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Javier Solórzano

08/10/2012 - 12:00 am

La tienen, es suya y.… ¿la dejarán ir?

Una prueba de que el PRI sigue con sus “costumbres” de siempre es su negativa a la transparencia sindical. El tricolor no se movió argumentando que el PAN pudo haber hecho muchas cosas en la materia a lo largo de 12 años y que al final no hizo nada. El PRI no quiere entrarle a […]

Una prueba de que el PRI sigue con sus “costumbres” de siempre es su negativa a la transparencia sindical. El tricolor no se movió argumentando que el PAN pudo haber hecho muchas cosas en la materia a lo largo de 12 años y que al final no hizo nada. El PRI no quiere entrarle a la transparencia sindical porque hacerlo puede significarle la pérdida de poder en sindicatos afines y una significativa merma en la estructura misma del partido. El PRI pasaría al fin de alianzas que igual lo sacaron de Los Pinos y que hoy le ayudaron a regresar. Actuar contra los viejos líderes es una especie de acto antinatura.

Los senadores tienen a la mano la oportunidad de cambiar no solo la forma autoritaria y vertical en que se dirigen los sindicatos, sino que también tienen a la mano la posibilidad de que con la reforma laboral en la parte referente a los sindicatos cambien las anquilosadas formas de hacer política. A lo largo de su historia, el PRI ha tenido en el corporativismo una de sus piezas claves para el control, el poder y los votos.

Los líderes de algunos sindicatos si algo quieren es que no los toquen con ninguna reforma, vaya usted a saber qué esconden además del poder que tienen y que ofrecen. Muchos de estos líderes le llevan a sus agremiados por lo menos 30 años de edad. No hay ni el más mínimo asomo de cambio generacional.

Las estructuras están anquilosadas y no hay manera de que generaciones emergentes abran espacios a nuevas formas de organización que impulsen mecanismos modernos de defensa de los trabajadores, de un entendimiento moderno y actual con los empresarios y gobiernos, y sobre todo que vean a los sindicatos como estructuras fundamentales en las relaciones obrero-patronal y no como un botín del cual no tiene la obligación directa de rendir cuentas, muchas veces todo queda en lo discrecional, en la “buena voluntad” o en pura parafernalia.

El PRI no quiere meter la mano porque si lo hace esa misma mano lo puede ahorcar. En la Cámara de Diputados dejaron pasar una oportunidad en este tema. Los senadores tienen que entrarle al asunto porque pueden al mismo tiempo atacar dos escenarios. Uno, transparentar los sindicatos como parte de una forma de vida en el país; y dos,  obligar a los empresarios y gobiernos a revisar su relación con sindicatos la cual evaden bajo el supuesto de la autonomía sindical. No puede haber autonomía cuando pueden existir irregularidades. Si no lo han investigado, o si lo saben y hacen como que no lo ven todo termina por ser “entendible”, por decirlo de alguna manera, el que dejen pasar las discusiones que proponen la transparencia en los sindicatos. Los patrones tienen su propia isla porque son los que determinan a qué sindicato debe pertenecer un trabajador, el empleado no tiene la libertad para decidir.

La no transparencia es un asunto que unos evitan, otros son cómplices de ella y otros más le echan la culpa al PAN porque no hizo nada en los últimos 12 años. Todos, eso sí, hablan de ella y la ponderan; claro, siempre y cuando no tenga que ver con ellos. La pelota está en la cancha del Senado…

Javier Solórzano
Es periodista. Conductor de radio y televisión.

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