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Tomás Calvillo Unna

01/11/2023 - 12:04 am

La sonrisa de la memoria

“Hay un rasguño en el cielo que tiene que ver con la urdimbre de la humanidad”.

“La noche: la caja fuerte de la guerra”. Pintura: Tomás Javier Calvillo Unna

Rendija:

El apacible y mágico Acapulco de la infancia, esas arenas interminables del juego, la aplaudida hazaña de la Quebrada, su nocturno ritual de antorchas, con su despertar adolescente, en su identidad a prueba; los pasos silenciosos del pesar adulto de la sangre.

El insidioso veneno del poder en las venas del mundo, de los mundos. El hueco estallido a los pies, como mudo grito del dolor inaudito por poseer en la piel los gramos de ser alguien, en la estrecha soledad de la indiferencia.

El océano, su inmensidad, a veces trágicamente delirante.

Para Micaela

 

I

La sonrisa de la cuna

retorna al origen:

es de este reino

y del más allá.

Es la semilla y la plenitud.

Los tiempos anudados

en la ofrenda de las flores.

La bienaventuranza del origen.

La certeza de humanidad

en el milagro del despertar.

La belleza sin reparo

y la invencible semblanza

de la pureza del existir.

La presencia infinita

de la primera edad.

El poder de la sonrisa:

la bienvenida y el adiós

van de la mano siempre.

II

Ahora sí,

vienen todas juntas,

son tumulto,

y ya tomaron la cordillera.

Líquidas flechas

y lanzas nos acechan;

no estamos heridos,

aunque la confusión

nos apremia.

Saben de su poder

al despejar el horizonte:

esa ancla de vida

que repliega al tiempo.

No se despiden, sólo se alejan

de alguna manera nos contienen.

Qué idioma el suyo,

tan presente y tan ajeno.

Tal vez buscan esta conversación

con nuestras almas

que hemos olvidado,

hasta creer que no existen,

que ya no están,

que nunca estuvieron.

Esta libertad acumulada

de nuestras creencias

tiene rostro de orfandad.

En el espejo de los contornos

los trazos inmemoriales de luz,

es lo que resta;

las siluetas todavía

no desaparecen.

Hay un rasguño en el cielo

que tiene que ver

con la urdimbre

de la humanidad.

III

Están inquietas sin duda

se reúnen otra vez;

entre las crestas y hendiduras

esos latigazos,

los vendavales inesperados

a esta hora trémula,

confirman la intrigante destreza.

No se despiden de su tarea

atentas a la crispación

deciden de pronto intervenir.

Pacientes vigías

de las curvas de los ánimos,

de las heridas milenarias

que no cicatrizan.

Ante su química escritura,

los textos antiguos y sagrados,

palidecen.

Esa aparente frugalidad,

su cambiante vestimenta

es la ciencia inesperada

que alumbra,

su ancestral oráculo.

No podemos cerrar los ojos,

mientras ellas continúen sosteniendo

esta platica

sobre la vida misma.

Están al día,

nada se les puede reclamar,

agradecer

su esplendor y generosidad

que, en medio de tanta turbulencia,

y siendo ajenas,

no cesan de llamar la atención

para que más temprano que tarde

aprendamos

del umbral al que llegamos.

 

Pd. Frente a la tragedia: fortaleza, organización, generosidad; en el ejemplo, sembrar esperanza y multiplicar la solidaridad; todos nos gobernamos sumando cohesión frente a la rapiña de toda índole.

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