Héctor Alejandro Quintanar

El proyecto que nunca fue “un peligro para México”

"En estos días deberían terminar por fin y para siempre los mitos que llevan más de veinte años en el debate público, acerca del peligro económico que encarnaba López Obrador, su entorno y Claudia Sheinbaum. Poco a poco, como los habladores que compiten con cojos, irán cayendo los otros mitos que completan la leyenda negra del obradorismo en la derecha mexicana."

Héctor Alejandro Quintanar

22/08/2025 - 12:05 am

En la primavera de 2006, en un programa de Televisa especializado, presuntamente, en economía, y llamado al parecer Alebrijes águila o sol, tres personas aparecían muy orondas emitiendo especulaciones y augurios, más propios de la magia negra que de la reflexión rigurosa. Ellos eran un tal José Yuste, una especie de Santiago Creel televisivo; un tal Marco Mares, que escondía sus pobres análisis en el pasquín salinista La Crónica de hoy, y una persona de nombre Maricarmen Cortés, columnista de economía desde 1980, según reza su escueta biografía en internet.

Fue ella la que emitió el dicterio más desolador, cuando, en un supuesto análisis de las propuestas de los candidatos a la presidencia de ese momento, acusó que el proyecto económico de López Obrador era inviable, y que de echarlo a andar en México sería un desastre para el país, aserto que los otros dos alebrijes, o más bien los otros dos sosos acartonados, asentían con preocupación ante la profecía apocalíptica de su colega Cortés.

Ese tono era el mayoritario en los grandes medios electrónicos de ese año 2006, cuando aún la internet no era la plataforma central del espacio público y la conversación política. El arsenal de diatribas contra la propuesta económica de López Obrador era extensa. A la par de los dichos de los alebrijes televisivos, estaban otras formas de propaganda sucia. El porro de Tv Azteca, Jaime Sánchez Susarrey, había publicado en esos días de 2006 todo un libro para expeler absurdos sobre el proyecto económico del candidato tabasqueño, que se tituló, muy poco originalmente, Un proyecto irresponsable de Nación: la verdad detrás del programa de Gobierno de López Obrador.

El libro era un olvidable panfleto donde el autor, Sánchez Suarrey, desparramaba sus prejuicios obsesivos. Y no se menciona esto de forma gratuita. A la par de ese texto, circulaba otro del mismo autor titulado, esta vez de forma soporífera y sosa, La victoria, una baratija de ficción, supuestamente novela política, donde Sánchez se ponía a especular qué pasaría si López Obrador ganara las elecciones en esa coyuntura. El resultado fue un irrelevante panfleto donde el autor sólo se reveló como peor novelista que analista, lo cual ya es decir mucho, y mostraba su falta de rigor o su ignorancia o carencia de información, porque parte de su novela consistió en aventurar que López Obrador nombraría como Secretario de Gobernación a Manuel Camacho y luego a René Bejarano. Mal lector de periódicos, Sánchez nunca se enteró que desde meses atrás, López Obrador publicó que de ganar, nombraría en su gabinete a Juan Ramón de la Fuente, Marcelo Ebrard y José María Pérez Gay; cuestión que cumplió sin ambages en 2018, salvo por Pérez Gay, a quien ya no pudo invitar porque había fallecido en 2013.

Todas esas redundantes mesas de supuestos análisis televisados; las tediosas mesas radiales donde locutores histriónicos departían con ideólogos pedantes para coincidir en las iniquidades del populismo; infinitos ensayos en revistas literarias donde se explicaba que López Obrador es una amenaza antidemocrática porque nació en el trópico; literatura de ocasión que auguraba el Armagedón si ganaba el Peje; eran en el fondo versiones un poco más sofisticadas de la propaganda fascistoide del PAN, esa de que López Obrador era “un peligro para México” por su proyecto económico.

Dos décadas después, no se sabe si lo que todas esas voces obtusas tendrían que hacer es u ofrecer disculpas o desdecirse. Y es que los números hoy son un hecho histórico. Con todo y contraluces, y pese a una pandemia de impacto sin precedentes en un siglo, el proyecto de López Obrador, la llamada Cuarta Transformación y Claudia Sheinbaum redujeron la pobreza en México a su mínimo histórico, con 13.4 millones de personas salientes de esa condición.

Y ello, no con base en la gracia del cielo o la casualidad, sino que el setenta por ciento de esa cifra se debe en un setenta por ciento a la política laboral a partir de 2018, una inflación menor al ingreso. Es decir, los pobres dejaron de serlo porque el Estado hizo patente que su esfuerzo laboral tuviera el pago acorde. Añadido a ello aparece un par de datos: todo esto se ha hecho en tiempo veloz -pues en un sólo sexenio se sacó de la pobreza a la misma cantidad de gente que entró en ella de 2006 a 2018-; y asimismo, todo bajo el parámetro de estricta disciplina macroeconómica, estabilidad en ese sentido y, además, una apreciación del peso mexicano no vista en varios sexenios.

Al final, López Obrador, la llamada Cuarta Transformación y Claudia Sheinbaum no sólo derrumbaron las grandes entelequias neoliberales y sus mitos dañinos, sino que demostraron que los supuestos fanáticos, mesías tropicales, aldeanos sin mundo y obtusos oscurantistas eran en realidad los que mejores méritos, credenciales y pericia técnica tenían para gobernar.

El dato que dio el INEGI en días recientes es en sí mismo una buena noticia. Histórica más bien: una reducción de pobreza que cambia la vida de muchos y que permite un piso social de mejores condiciones. Y esa buena noticia en sí misma resalta por contraste, porque no sólo ha desmentido a sus malquerientes históricos sino que los desnuda por completo, y pone en evidencia que cuando hablaban de fanáticos resentidos o demagogos ineptos, en el fondo estaban hablando de sí mismos y de su entorno.

Y es que cuando se trata de hacer análisis político, la mejor herramienta es la historia, la evidencia, los precedentes, los hechos. Son ellos y sólo ellos la fuente de una opinión política importante. Si bien nadie está exento de prejuicios o sesgos, éstos deben siempre estar en diálogo honesto con la realidad, o de lo contrario nos dominan y lo que viene son anatemas gratuitos o especulaciones irracionales, que al no cumplirse nos deberían quitar credibilidad.

En estos días deberían terminar por fin y para siempre los mitos que llevan más de veinte años en el debate público, acerca del peligro económico que encarnaba López Obrador, su entorno y Claudia Sheinbaum. Poco a poco, como los habladores que compiten con cojos, irán cayendo los otros mitos que completan la leyenda negra del obradorismo en la derecha mexicana.

Quizá cuando esos mitos terminen de disolverse, será momento de autorreflexión y autocrítica, donde quizá se den cuenta que mucho de lo que han respaldado acríticamente no fue un peligro sino un gran daño para México, y redundó en un daño para sí mismos porque eso los tiene políticamente empequeñecidos, irrelevantes, rabiosos y radicalizados. Ojalá lo noten pronto, aunque con la capacidad que han mostrado, no se antoja que tal cosa ocurra en este siglo.

Héctor Alejandro Quintanar

Héctor Alejandro Quintanar

Héctor Alejandro Quintanar es académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, doctorante y profesor en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Hradec Králové en la República Checa, autor del libro Las Raíces del Movimiento Regeneración Naciona

Lo dice el reportero