
I
Nos vamos a ir sin darnos cuenta
por los estrechos carriles
de los días y las noches,
sin reconocer ya la luz y la oscuridad,
ni los cuerpos y sus sombras,
ni los rostros atareados, alegres o en paz.
II
Hay una suerte de forzado desprendimiento,
que no llegamos a percibir del todo,
pero que sucede una y otra vez,
al pretender habitar las imágenes
creyendo que el instante
es la eternidad en sí misma
que se repite hasta el cansancio.
III
El deseo sin el conocimiento
no encuentra el amor, divaga…
Es el nocturno despoblado
que los sueños aprovechan;
su invasión silenciosa,
el estruendo que aturde
al desenmascarar
la cobardía de su anonimato;
a veces dramático juego de máscaras,
a veces solo el humor inesperado
de las debilidades.
IV
El asombro inicia el vocabulario,
la aparición de la vida
como entonación;
su milagro de cotidianidad,
el océano del despertar;
la partitura llamada historia.
Cada quien, en sus tonalidades,
afinándose
las cuerdas de las biografías.
El concierto del esférico paisaje
a pesar de los músicos
que una y otra vez se remplazan.
Mujeres y hombres
en la brevedad,
más allá
de cualquier consideración.
V
Cenizas esparcidas
por cada rincón,
de lo que alguna vez
fue el mar encriptado
de la especie humana;
hasta la llegada del cónclave
de los dioses olvidados.
VII
Contemplar el atardecer,
su bella contundencia,
prolífica de signos;
caligrafía minuciosa
dispuesta a indagar sin límites
esa región que nos circunda,
desde el primer soplo,
hasta el adiós
cuya esencia nos interroga.
Y sin embargo,
todo ello es invisible,
en medio del mundanal ruido.
Y si supiéramos cómo se articulan
sus entrañas de presente,
tal vez la soberbia desaparecía.
VIII
En realidad
no sabemos de qué se trata todo esto,
este misterio que nos abriga
es también un bálsamo.
Nuestra ignorancia así
es perenne.
Retomar el silencio interior,
es un valioso aliciente,
incluso como hábito
sostiene la fina percepción
del infinito como cercanía.
IX
Hay azoro, no inquietud
cada día se escribe una línea,
es el palpitar de un encuentro.
Al despertar prosigue el relato,
no hay ficción.
X
Nuestros pasos,
su desafío: encontrar el ritmo.
Saber caminar a la intemperie
y entre las tormentas;
sostener esa mirada
ajena a las intermediaciones,
reconocer la gratuidad
distante de cualquier apropiación.
Asumir el sino
en su tangible despertar.
Rendija:
No se puede enajenar el alma de un pueblo, tarde o temprano emerge su voz. Presidenta, convoque a las diversas fuerzas políticas, sin diferenciar si son opositores o no. Crear una agenda de unidad nacional (por supuesto que no es una tarea fácil), pero México merece ese esfuerzo y más. Acordar el camino de la Paz, hasta donde sea posible. Y establecer con el vecino del norte, incluyendo a Canadá un camino común de seguridad y prosperidad. El mundo ya es otro, más complejo y con extraordinarios retos, pero también con mayores posibilidades de encontrar un camino común. En México, rescatar la institución que es semilla de la Nación, desde la época de la conquista hasta el presente: el Ayuntamiento, los Municipios, las localidades donde está el primer frente de batalla contra la epidemia de violencia y crueldad que vivimos. El 2027 será un año clave, no se trata de signos de colores políticos, sino de la capacidad para que el crimen se retire de la representación ciudadana que implican los procesos políticos electorales. Sanar la política, no es tarea fácil; pero no hay otra opción para nuestra amada Nación.





