¡Que es la corrupción estúpidos!

Ramiro Padilla Atondo

21/03/2014 - 12:00 am

Gobiernos van y gobiernos vienen y la única institución que perdura es la de la corrupción. Es algo así como echarle agua a un gigantesco tonel lleno de hoyos. Y los hoyos los hacen ellos. Por más agua que echen, el tonel se mantendrá medio vacío.

El gobierno anunciará con bombo y platillo la gran cantidad de agua que vacía en el tonel a sabiendas de los hoyos. Y no hará nada por repararlos. Al contrario. Pondrá sus propias cubetas en los hoyos estratégicamente ubicados para captar todo lo que pueda.

Y aplica en todos los aspectos de la vida nacional. El gobierno desarrolla un sistema perverso que fabrica ciudadanos apáticos al por mayor. Si las cifras de los sacrosantos empresarios son ciertas, un solo año sin robos al erario, y  que este excedente se repartiera a partes iguales, bastaría para que todos los mexicanos fuéramos ricos.

El sistema está diseñado para que sea difícil triunfar por lo derecho. La mayoría de las fortunas de los empresarios mexicanos tiene cierto grado de suciedad. Y quizá no sea de manera voluntaria (aunque lo es la mayoría de las veces). Se sobreentiende que hay que pasar billetes por debajo de la mesa para conseguir algo.

Al mismo tiempo está la eterna desconfianza de aquellos que pagamos impuestos. Sabemos a dónde irán a parar. El gobierno quiere cobrar más, pero el ciudadano sabe que gran parte de ese dinero se irá en financiar campañas políticas de idiotas infumables,  para pagar turismo legislativo, o simplemente para que se lo echen a la bolsa.

Un presidente que no sabemos cuánto tiene, ni como lo tiene ni quien se lo donó, ni a cuenta de qué se los donaron, es el menos indicado para iniciar una campaña anti corrupción, porque llegó a la presidencia precisamente por ella.

Tampoco los políticos van a conceder de manera graciosa. La impunidad que da el poder no se entrega así como así. Se requieren acciones conjuntas para acotar el poder. Por eso el gobierno le apuesta a la apatía y a la desorganización. Le apuesta a que todo acabe a gritos y sombrerazos.

Y para muestra basta un botón. Michoacán está que arde. Los ciudadanos hartos deciden armarse. La respuesta del gobierno es crear una comisión. La comisión es sinónima de darle largas al asunto hasta que los conflictuados se cansen y acepten una solución a medias (que es la intención del gobierno). Don Porfirio lo entendió así. Él las inventó. ¿O alguien se acuerda de la comisión por la paz y la concordia en Chiapas? ¿En qué quedó?

¿Acaso nuestros hermanos Chiapanecos viven mejor ahora?

La corrupción es el peor de nuestros males. Puede el gobierno hacer los planes más grandiosos, las reformas más ambiciosas pero todo se va al caño por la corrupción. Todos los días salen noticias nuevas de funcionarios chingándose el dinero pero nada nos conmueve.

Y al periodista que investigue le dan cuello. Luego dicen que andaba en malos pasos y carpetazo. Engendros como Duarte en Veracruz y el golden boy Chiapaneco deberían pertenecer al anecdotario del siglo XIX, no del siglo XXI. Pero disponen de muchísimos recursos que malgastan sin que nadie les ponga un alto.

Y encima Oceanografía. Si realmente nos pusiéramos las pilas viviríamos en un país del primer mundo. Solamente que quitarnos esta gigantesca clase parasitaria nos va a costar. Pero vale la pena la batalla. Empecemos por el principio. Que el gobierno en este sexenio se dedique a acabar con la corrupción. Que no haga otra cosa. Y entonces sí pasará a la historia.

Ramiro Padilla Atondo

Ramiro Padilla Atondo. Ensenadense. Autor de los libros de cuentos A tres pasos de la línea, traducido al inglés; Esperando la muerte y la novela Días de Agosto. En ensayo ha publicado La verdad fraccionada y Poder, sociedad e imagen. Colabora para para los suplementos culturales Palabra del Vigía, Identidad del Mexicano y las revistas Espiral y Volante, también para los portales Grado cero de Guerrero, Camaleón político, Sdp noticias, El cuervo de orange y el portal 4vientos.

Lo dice el reportero