Yo digo que no hay que llorarlo, hay que leerlo. Hablo por supuesto del inmenso Carlos Fuentes, y es que luego del dolor tan grande por su partida, después del gran homenaje en el Palacio de Bellas Artes, no sólo el oficial y ceremonioso sino el que le tributaron cientos de lectores de décadas que llevaban Aura o La región más transparente junto al corazón. Aun más allá del sentimiento de pérdida de quienes tuvimos el privilegio de su amistad fraterna, ahora es tiempo de leerlo.
Por Ricardo Rocha




