
Hay de liderazgos a liderazgos. En Gran Bretaña, las emisiones radiofónicas de Winston Churchill tenían eco entre los soldados porque el Primer Ministro inglés había también participado directamente en los campos de batalla. Por otro lado, María Antonieta de Austria ha pasado a la historia por su comentario "si no tienen pan, que coman pasteles" - refiriéndose a los menesterosos que se morían en las calles europeas - como una persona indiferente al sentir del pueblo. Sea apócrifa o no, la historia nos dice mucho sobre la importancia de que un líder sea visto por sus gobernados como alguien que si no comparte su destino sí lo entiende.
A George W. Bush no le ayudó haber dado la impresión de no estar cerca del dolor de la gente en un Nueva Orleans avasallado por el huracán Katrina en 2005. Por otro lado, el alcalde de Nueva York, Rudy Giuliani, dió muestras de claro liderazgo y cercanía con la gente, los días posteriores a los ataques terroristas a las torres gemelas en Nueva York el 11 de septiembre del 2001.
En México, Miguel de la Madrid no se sintió como alguien que iba a encabezar la reconstrucción de la Ciudad de México, luego del sismo de 1985, y así se lo hicieron sentir los capitalinos durante la ceremonia de inauguración del mundial de 1986 con una rechifla impresionante en el Estadio Azteca.
A pesar de su popularidad, aparente o real, López Obrador perdió varias oportunidades para estar presente en persona durante catástrofes que afectaron a sectores populares. Incluso hay un video donde, desde un avión, López Obrador decide inundar una zona habitada por indígenas pobres cerca de Villahermosa, con tal de evitar daño a las zonas de clase media. Y cómo olvidar su intento infructuoso para llegar a Acapulco después de que el huracán "Otis" dañara terriblemente el puerto.
En contraste, la Presidenta Claudia Sheinbaum ha decidido hacerse presente en lugares afectados por las recientes inundaciones. No sabemos si aprendió una lección de la conducta de su antecesor o si la Presidenta siente auténticamente la necesidad de acompañar de cerca a los damnificados. De cualquier forma, su actuación en estos días es a la vez un acierto político y una lección moral.
Dado que la aprobación presidencial tiene algo de misterioso, no sabemos si todo esto le ganará puntos a la Presidenta en las encuestas, lo que es seguro es que muchos aprecian su actitud ante las recientes catástrofes.
Al tiempo que se dice esto, no hay que olvidar, sin embargo, que los daños causados por las inundaciones no son de ninguna manera hechos inevitables. En todo esto tiene que ver la decisión de desaparecer al Fonden bajo el pretexto de la opacidad. No parece que el nuevo sistema de gestión de riesgos que se ha puesto en su lugar esté dando resultados. La lección que habrá que aprender es que, aunque las acciones personales de un líder o una líder pueden ser importantes, nada reemplaza a las buenas instituciones.





