
En la rendición de cuentas respecto de los resultados de los cien días de Gobierno en la Ciudad de México se ha develado una forma de acercamiento con la ciudadanía de utilidad para el conocimiento, de primera mano, de las necesidades comunitarias y la expectativa de atención.
A diferencia de los esquemas tradicionales de la democracia representativa que delegan la toma de decisiones únicamente en funcionarios electos, movimientos como el Obradorismo promueven modelos donde la ciudadanía juega un papel activo en la definición de políticas públicas y fiscalización del Gobierno.
Las asambleas ciudadanas son un mecanismo clave para la rendición de cuentas y el acercamiento entre el Estado y la comunidad. Tienen sus antecedentes en la democracia ateniense del siglo V a.C., donde los ciudadanos —excluidas mujeres, esclavos y extranjeros— se reunían en la Ekklesia o ecclesía (en español: "aquellos que son los llamados") para deliberar sobre asuntos públicos. Con el tiempo, esta forma de participación directa perdió relevancia frente a los regímenes representativos.
Desde finales del siglo pasado, los gobiernos de izquierda en América Latina y Europa, principalmente, han rescatado y adaptado este esquema para fortalecer la participación popular.
Experiencias como las Asambleas Ciudadanas instruidas en la Ciudad de México por la Jefa de Gobierno, Clara Brugada, con la intervención de las y los integrantes de su Gabinete, son referencia de cómo la participación directa de la ciudadanía puede mejorar la gestión pública y fortalecer la legitimidad de los gobiernos.
Diseñados para detallar resultados de los cien días de Gobierno en la capital nacional, estos ejercicios son un mecanismo de conocimiento sobre las necesidades de la población, además de colocar a las periferias —como la colonia Ampliación Malacates, en la parte alta de la Alcaldía Gustavo A. Madero, donde estuve el viernes— en el centro de la acción institucional.
La democracia debe ir más allá de los méritos representativos tradicionales y fomentar la participación directa de la ciudadanía en la toma de decisiones. Jürgen Habermas, en su teoría de la acción comunicativa, destaca la importancia del diálogo en la construcción de la legitimidad democrática.
Desde esa perspectiva, espacios públicos deliberativos, como las asambleas ciudadanas, permiten la articulación de intereses colectivos y la generación de consensos en una sociedad plural e inclusiva. Habermas sostiene: "la verdad no puede ser impuesta por una autoridad, debe ser descubierta a través del diálogo y la argumentación".
El empoderamiento ciudadano fortalece la administración pública, tiende a hacerla más eficiente y transparente. Fortalecer estos espacios es una tarea ineludible para cualquier proyecto que busque una transformación social real.
En la CDMX ya comenzó con la Ekklesia.





