Ford invertirá 850 millones en la planta de Wayne para fabricar los nuevos modelos Bronco y Ranger; 150 millones para aumentar la capacidad de la Romeo, centrada en piezas y componentes; y 200 millones adicionales en el centro de datos de Flat Rock.
Washington, 28 marzo (EFE).- El gigante automovilístico de Estados Unidos Ford anunció hoy una inversión de mil 200 millones de dólares en tres plantas de Michigan para reforzar la producción “en casa”, tras las amenazas del presidente Donald Trump de imponer sanciones si no aumentaba sus empleos en Estados Unidos.
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Ford invertirá 850 millones en la planta de Wayne para fabricar los nuevos modelos Bronco y Ranger; 150 millones para aumentar la capacidad de la Romeo, centrada en piezas y componentes; y 200 millones adicionales en el centro de datos de Flat Rock.
Se prevé generar 130 nuevos empleos con este refuerzo de las operaciones.
“En Ford, estamos invirtiendo con agresividad para incrementar nuestras fortalezas (…) Como el principal productor de automóviles de EE.UU., estamos orgullosos de avanzar aún más en nuestros compromiso de invertir en manufacturas aquí en casa”, indicó Joe Hinrichs, presidente de Ford, en un comunicado.
El anuncio de la compañía se produce pocas horas después de que Trump adelantase desde su hiperactiva cuenta de Twitter la noticia.
“Gran anuncio de Ford hoy. Enorme inversión en tres plantas de Michigan. Las compañías de coches están volviendo a Estados Unidos. EMPLEOS! EMPLEOS! EMPLEOS!”, dijo el presidente en la red social.
Según los medios locales, estas inversiones formaban parte del acuerdo con el sindicato de trabajadores del automóvil pactado en 2015.
En enero, Ford suprimió sus planes para abrir una fábrica en México por valor de mil 600 millones, y en su lugar aumentó las operaciones en Estados Unidos con 700 nuevos empleos poco después de que Trump advirtiese directamente a la compañía de represalias si continuaba con sus proyectos de trasladar parte de sus operaciones fuera de Estados Unidos.
Trump ha subrayado como prioridad de su mandato devolver empleos al sector industrial estadounidenses en el marco de una agenda de nacionalismo económico y proteccionismo comercial.