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Martín Moreno-Durán

04/05/2022 - 12:04 am

¿Por qué importa Ricardo Anaya?

Sí: la innegable y abierta persecución política contra Ricardo Anaya -quien tuvo que autoexiliarse en Estados Unidos ante el hostigamiento judicial, fabricación de pruebas y ataques desde Palacio Nacional contra su persona y familia-, no es únicamente un problema de Anaya.

El Presidente Andrés Manuel López Obrador con un video de Ricardo Anaya de fondo.
“La persecución política contra Ricardo Anaya es un asunto que nos atañe y perjudica, de alguna u otra manera, a todos”. Foto: Moisés Pablo, Cuartoscuro

+ Persecución política  

+ Amenaza para todos

Por fobia de López Obrador, conveniencia política e ideología autoritaria -al estilo Nicaragua-, desde el inicio del actual régimen se dio la orden del propio Presidente de la República: “Vamos tras Ricardo Anaya…”. La obsesión enfermiza de AMLO contra Anaya se ha vuelto peligrosa no únicamente para el panista, sino también para todos los opositores a la 4T rumbo al 2024 y, en consecuencia, para la democracia mexicana hoy amenazada por el tabasqueño.

Sí: la innegable y abierta persecución política contra Ricardo Anaya -quien tuvo que autoexiliarse en Estados Unidos ante el hostigamiento judicial, fabricación de pruebas y ataques desde Palacio Nacional contra su persona y familia-, no es únicamente un problema de Anaya. No es un asunto exclusivo de Anaya. No, señores. No equivoquemos el diagnóstico ni simulemos que es un asunto estrictamente de carácter personal.

La persecución política contra Ricardo Anaya es un asunto que nos atañe y perjudica, de alguna u otra manera, a todos. 

¿Por qué? 

Porque si hoy permitimos que se ataque, arrincone y se proceda en lo judicial contra Ricardo Anaya, significaría abrir el camino para que lo mismo ocurra contra otros líderes opositores o precandidatos a la Presidencia para 2024 que signifiquen una amenaza para la intención antidemocrática de AMLO de, prácticamente, robarse la próxima elección presidencial no sólo apoderándose del INE, sino también aniquilando a los posibles candidatos a la oposición que pudieran derrotar a la Sheinbaum, a Ebrard o a Adán Augusto.

No nos equivoquemos: si hoy cruzamos los brazos y cerramos los ojos ante la persecución política en contra de Ricardo Anaya rumbo al 2024 al erigirse, desde ahora, en uno de los principales opositores que amenacen a AMLO y la 4T, equivaldrá a abrir la puerta para que lo mismo ocurra en contra de otros opositores.

Hoy es eliminar a la mala a Ricardo Anaya. Mañana podrían ir contra Margarita Zavala.

O contra Luis Donaldo Colosio Riojas.

O contra Enrique de la Madrid.

O contra cualquier otro.

Sí: al estilo Nicaragua.

Ese es el grave riesgo.

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¿Pruebas de la persecución política de AMLO contra Anaya? Va:

“Heurística, SC, consultora que coordinó las campañas de Andrés Manuel López Obrador y de Claudia Sheinbaum en 2018, produjo y viralizó en redes sociales videos de desinformación en contra de Ricardo Anaya y Alejandra Barrales, adversarios de los candidatos de Morena en la contienda electoral de ese año.

“Uno de los videos virales patrocinados por Heurística, llamado ‘Políticos ricos y famosos’, señalaba – sin pruebas- a la esposa de Anaya, Carolina Martínez, de haber hecho gastos millonarios en efectivo para ocultar el rastro de sus movimientos y así lavar dinero. Otro video, llamado ‘El verdadero Anaya’, acusaba al candidato presidencial del PAN de operaciones de blanqueo de capitales mediante la transacción de una nave industrial en Querétaro, caso del que fue exonerado por la FGR por insuficiencia de elementos”.  (Animal Político / Zedryk Raziel / 27-Abril-2022). 

Tras la derrota de su retrógrada Reforma Eléctrica (Ley Bartlett), López Obrador presenta cuadros cada vez más severos de esquizofrenia personal y política. Es bestia herida y por tanto se lanza a muerte contra todos aquellos rivales políticos reales o imaginarios, pues suele inventar conflictos. Y Ricardo Anaya es uno de sus blancos favoritos.

AMLO le tiene fobia a Anaya. Rencoroso, no se le olvida la exhibida que le puso durante los debates presidenciales en 2018. De todas aquellas acusaciones de Anaya contra López Obrador, prácticamente todas se han cumplido: el desastre con AMLO.

López Obrador, por conveniencia política, no quiere a Ricardo Anaya en la boleta presidencial de 2024 por dos razones fundamentales: primera, porque ante el desastre de Gobierno de López Obrador y el derivado hartazgo de la mayoría de la población por el discurso de odio emanado un día sí y otro también de la boca de AMLO, el panista significaría el voto de castigo, el otro lado de la moneda para contrarrestar los efectos negativos del Gobierno obradorista (un efecto similar al factor Biden que derrotó a Trump con estadounidenses fastidiados por el odio expelido por el Presidente republicano). Y segundo, porque, hábil polemista, Anaya haría pedazos a la Sheinbaum, Ebrard o Adán Augusto en cualquier debate. Y eso AMLO lo quiere evitar.

Por ideología autoritaria, AMLO quiere en la cárcel a Ricardo Anaya. Fiel admirador de los dictadores y fascinado por los Castro, Chávez, Maduro, Daniel Ortega y demás fauna dictatorial, López Obrador quiere seguir por el mismo camino que Ortega en Nicaragua: encarcelar a los principales opositores que puedan ganarle la elección presidencial a la dictadura en turno. Contrario a la vergüenza que significa enviar a prisión a los opositores, para AMLO es motivo de orgullo compararse, en ese renglón, con los dictadores latinoamericanos: quiere a sus opositores tras las rejas.

Sin embargo, hasta ahora, López Obrador no ha podido contra Ricardo Anaya, quien ha sido astuto para evitar caer en la trampa judicial tendida por la FGR. 

Desde el inicio del sexenio, López Obrador ordenó a la FGR utilizar el caso Lozoya-Odebrecht para intentar llevar a juicio a Anaya, pero han fracasado por una sencilla razón: Lozoya no traía pruebas para involucrar, de manera directa, a Anaya, en este caso de corrupción. Sólo saliva. Ni AMLO ni Lozoya ni la FGR han podido sustentar un caso sólido en contra de Anaya, quien una y otra vez, con documentos, pruebas y hechos, les ha demostrado que no recibió dinero por parte de Lozoya para aprobar la Reforma Energética de Peña Nieto. Vamos: hasta Washington ya revisó el caso y advirtió al Gobierno mexicano que no hay pruebas en contra de Anaya. Y hoy por hoy, el caso Lozoya está más que debilitado, prendido de alfileres, a grado tal que el exdirector de Pemex está a un paso de salir de prisión. Así, lo que era la prueba madre de AMLO en contra de Ricardo Anaya, hoy es un expediente vacío y debilitado que apenas les alcanza para mantener a Lozoya preso.

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Hoy es la persecución política en contra de Ricardo Anaya. También hay persecución contra Carlos Loret de Mola, periodista que ha exhibido, comprobado y demostrado la alta corrupción que reina y solapa AMLO dentro de su familia, hijos y Gobierno. Y más persecuciones: contra los intelectuales críticos, periodistas incómodos, organismos autónomos, mujeres y padres de familia que protestan, etc. Es el recurso del método: perseguir para aniquilar.

Hoy es Anaya. Mañana podría ser cualquier otro.

O usted. O yo.

Al estilo Nicaragua.

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FB / Martín Moreno-Durán

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Martín Moreno-Durán
Periodista. Escritor. Conductor radiofónico. Autor de los libros: Por la mano del padre. Paulette, lo que no se dijo. Abuso del poder en México. Los demonios del sindicalismo mexicano. El Derrumbe Retrato de un México fallido. El Caso Wallace. 1/Julio/2018: Cambio Radical o Dictadura Perfecta, y de la novela Días de ira.

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