
I
El canto de las aves
tira la cuerda de los sueños;
los sacude…
La inmensidad
que el instante enseña
es la trama que emerge:
segundos engarzados
poros de un tiempo habitado
que heredamos sin saber
su destino.
II
Esta condición de náufragos,
cuando nos envuelve
advierte del rumbo extraviado,
y obliga a una pausa existencial.
El dolor se enmascara
en fracturados argumentos;
fisuras psicológicas
que los enojos engrapan.
III
La renuncia a lo inmediato
que domina el extravío.
Detenerse,
olvidarse
de adjetivos;
desplegar ese talante
que nos acompaña
y solemos ignorar:
asumir el principio
de que todo inicia;
el poder innato
que solemos desdeñar
en las rutinas.
IV
Los árboles se balancean,
un oculto viento
se refleja
en los espejos de las casas:
allá afuera, está aquí adentro.
Es el lenguaje
que los sentidos traducen
y nos descubren.
Somos lectores del universo
que nos acoge,
traductores de un misterio
cuyo vocabulario de adivinanzas,
nombramos ciencia.
V
Advertencia de sabiduría:
cómo retornar a esa estancia
desnuda de atractivos.
Una hoguera permanente
fija la atención:
el altar inmerso del ser.
VI
Las cenizas de las urbes
se dispersan.
La tormenta solar de las arenas
propaga su ulular nocturno.
El desierto no se conquista,
solo está.
VII
El tiempo es un segundo;
cuando la conciencia del amor encarna,
la eternidad nos abraza.
Rendija:
La redefinición del orden o desorden internacional, afecta directamente la política al interior de los países de América latina, en particular en México. La carencia de la política exterior en los últimos años, paga sus deudas en el presente: el circuito Caribe Sureste ha tenido un alto costo, como las intervenciones partidistas.
La expresión hoy podría ser la mejor política interior, es la mejor política exterior; en un mundo globalizado, de la hegemonía hiper tecnológica y la frontera histórica con el imperio, son condiciones que influyen directamente en la vida cotidiana de nuestro país. Las ideologías no se pueden dar el lujo de ignorarlo, porque las consecuencias pueden ser dolorosas para las sociedades. La responsabilidad de los gobernantes inicia con saber bien donde están parados, sin desestimar a Cronos.
El haber alcanzado una disminución significativa en la pobreza es más que relevante, pero no justifica en lo más mínimo la crueldad y violencia que ha dejado a miles de familias desamparadas, y a comunidades atemorizadas. Reencontrar el camino de la paz y la justicia obliga a un entendimiento nacional, iniciarlo con la palabra que convoca y que no se suma a la cultura de la diatriba, será una paso valioso para retomar el camino de la civilidad que hemos extraviado.





