Los 80 años de Mario Vargas Llosa: una vida dedicada a la literatura

02/04/2016 - 12:01 am
Vuelve el Nobel a la narrativa y a la ficción. Foto: especial
Vuelve el Nobel a la narrativa y a la ficción. Foto: especial

Mario Vargas Llosa reúne estilo pulido, concisión, estructuras imaginativas y diálogos reveladores, dice David Martín del Campo. La obra del Premio Nobel de Literatura 2010 pasará a formar parte de la biblioteca de La Pléiade de la editorial francesa Gallimard, que reúne el canon literario universal

Ciudad de México, 2 de abril (SinEmbargo).- El escritor peruano nacionalizado español Mario Vargas Llosa celebró el pasado 28 de marzo su aniversario 80. Apenas hace un par de semanas ha lanzado su novela Cinco esquinas, que ha sido muy bien recibida por crítica y lectores.

Según un informe elaborado por la Secretaría de Cultura de México, el Premio Nobel de Literatura 2010 ha alcanzado un peldaño más del reconocimiento literario internacional, puesto que este mes su obra pasará a formar parte de la prestigiosa biblioteca de La Pléiade, de la editorial francesa Gallimard, que reúne el canon literario universal (600 títulos de 200 autores de diversos países), un privilegio hasta ahora sólo alcanzado por dos autores latinoamericanos: Jorge Luis Borges y Octavio Paz.

SIGUE VIVO, A PESAR DEL NOBEL

“La gente cree que el Nobel te mata, pero sigo vivo”, ha expresado en días recientes el escritor nacido el 28 de marzo de1936 en Arequipa, Perú y que desde 1993 es nacionalizado español, pero que al recibir el Premio Nobel aseguró: “Lo que hago, lo que digo, expresa el país en el que he nacido, el país en el que he vivido, las experiencias fundamentales que marcan a un ser humano, que son las de infancia y juventud, de tal manera que el Perú soy yo. Yo le puedo agradecer a mi país, lo que yo soy, el ser un escritor”.

Mario Vargas Llosa celebró su cumpleaños en Madrid, en una fiesta con más de 300 invitados. Además,, la Fundación Internacional para la Libertad, entidad presidida por el escritor, organizó un seminario internacional en la Casa de América en el que panelistas, como ex presidentes, periodistas y filósofos, debatieron sobre el futuro de América Latina.

Mario Varga Llosa ha escrito cerca de 20 novelas, libros de cuentos, de relatos infantiles, 18 obras de teatro, una autobiografía y varios ensayos, análisis políticos y reflexiones sobre el oficio de escribir.

El autor, quien ha contado que trata de tener casi todo pensando e investigado antes de sentarse a escribir, no deja de ser un inventor de la realidad, logra en Cinco esquinas un relato del Perú durante el gobierno de Alberto Fujimori, un régimen corrupto asediado por la violencia, un descarnado retrato y también un apasionado alegato a favor de la libertad de prensa, donde la maniobras del régimen se sobreponen a una historia con tintes de comedia sexual.

Los padres de Jorge Mario Pedro Vargas Llosa, Ernesto Vargas Maldonado y Dora Llora Ureta, se separaron meses antes de su nacimiento, por lo que pasó su infancia entre Cochabamba (Bolivia) y las ciudades peruanas de Piura y Lima. El divorcio y posterior reconciliación de los padres se tradujo en frecuentes cambios de domicilio y colegio. Hasta los 10 años, se le hizo creer que su padre había fallecido, pero a esa edad se encontró con su padre por primera vez, quien sería un figura central en su destino, sobre todo por la repulsión de su padre hacia su vocación literaria, que nunca llegó a comprender.

“Tuve una relación desastrosa con mi padre y los años que viví con él, entre los 11 los 16, fueron una verdadera pesadilla”, afirma. Su padre lo envió de internado a la Academia Militar Leoncio Prado, donde cursó el tercero y cuarto años de secundaria y soportó un férrea disciplina.

En su novela como El pez en el agua (1993), relata cómo descubrió el miedo el día que conoció a su padre y cómo esto “desbarató” su vida.

Al referirse a su primera y aclamada novela La ciudad y los perros (1962), afirma que a su padre le debe el amor a la libertad, “en gran parte por la manera como imponía su autoridad, y además sin saberlo, fue quien me dio el tema de mi primera novela, por haberme metido en un colegio militar, porque allá me volví un escritor profesional”.

A los 16 años inició su carrera literaria y periodística con el estreno del drama La huida del inca (1952). En 1953 ingresó a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en Lima, donde estudió Letras y Derecho, a pesar de desaprobación de su padre. En 1955, decidió casarse clandestinamente con Julia Urquidi, hermana de su tía política por parte materna, quien era 10 años mayor que él. Desempeñó trabajos diferentes entre los que están el de redactor de noticias en Radio Central, catalogar libros o revisar los nombres de las tumbas de un cementerio.

Mario Vargas Llosa, cuando presentó en Madrid su ensayo sobre Onetti. Foto: efe
Mario Vargas Llosa, cuando presentó en Madrid su ensayo sobre Onetti. Foto: efe

Por esos años inició con seriedad su carrera literaria, publicó su relato, “El abuelo”, en el periódico El Comercio, en 1956, y un año después el conjunto de cuentos titulado Los jefes. A finales de 1957 se presentó a un concurso de cuento organizado por La Revue Française, una publicación francesa dedicada al arte. Su relato titulado “El desafío” obtuvo el primer premio, que consistía en una visita a París.

En 1959 viajó a España con la Beca “Javier Prado” para hacer un doctorado en la Universidad Complutense de Madrid; obtuvo el título de doctor en Filosofía y Letras y decidió instalarse en París, en donde trabajó como profesor de español en la Escuela Berlitz, locutor en la ORTF francesa, y periodista en France Presse.

Mario Vargas Llosa alcanzó la fama en los sesenta del siglo XX con novelas como La ciudad y los perros (1962); La casa verde (1965), que lleva por título el nombre de un burdel de Piura, un texto experimental sobre la miseria y la violencia donde se dan cita muchas historias, fábulas y argumentos; y Conversación la Catedral (1969) que comienza con esta pregunta ¿En qué momento se había jodido el Perú?”, una obra que el autor coloca entre sus preferidas. En ella, el protagonista, Zavalita, un periodista y una especie de alter ego del creador, mantiene una conversación de cuatro horas en el bar La Catedral con Ambrosio, un hombre negro que trabaja en la perrera y que antes fue el chofer de Zavalita.

A partir de La ciudad y los perros, quedó consagrado como una de las figuras fundamentales del boom de la literatura hispanoamericana. Al igual que otros autores de esa corriente, su obra rompió con los cauces de la descripción tradicional al asumir las innovaciones de la narrativa extranjera, y adoptar técnicas como el monólogo interior, la pluralidad de puntos de vista o la fragmentación cronológica, puestas por lo general al servicio de un crudo realismo.

En 1964, e escritor regresó al Perú, se divorció de Julia Urquidi, realizó un segundo viaje a la selva donde recoge material sobre el Amazonas y sus habitantes, que le sirvió para algunas de sus novelas. En 1965 viajó a La Habana, donde formó parte del jurado de los Premios Casa de las Américas y se integra al Consejo de Redacción de la revista Casa de las Américas, hasta 1971, cuando se alejó del régimen cubano.

Ese mismo año se casó con su prima Patricia Llosa con la que tuvo tres hijos: Álvaro (1966), Gonzalo (1967) y Morgana (1974). En 1967 trabajó como traductor para la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en Grecia, junto a Julio Cortázar; y su vida transcurre en Europa, con residencias alternadas en París, Londres y Barcelona.

En 1975 fue nombrado miembro de la Academia Peruana de la Lengua, y en 1976 es elegido presidente del Pen Club Internacional, cargo que ocupó hasta 1979.

El novelista publica La orgía perpetua (1975), un ensayo en el que analiza una de las novelas que marcó su carrera como escritor, Madame Bovary de Flaubert, que considera la primera novela moderna y en la que también hay algo autobiográfico.

En 1977 escribió La tía Julia y el escribidor, en la que narra la relación con Julia Urquidi, cuando él tenía 19 años, una polémica historia de amor, que le sirvió para trabajar con los límites entre realidad y ficción.

En Perú presentó el programa televisivo La Torre de Babel y en 1983 presidió la Comisión Investigadora del caso Uchuraccay, dedicado a resolver el asesinato de ocho periodistas. A finales de los ochenta entró en el mundo de la política en Perú como defensor de las ideas liberales, en 1987 se perfiló como líder al mando del Movimiento Libertad, que se opone a la estatización de la banca que proponía el entonces presidente Alan García Pérez.

El Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa. Foto: EFE/Archivo
El Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa. Foto: EFE/Archivo

En 1990 participó como candidato a la presidencia de Perú por la coalición política centro-derecha Frente Democrático (Fredemo). Luego de dos peleados procesos electorales (primera y segunda vuelta), pierde las elecciones y regresa a Londres, donde retomó su actividad literaria.

En ese tiempo publicó La verdad de las mentiras (1990), un ensayo que lleva por título una las frases preferidas del autor en relación con la literatura: “la verdad de las mentiras”, en él reúne ensayos sobre 25 novelas y relatos de diferentes autores del siglo XX.

En marzo de 1993 obtuvo la nacionalidad española, sin renunciar a la peruana. En 1994 fue nombrado miembro de la Real Academia Española, y ese mismo año ganó el Premio Miguel de Cervantes de Literatura en Lengua Castellana; posteriormente recibió el Doctorado Honoris Causa en numerosas universidades. En 1996 es reconocido con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. La obra del autor La guerra del fin del mundo (1981) ha sido traducida a más de 40 idiomas.

“La novela en Latinoamérica no sería la misma sin la obra de Mario Vargas Llosa. Sus novelas han venido a demostrar el vigor de la literatura en español fuera de España. Vargas Llosa ha logrado conjuntar eso que el lector siempre agradece: estilo pulido, concisión, estructuras imaginativas, diálogos reveladores y temas de actualidad”, asegura el también novelista David Martín del Campo en entrevista con la Secretaría de Cultura.

“Heredero natural de la mejor novelística francesa (Flaubert y Stendhal), no sólo ha escrito ensayos para homenajearlos, sino que se ha asumido como un discípulo de su arte narrativo en ese gozo evidente que tiene por ‘contar’. Para bien y mal, no podemos callar un hecho: es el escritor (vivo) más importante en lengua española, y así lo demuestran los premios que ha recibido, incluyendo el Nobel de Literatura”, consideró David Martín del Campo.

Aficionado al futbol, Mario Vargas Llosa es un experto en estadísticas de este deporte y durante el Mundial España 1982, ejerció como periodista deportivo. Se ha declarado melómano, asegurando que siente una especial predilección por Gustav Mahler. Ha sido profesor visitante y escritor residente en universidades de países como Inglaterra, Estados Unidos, Puerto Rico, Alemania o España. Colabora en El País, Le Monde, The New York Times y en la revista Letras Libres escribiendo prolíficamente crítica literaria y periodismo.

Varias de sus novelas han sido llevadas al cine como Los cachorros (1967), que nace de su cuento Pichula Cuéllar, que retrata el paso de la infancia a la madurez de un grupo de chicos de la alta sociedad limeña, su protagonista, Pichula Cuéllar, de niño es atacado y castrado por el perro de su colegio; Pantaleón y las visitadoras (1973), La ciudad y los perros (1962), La tía Julia y el escribidor (1977) y La fiesta del chivo (2000) una historia sobre el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo, uno de los más crueles de América Latina, y que le llevó tres años de “duro” trabajo y sobre la que llevaba otros 25 años “fantaseando”.

“Al igual que Gabriel García Márquez, Vargas Llosa logró sublimar la semiorfandad en la que pasó sus días de infancia. Un padre ausente, una madre abnegada, un secreto familiar que algún día habría de revelársele. Las tempranas biografías que sobre él se han escrito lo muestran como un escritor de tenacidad de acero. Cócteles, matrimonios, viajes, sí, pero sobre todo la soledad diaria ante la máquina eléctrica hoy transformada en ordenador”, concluye David Martín del Campo.

(Material producido por la Secretaría de Cultura de la Nación)

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