
I
acaparó nuestro quehacer
y no hay escapatoria alguna.
¿A dónde nos lleva?
II
La resistencia del paisaje
sostiene su argumento:
las nubes y los árboles
conversan
como hace tiempo no lo hacían
ante el sol:
ese director de orquesta, implacable;
anima y juega con sus sombras.
III
Las piedras
en sus reflexiones contenidas,
aportan al ágape su presencia.
Se reafirma un pacto muy antiguo,
al que somos invitados para entender
la liberadora presencia de la memoria.
Nos recuerda nuestra condición estratégica;
las huéspedes nubes se animan a exhibir
la disolución de los entuertos,
y su ligereza propia nos hace sonreír
con la dichosa lluvia que todavía empapa la infancia.
Rendija:
América Latina, cada vez más fracturada, a la intemperie se convierte en una presa fácil.





