Ese es el nombre de una banda argentina ochentera. Curiosa analogía. El nombre es una crítica al régimen argentino de Videla y sus treinta mil desaparecidos. En México aún no ha surgido una banda a contra-corriente, una que no esté alineada con los cacofónicos herederos de chalino. Algo malo está pasando en un país donde todos festejan las hazañas de los narcotraficantes y consumen su música hecha ex profeso. Queremos que acabe la violencia pero la consumimos en otras formas. Hay violencia verbal, sicológica, violencia musical. Camelia la Tejana es una heroína de telenovela fresa de Televisa, comparada con las mujeres que decapitan rivales en estos días. La música es un instrumento de penetración cultural valioso, especialmente si las canciones son repetidas ad nauseaum. Imponen moda. Lo de hoy es ser chacaloso, alterado. En una fiesta en Los Ángeles un grupo novato tocó esta canción de ‘Voz de mando’, cinco o seis veces:
500 balazos
armas automáticas
pecheras portaban
de cuerno las ráfagas
los altos calibres tumbaban civiles
también por igual
Se alternaban para cantarla y los concurrentes la festejaban. Podía verse la concentración al entonarla, aunque no entendieran que parte de la letra les podía tocar a ellos si se encontraban en medio de esos quinientos balazos (porque ellos también son civiles y les puede tocar por igual). El baterista le pegaba con rencor emulando el sonido de las balas. Luego presumían que conocían a alguien pesado. Y así queremos que acabe la violencia. Tampoco digo que el escucharla determine ciertos comportamientos. Pero a fuerza de repetir los estribillos te acostumbras.
Su contraparte es Calle 13 y su canción ‘La bala’ (si no la ha escuchado, escúchela, a mí me ha gustado) poesía extraña que refleja una realidad:
Sería inaccesible el que alguien te mate
Si cada bala costara lo que cuesta un yate
tendrías que ahorrar todo tu salario
para ser un mercenario habría que ser millonario
pero no es así…
se mata por montones
las balas son igual de baratas que los condones
hay poca educación hay muchos cartuchos
cuando se lee poco se dispara mucho
hay quienes asesinan y no dan la cara
el ricos da la orden y el pobre la dispara
no se necesitan balas para probar un punto
es lógico no se puede hablar con un difunto
el diálogo destruye cualquier situación macabra
antes de usar balas disparo con palabras
Todos los muertos son nuestros muertos. Una muerte es demasiada. Para los no creyentes, la muerte es el final. No hay más allá. Lo curioso del caso es que la mayoría de los narcotraficantes son muy religiosos. Ha llegado el caso que les bendicen las armas. Aunque no hace diferencia que te maten con una bala bendita. Estarás muerto de todas maneras.
Así seas el narcotraficante más poderoso, el poder cambia de amo con frecuencia. La vida es breve, la vida es un sueño. Siempre me he preguntado los misteriosos caminos que hacen que un tipo muera por alguien que quizá ni conoce. Y que pueda morir igualmente porque ese alguien piensa que lo traicionó. El patrón es el patrón, pero, ¿al grado de morir por él?
Ojalá algún día nos acordemos de esta etapa de nuestro país. La era de la sin razón en el marco de un mundo donde un narco corrido sonará extraño, donde podamos decir: “¿Qué chingados estábamos pensando?”






