
El dato es alarmante y mueve a la acción. En el mundo, de acuerdo con ONU Mujeres, 840 millones de mujeres —una de cada tres— ha sido víctima de acoso o abuso sexual, una cifra equivalente a más de seis veces la población mexicana.
Por eso, cada denuncia rompe la inercia social y al hacerlo produce información valiosa para transformar políticas públicas. Con ello, no solo se nombra la agresión, también se obliga a la autoridad a verla y actuar.
Ese cambio emocional y cívico se registra con claridad en las líneas de emergencia. Este año a través del 9-1-1 y SOS Mujeres *765 hemos atendido a casi 2 mil 400 víctimas de acoso y abuso.
La distribución geográfica de los reportes indica que la mitad de las llamadas se concentran en cuatro alcaldías: Iztapalapa, Gustavo A. Madero, Cuauhtémoc y Venustiano Carranza.
En estos lugares, el silencio empieza a romperse porque más mujeres pueden y saben cómo denunciar. La violencia no aumenta; la visibilidad sí.
La Ciudad de México es ejemplo de cómo las líneas de emergencia pueden iluminar lo que durante mucho tiempo permaneció oculto. Canales como la línea SOS Mujeres *765 ofrecen atención especializada, sin cuestionamientos y sin los filtros que han desincentivado la denuncia.
Esta información no es solo diagnóstico; es política. La visión feminista de la Jefa de Gobierno, Clara Brugada, ha motivado la campaña “Si te tocan, nos tocan”, que, encabezada por la secretaria de las Mujeres, Daptnhe Cuevas, busca modificar los comportamientos sociales que históricamente protegieron al agresor.
"Un mensaje de sensibilización y responsabilidad colectiva para la erradicación de la violencia contra las mujeres (...) Una gran tarea que implica reconstruir roles y estereotipos de género y llevar la igualdad a todos los ámbitos y sectores”, definió Brugada respecto a la estrategia de la cual todas y todos podemos ser corresponsables.
Su mensaje reorganiza el campo de lo aceptable: quien agrede queda fuera del pacto social, y quien denuncia queda al centro de la política pública. A eso se suman reformas legales y políticas de detección temprana. El gobierno deja de esperar a que la víctima llegue hasta él y empieza a desplegarse donde ellas están, como ocurre con Autonomía Económica de las Mujeres, que bajo la dirección de María Elena Esparza Guevara representa una plataforma de verdadera autonomía y empoderamiento.
La línea *765, en ese entramado, se vuelve una herramienta estratégica. Cuando una mujer llama, no solo accede a ayuda inmediata, desmonta una parte del sistema que mantuvo la violencia en la sombra. Cada reporte registrado es un golpe contra la impunidad.
Este 25 de noviembre, cuando se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer en recuerdo del asesinato de las hermanas Mirabal, sirve como punto de contraste para dimensionar avances. Erradicar la violencia exige desmontar privilegios y transformar la convivencia desde lo público y privado.
@guerrerochipres





