
Durante su primer Informe de Gobierno, la Presidenta Claudia Sheinbaum invitó a los empresarios a sumarse con decisión al Plan México, que engloba su estrategia para promover el desarrollo del país.
En una primera instancia la preocupación por fomentar la participación de los empresarios en sus planes de Gobierno parece loable. La referencia que hizo a la necesidad de que los creadores de empleo inviertan de manera productiva e innovadora es indudablemente un avance significativo al Gobierno del anterior sexenio para, quien el concepto de innovación parecía curiosamente extraño.
Muy importante también fue el hecho de que la Presidenta mencionara que estas inversiones sólo pueden concretarse con una banca que ofrezca mejores condiciones de crédito. Aunque esta tentativa es de aplaudirse, no habría estado mal que Sheinbaum se hubiera referido a la necesidad de fortalecer radicalmente una mayor participación de las empresas en las Bolsas de Valores mexicanas como un objetivo esencial que pueda contribuir al desarrollo del país. Si el financiamiento por medio del crédito barato ayuda a las empresas a financiar proyectos de inversión, la inversión privada en empresas por parte del público a través de la adquisición de acciones y otros instrumentos financieros es también fundamental para un mejor ambiente de negocios en México.
Entre las estrategias que tienen pensado implementar el Gobierno de Claudia Sheinbaum se encuentran lo que ella llama los polos de desarrollo económico para el bienestar. Al parecer ya están en operación cinco de los 15 polos iniciales, así como ocho en el corredor interoceánico. Si se hace con inteligencia, estos polos establecidos en una región que conecta al Océano Pacífico con el Golfo de México serán esenciales para llevar a México a ocupar el lugar que geopolíticamente le pertenece: en el centro entre oriente y occidente, así como en medio entre el norte y sur del Hemisferio Occidental.
Es buena noticia también que 18 de los 100 parques industriales concebidos hasta ahora ya estén en operación. Esperemos que todas estas iniciativas contribuyan al despegue económico y social de muchas regiones del país que hoy están inmersas en una lógica de inhibición del desarrollo.
La simplificación administrativa de la que habló la Presidenta podría ser también un acicate en favor del desarrollo empresarial, aunque habría que ver si esta culmina en una situación real que coadyuve a un ambiente propicio para empresarios y emprendedores.
Lo cual me lleva a hablar de la propuesta que está siendo discutida en el Congreso y que busca crear las condiciones para que jóvenes mexicanos que así lo deseen puedan convertirse en emprendedores innovadores y disruptivos que lleven al país a otro estadio de desarrollo.
El interés de la Presidenta en apoyar al mundo empresarial debe verse como una buena noticia. Al mismo tiempo, habrá que estar monitoreando el avance de estos proyectos y evaluar su verdadero impacto. Por ahora, hay que recordar que sin la innovación empresarial, en cualquiera de los niveles, el futuro de México es oscuro.





