, sino que sólo supervisó su inevitable caída, Trump gestiona, administra, supervisa la caída de Estados Unidos. Esto no es por Trump, vuelve a la carga Shahid K. Bolsen: “si hay quien cree que con Harris hubiera sido diferente, está muy adoctrinado y ve muchos noticieros y shows de comedia. Esto hubiera pasado de cualquier manera. Estados Unidos llegó a su límite como potencia hegemónica y esto va a pasar con quien elijan en la Presidencia”.
Al venenoso le ronda una pregunta desde que comenzó a leer a este intelectual que ha vivido en Medio Oriente y en Malasia, apoya la causa palestina, pasó un lustro en la cárcel y ha combatido a favor de los derechos humanos desde el islamismo. ¿A quién beneficia Trump, quién está detrás de esta caída de Estados Unidos? Lo esperado: la big pharma, el complejo industrial militar (ya en declive pero aún multimillonario, corrupto y fraudulento), los corporativos tecnológicos, los grandes medios masivos de comunicación, las financieras de Wall Street y los grupos bancarios, Blackrock y demás corporaciones mundiales.
Estados Unidos creó a los oligarcas multimillonarios y autoritarios que ahora lo gobiernan, pero ellos ya no están conectados con la economía nacional de Estados Unidos, sino con la economía del capitalismo financiero, armamentista, tecnológico y médico global. No están conectados con actividades productivas o industriales o nacionales, ni con la estabilidad social y la creación de empleos, ni con la seguridad o prosperidad de esa nación, ese poder se ha convertido en una nación en sí misma. Una nación global, financiera, autoritaria, controladora, violenta, belicista si hace falta y sólo conectados con su propio interés. Esa fuerza que ha sacrificado a miles en África, Medio Oriente, Asia y Latinoamérica, a lo largo y ancho del sur global, ahora ha empezado a sacrificar a miles de personas dentro de Estados Unidos.
Como es un bufón (Zizek) y un vil estafador (Byung-Chul Han), no hay que tomar literalmente las palabras de Trump, pero si hay que tomarlo en serio porque es la mascota de una facción del poder que hay que tomar muy seriamente: los propietarios y controladores del capital financiero global. Estos son, en esencia, la única superpotencia unipolar del mundo, y Trump es su instrumento hoy en Estados Unidos.
@Aladelagarza





