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Tomás Calvillo Unna

30/08/2023 - 12:04 am

El heroísmo del intento

“No podemos dejar que el idioma de la política colonice la experiencia de la vida”.

“La oración del viento”. Pintura: Tomás Calvillo Unna

Rendija: Se ha inyectado demasiado veneno en el cuerpo social, y las venganzas políticas empiezan a emerger.

En esta atmósfera cargada, el país tendrá que encontrar sus respuestas. Difícil, por decir lo menos, cuando la palabra, el lenguaje, están contaminados de odio, de resentimiento, de frustración e ira.

La República Mexicana es un rompecabezas incompleto, sus piezas están revueltas y varias extraviadas…

I

Esculpir cada átomo

ante su desaparición eminente;

la bisagra de lo que es

y deja de ser;

en estos intervalos

el drama humano

asoma.

La escoba,

la botella de aceite,

la bolsa de limones,

el escurridor,

la cubeta,

y la afamada carretilla

despintada,

en el rincón de los patios

se amontonan;

las tareas a medias,

los engranajes incompletos;

y la luz que se comienza a ir …

Afuera los relámpagos,

a veces se escuchan,

a veces solo se ven.

Habrá que esperar,

saber esperar,

con la contención interior,

sin atropellos,

sin desesperar.

II

Se terminó la pantomima

y no nos damos cuenta,

seguimos con el dictado

del programa de cada día;

y la tragedia no cesa;

esta infamia de la narcocultura

que la violencia procesa

y sus apologistas de toda índole

justifican y enaltecen;

la libertad de asesinar

a campo travieso y donde sea;

la vergüenza colectiva,

nuestra impotencia cómplice;

su sanguinario enmudecer.

Los héroes del éxito,

a como dé lugar,

se apoderan del escenario,

a todas horas,

sin reparo, ni reposo alguno;

el crimen permea,

monopoliza el imaginario.;

las tonadas escalofriantes

de sus bailes

III

 

Cómo encontrar el aliento

de esa raíz de luz que nos enaltece;

nos hemos convertido

en un catálogo interminable

de conductas y humores,

una continua exposición de la imagen,

en la oferta de las cosas.

La publicidad

del desaforo de lo humano

es permanente.

No podemos dejar

que el idioma de la política

colonice la experiencia de la vida;

su alienación

de la condición humana.

su dilatado poder:

la perversidad de sus egos.

IV

El fuego de la conciencia

más allá del dolor.

La reserva inagotable del espíritu,

en la oscuridad de los márgenes.

La contundencia de su experiencia

al soltarse los amarres del cuerpo;

la humilde y callada verdad

de ser polvo

en el cosmos de cada tribu,

de cada familia;

la soledad atajada por la muerte.

V

Demos cauce a los ríos,

en la lengua de cada amanecer;

escuchemos a los bosques

y esa perenne sabiduría de las aves;

hablemos con el viento del desierto

y su inaudito pasaje de oraciones;

rezos de la arena ante las nupcias

del sol, la luna, la tierra; geometría

en la bóveda del cielo,

su pausa ante el universo.

VI

Las vidas ejemplares se quedaron

en el bote de basura de la infancia.

Las voces de esa conversación

que no terminamos de escuchar

provienen de la carretera,

la misma que habremos de tomar.

VII

Si abrimos la ventana de la memoria

y recuperamos el paisaje de la calle

y los parques;

de las excursiones y la montaña,

del viaje a sus entrañas

por las frías aguas

del Río San Jerónimo;

las estalactitas,

esa caverna de los orígenes,

de las raspadas rodillas,

del tercer ojo

de una lámpara

en la frente

con las pilas guardadas

en un improvisado flotador:

el bote de pintura vacío,

los focos alumbrando

la fuente monumental,

el altar de la naturaleza,

su fosforescente corazón,

donde el ser humano

oficia su sacerdocio.

Su eco, su humedad, la vida

esculpiéndose en el silencio,

dentro y fuera,

explorando sin tomar nada,

al buscar la luz,

donde el río nos lleva

cada noche, cada día…

Esa luz de oxígeno y sonrisas

que nos acompañó

en la travesía,

sabe acompañarnos hoy

en los rápidos de la intemperie

ante la espiral de los abismos

y el horizonte circular

de los encuentros.

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