Work’s parade

04/05/2013 - 12:00 am

Cuatro y media matutinas. La esfera azul que resuelve dudas humanas aun no despertaba, para los miles que descansaron ese primero de mayo, pero no a los que marchando o laborando le rendirían homenaje a esa protesta hace 100 años.

Días anteriores entre la jerga docente se rumoraba que los nuevos titiriteros del conocimiento tendrían que unirse al desfile del primero de mayo en la capital del estado –como un intento de las instituciones de revivir ese flashback histórico con toques modernos–. Las demandas sociales en tiempos de Facebook y la enajenación (quien no acuda será tachado de pecador social y olvídese de las horas clase) disposiciones estatales. ¿Qué le va uno a hacer?

19 grados centígrados recibieron a los marchantes asesinos de la ignorancia. La avenida López Mateos en Mexicali se encontraba bloqueada por cintas amarillas con la leyenda precaución. La policía municipal resguardaba el paso, algunos quejumbrosos recitaban poesía al son de “váyanse a la verga” La sensación térmica iba en aumento y eso que aun no empezaba la lucha laboral.

¿El punto de reunión? Monumento al caballito, o al menos así le decían los cachanillas. Amenazas y advertencias se incrustaron en el camino entre prisas y somnolencias con el  rumor de que motociclistas hurtaban bolsas a la velocidad del viento.

“Pancho paga nuestras cuotas al Issstecali”, anunciaba una pancarta en plena caravana. La pureza blanquecina amparaba a los profes y líderes sindicales a punto de emprender vuelo con sus pies sobre el pavimento ardiendo desde temprana hora. Sombrillas respaldaban el apático sol que insistía en ser el anfitrión del magisterio y sindicalismo en miércoles.

A la distancia una pequeña camioneta se estacionó para calmar la sed más cercana a sus compinches, bandas de guerra se aproximaban a musicalizar el instante. Los que iban llegando obtenían una camiseta de souvenir por levantarse a la hora del pecado contra el sueño y acceder a participar en la caminata.

“¿Ya firmaron todos?”, preguntó por ahí un líder sindical cual si fuera la bitácora de clases y fuera el prefecto escolar vigilando la presencia de los asistentes voluntariamente forzosos.

Un poco de relajo, percusiones como coros invisibles resonaban en la calle. Ya urgía que comenzara la marcha donde hace cien años se protestaba por tener condiciones dignas en el trabajo. 2013, Sindicatos ensayaban su clamor social: ¡Se ve se siente la FSTSE está presente!

Sin explicaciones al momento, la contingencia sindical saludaba a la bandera, algunos realizaron el acto cívico en medio de conversaciones que por lo percibido  eran de vital importancia por la indiscreción de su risa. Nadie entendía bien que pasaba, sólo seguían la corriente como gusanos arrastrándose en busca de algo. “Aquí venimos de acarreados”, se escuchó en un reencuentro de profesores, mientras el contingente iba movilizándose a paso lento. Los abanicos políticos soplaban al movimiento de las manos, el optimismo y la espera de una comida posterior, eran el motor del aire acondicionado improvisado.

“Hagamos malabares”, sugería una profe. Atrás, una docena de porristas volaban desde el aeropuerto de los hombros masculinos y así, animaban a las manifestaciones impresas: Que también se evalue a Enrique Peña Nieto, Emilio Chuayffet, gobernadores, senadores y diputados, ¿pasarán? En la banqueta, unos brazos extendían un  corazón roto encerrando al SNTE y preguntándose:  Y ahora, ¿quién podrá defendernos?

Uno que otro transeúnte se detiene a ver la contingencia desde su sombra favorita con el abrazo del agua resbalando su garganta. Los sindicalistas a nivel básico tuvieron agallas para decir lo que piensan.

Mientras algunos destilaban el fuego de quejas sociales por la reforma educativa, la privatización de Pemex, otros aprovecharon el caluroso trajinar para enfrentarlo con un raspado o un bon ice si las monedas en el bolsillo eran insuficientes.

Ya casi se aproximaba la meta, el pódium que brillaba por la ausencia del Gobernador José Guadalupe Osuna Millán y el Alcalde, Francisco Pérez Tejada. A lo lejos se escuchaba el eco de un discurso que remontaba a los orígenes de esta marcha en Estados Unidos. La sombra les hacía olvidar a algunos miembros del Congreso que ese día tuvieron que trabajar.

Al desfilar los docentes, el giro de las palabras cambió y se enfocó en ellos y dignificar su labor pura teoría en el marco de justicia e igualdad. Al terminar la caravana, algunos profesores optaron por huir a casa y dejar las cuestiones sociales para otro día, había que atender a la familia o terminar de pasar en línea las calificaciones, el  deadline se acercaba.

“Bola de inútiles, ni el gobernador está”, se quejó algún marchante que finalizó su andar, al mismo tiempo que otros emprendían su grito para hacerse valer: “El pueblo unido jamás será vencido”, “Catorce años sin seguro social Cecyte”, “Maestro honrado, no llega a diputado, SNTE”.

Y las agrupaciones seguían llegando a saludar a los congresistas con el sudor y el enrojecimiento de la piel a todo lo que da. La esfera azul creaba un fuego en el ambiente: la inconformidad de la clase trabajadora y la sociedad por las condiciones que reinan en las aulas, en la calle, en las oficinas, en las maquiladoras y todos los centros de trabajo, salvo los privilegiados que fueron recibidos con carpa para protegerlos del inclemente sol mexicalense.

@taciturnafeliz

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