
El pasado jueves, después de una negociación con el Presidente Trump y su equipo, el gobierno mexicano logró que se pospusiera por tres meses la decisión de la Casa Blanca de imponer un 30 por ciento de arancel a nuestro país, en adición a los ya existentes.
El resultado beneficia a México en el corto plazo, pues hubiera sido muy dañino para nuestra economía que el nuevo nivel arancelario ya se hubiera aplicado. No olvidemos que en nuestro país el comercio exterior representa alrededor de las tres cuartas partes del PIB. Sabemos también que alrededor del 80 por ciento de nuestras exportaciones se dirigen a Estados Unidos.
Nuestra economía, entonces, se beneficia pero también es vulnerable del comercio con Estados Unidos. Esto es natural, pues México ha podido aprovechar su vecindad con la mayor potencia económica del mundo.
El mismo Trump ha reconocido que este aplazamiento de imposición de aranceles a México se debe a la relación especial de Estados Unidos con nuestro país. La complejidad de la relación no se equipara con ninguna otra en lo que se refiere a Estados Unidos.
Hay que decir, sin embargo, que este indiscutible logro del gobierno mexicano es sólo uno de corto plazo y no debiera de celebrarse más allá de su verdadera significación. Lo que corresponde hacer ahora es organizarnos para producir la mejor propuesta mexicana a Washington. Una que implique un acuerdo de largo plazo que ofrezca seguridad jurídica y económica a las empresas de ambos países. Si esto se logrará, sí habría motivo de gran celebración. Pero aún no estamos ahí. El verdadero desafío ocurrirá en 2026, cuando Estados Unidos y México tengamos que negociar un nuevo tratado comercial.
Un escritor venezolano alguna vez dijo que la política era el teatro más rápido del mundo. Si esto es así, no hay razones para que las condiciones prevalecientes hoy en día sean las mismas que la del próximo año. Para empezar, en Estados Unidos habrá elecciones intermedias y no es un hecho que el gobierno de Trump mantendrá sus mayorías en el Congreso. Es cierto que las elecciones se llevarán a cabo a finales del año entrante, pero su peso se hará sentir antes, al tiempo que las encuestas nos vayan mostrando las tendencias. Esto debe ser algo a tomar en cuenta.
Otro aspecto al que hay que dar seguimiento es a los niveles de inflación en Estados Unidos que podrían ser muy altas como resultado de la política comercial de Estados Unidos en el mundo, fundada en un nuevo mercantilismo de altas barreras arancelarias. Si este es el caso, México podría estar en una situación más ventajosa de lo que se encuentra hoy.
Lo primordial es que nuestro éxito en las negociaciones el próximo año se deba menos al azar que a nuestros propios esfuerzos. Pero para eso necesitamos trabajar desde ahora. La frase anterior está conjugada en plural porque sólo con el esfuerzo de muchos será posible lograr un acuerdo para el beneficio de los mexicanos.





